Donald Trump es conocido por sus polémicas y su estilo comunicacional directo, y ahora también por su capacidad para movilizar a millones de personas. En opinión de Óscar Pineda, director de marketing de la UTH Florida University, ubicada en Florida y dirigida especialmente a la comunidad hispana, el presidente estadounidense ha llevado el marketing político emocional a otro nivel, logrando que sus seguidores se conviertan en activistas apasionados de su causa.
“El marketing político emocional combina ciencias políticas, estrategias de marketing y la gestión de emociones para influir en las percepciones de los votantes, estableciendo conexiones profundas con el candidato”, explica Pineda. Este enfoque coincide en gran medida con la estrategia de Trump, que apela a emociones poderosas, como son el miedo, el orgullo, la indignación, la esperanza y la inspiración.
Un mensaje de nostalgia y polémica calculada
El lema de Trump, “Make America Great Again” (MAGA), ha sido uno de los principales motores emocionales de su campaña. Según Pineda, esta frase conecta directamente con la nostalgia de un pasado idealizado que muchos estadounidenses desean recuperar. “Es un mensaje que promueve un valor patriótico, aunque no seas de Estados Unidos. Trump hace que sus votantes sientan como suya esa misión”, declara el experto.
En otro aspecto, Trump ha utilizado un lenguaje transgresor que, aunque polémico, en el fondo está cuidadosamente diseñado para resonar emocionalmente con sus seguidores. “La polémica que crea no es algo casual; siempre es muy certera y demuestra que lleva intrínseca una estrategia de marketing político emocional”, agrega Pineda.
Historias de lealtad inquebrantable
La efectividad de esta estrategia se puede corroborar en historias como la de Mani, un inmigrante cubano residente en Fort Lauderdale, Florida, que viajó 1.600 kilómetros hasta Washington D.C. para asistir a los actos de investidura de Trump. “Vale la pena. Estoy aquí apoyando a Trump porque es una persona que ama a los inmigrantes. Es una mentira que sea racista; lo único que tiene contra los inmigrantes es contra los que vienen a hacer desastres”, declaró.
De manera similar, José García, un salvadoreño que vive en Virginia, destacó los logros económicos del primer mandato de Trump como su principal motivación para apoyarlo: “Los cuatro años que estuvimos con Donald Trump no hubo guerras, la gasolina estaba barata, la gente estaba muy bien. Esa es la esperanza de toda esta gente que está aquí, por eso ganó el voto mayor”.
Francia de Jesús, una dominicana residente en Filadelfia, describió a Trump como un “héroe bendecido por Dios. Lo amo. Es un hombre valiente que ha luchado grandes batallas”. Explicó que lo apoya porque representa valores tradicionales como la oposición al aborto y la defensa de la familia.
El activismo emocional
La estrategia de Trump no solo busca votos, sino también una conexión emocional tan fuerte que sus seguidores se conviertan en activistas comprometidos. Según Pineda, este enfoque consigue transformar a los votantes en defensores apasionados, capaces de justificar incluso las decisiones más polémicas.
“Un votante convencido por estas estrategias emocionales puede llegar a ser un activista sumamente comprometido con la causa. En el caso de Trump, además de ser una persona pública, es una marca. Estas técnicas generan un sentido de pertenencia a él, a sus valores y a su forma de ser, como si fueras parte de sus causas”, señala el experto.
Pineda también destaca que Trump ha utilizado el miedo como una eficaz herramienta emocional, especialmente al otorgar relevancia a amenazas externas como la inmigración ilegal o la competencia comercial de China. “Es capaz de infundir miedo hacia el contrincante, impulsar la sensación del voto valioso y motivar la confianza en un personaje ejemplarizante”, afirma.
El peso de las emociones en la política contemporánea
El marketing político emocional no es exclusivo de Trump, pero su personal implementación ha sido notablemente eficaz en movilizar a millones de personas en Estados Unidos. Este enfoque, conocido también como neuropolítica, utiliza canales cuidadosamente seleccionados para difundir mensajes emocionales que resuenen con las preocupaciones y esperanzas de los votantes.
“Trump promete devolverle a Estados Unidos su grandeza, lo que genera orgullo. Pero también infunde miedo y promueve indignación hacia sus opositores, creando un apego emocional profundo entre sus seguidores”, concluye Pineda.
El caso de Donald Trump sigue siendo un ejemplo emblemático de cómo las emociones pueden moldear el panorama político y convertir a los votantes en defensores fervientes, especialmente frente a críticas y controversias.