David Ogilvy: El visionario que transformó la publicidad en una ciencia de ventas y ética

David Ogilvy: El visionario que transformó la publicidad en una ciencia de ventas y ética
David Mac­ken­zie Ogilvy, naci­do el 23 de junio de 1911 en Surrey, Ingla­te­rra, es una de las figu­ras más influ­yen­tes en la his­to­ria de la comu­ni­ca­ción cor­po­ra­ti­va. De orí­ge­nes modes­tos, ejer­ció en su juven­tud ofi­cios de lo más disí­mi­les: des­de chef en París has­ta ven­de­dor de estu­fas en Esco­cia y agri­cul­tor en una comu­ni­dad Amish en Pen­sil­va­nia. Y qui­zás gra­cias a estas expe­rien­cias, Ogilvy for­jó un enfo­que revo­lu­cio­na­rio hacia el mar­ke­ting: humano, empá­ti­co y pro­fun­da­men­te racio­nal, superan­do la publi­ci­dad mera­men­te artís­ti­ca para cen­trar­la en la efec­ti­vi­dad y el res­pe­to por el con­su­mi­dor.

Su paso por el Ins­ti­tu­to de Inves­ti­ga­ción Gallup en Esta­dos Uni­dos fue cru­cial, ense­ñán­do­le la impor­tan­cia de la inves­ti­ga­ción exhaus­ti­va antes de la redac­ción de cual­quier tex­to publi­ci­ta­rio (copy). Esta filo­so­fía se con­vir­tió en la pie­dra angu­lar de su agen­cia, fun­da­da en 1948 como Hewitt, Ogilvy, Ben­son & Mather. Con una inver­sión ini­cial de solo 6.000 USD, Ogilvy tenía una visión cla­ra y audaz: crear publi­ci­dad que “real­men­te ven­die­ra”. Fue él quien acu­ñó fra­ses que se vol­vie­ron máxi­mas en la indus­tria, como “si un anun­cio no ven­de, no es crea­ti­vo” y “el clien­te no es un idio­ta, es tu espo­sa”, refle­jan­do su pro­fun­da con­vic­ción en la inte­li­gen­cia del con­su­mi­dor y la nece­si­dad de una comu­ni­ca­ción hones­ta y efec­ti­va.

Las cam­pa­ñas diri­gi­das por Ogilvy no solo crea­ron anun­cios memo­ra­bles, sino que trans­for­ma­ron la per­cep­ción y el éxi­to de mar­cas glo­ba­les. El míti­co anun­cio para cami­sas Hatha­way intro­du­jo al enig­má­ti­co “hom­bre del par­che en el ojo”, gene­ran­do un aura de mis­te­rio y dis­tin­ción alre­de­dor del pro­duc­to. Para Rolls-Roy­ce en 1958, Ogilvy escri­bió el icó­ni­co titu­lar: “At 60 miles an hour the lou­dest noi­se in this new Rolls‑Royce comes from the elec­tric clock” (“A 60 millas por hora, el rui­do más fuer­te en este nue­vo Rolls-Roy­ce pro­vie­ne del reloj eléc­tri­co”), una pie­za magis­tral­men­te ela­bo­ra­da que, aun­que car­ga­da de datos téc­ni­cos, pri­vi­le­gia­ba la cre­di­bi­li­dad sobre la orna­men­ta­ción. Su tra­ba­jo para Dove, con la cam­pa­ña Only Dove is one‑quarter mois­tu­ri­zing cream (Solo Dove es un cuar­to de cre­ma hidra­tan­te), con­so­li­dó el pro­duc­to median­te un bene­fi­cio real, tan­gi­ble y dife­ren­cia­do, que lo dis­tin­guió cla­ra­men­te de la com­pe­ten­cia.

Los cin­co pila­res de su filo­so­fía y un lega­do glo­bal

La filo­so­fía de mar­ke­ting que David Ogilvy cons­tru­yó pue­de con­den­sar­se en cin­co ejes fir­mes que siguen sien­do influ­yen­tes hoy en día:

  • Ven­tas pri­me­ro: La publi­ci­dad, según Ogilvy, debe impul­sar resul­ta­dos medi­bles y con­cre­tos, y no solo bus­car sor­pren­der o cau­ti­var al públi­co. La crea­ti­vi­dad debe estar al ser­vi­cio de la efec­ti­vi­dad comer­cial.
  • Inves­ti­ga­ción de mer­ca­do: Con­si­de­ra­da esen­cial y prio­ri­ta­ria antes de escri­bir cual­quier copy. La data y el enten­di­mien­to pro­fun­do del con­su­mi­dor son el fun­da­men­to de cada cam­pa­ña exi­to­sa.
  • Crea­ti­vi­dad con pro­pó­si­to: Las gran­des ideas deben ser sim­ples, pero siem­pre ali­nea­das con datos, un tono de mar­ca cla­ro y un obje­ti­vo comer­cial bien defi­ni­do.
  • Cons­truc­ción de mar­ca: Ogilvy abo­ga­ba por la crea­ción de una per­so­na­li­dad pro­pia y dis­tin­ti­va para cada pro­duc­to, ase­gu­ran­do cohe­ren­cia y fomen­tan­do la fide­li­dad del clien­te a lar­go pla­zo.
  • Selec­ción de talen­to: Su enfo­que era con­tra­tar a per­so­nas bri­llan­tes y dar­les la auto­no­mía nece­sa­ria para asu­mir res­pon­sa­bi­li­da­des, fomen­tan­do un ambien­te de apren­di­za­je con­ti­nuo y empo­de­ra­mien­to den­tro de la agen­cia.

Los libros de David Ogilvy con­ti­núan sien­do guías fun­da­men­ta­les para pro­fe­sio­na­les del mar­ke­ting y la publi­ci­dad. Con­fes­sions of an Adver­ti­sing Man (1963) se con­vir­tió en un best-seller con más de un millón de ejem­pla­res ven­di­dos y es con­si­de­ra­do una “biblia publi­ci­ta­ria”. Pos­te­rior­men­te, Ogilvy on Adver­ti­sing (1983) sir­vió como un manual prác­ti­co inva­lua­ble para redac­to­res y estra­te­gas.

Tras su reti­ro en 1973, David Ogilvy se tras­la­dó a su cas­ti­llo en Touf­fou, Fran­cia, don­de falle­ció el 21 de julio de 1999 a los 88 años. Su lega­do ins­ti­tu­cio­nal per­sis­te y es glo­bal. Ogilvy & Mather, par­te del hol­ding WPP des­de 1989, ope­ra en cer­ca de 120 paí­ses con más de 450 ofi­ci­nas y miles de pro­fe­sio­na­les. La agen­cia sue­le ser reco­no­ci­da en diver­sos fes­ti­va­les publi­ci­ta­rios, man­te­nien­do viva la filo­so­fía de su fun­da­dor.

David Ogilvy no solo fue un arqui­tec­to de la publi­ci­dad moder­na, sino que trans­for­mó la dis­ci­pli­na en una pro­fe­sión cimen­ta­da en la éti­ca, la efi­ca­cia y el arte del copy. Su lega­do va más allá de la cons­truc­ción de mar­cas: rede­fi­nió para siem­pre el mar­ke­ting cor­po­ra­ti­vo y, con ello, la cul­tu­ra crea­ti­va glo­bal. Su influen­cia se sien­te en cada cam­pa­ña que bus­ca conec­tar genui­na­men­te con el con­su­mi­dor, demos­tran­do que la inte­li­gen­cia y la hones­ti­dad son las herra­mien­tas más pode­ro­sas en la comu­ni­ca­ción.

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