WPP, el gigante publicitario británico, reconocido como el mayor grupo publicitario del mundo, atraviesa una de las etapas más difíciles de su historia reciente: la compañía se encuentra en una carrera desesperada por integrar la inteligencia artificial generativa antes de que la misma termine de perforar las bases de su modelo de negocio. La crisis se agrava por una combinación de factores que incluyen fuga de talento, pérdida significativa de valor bursátil y un prolongado ciclo de reestructuraciones en sus agencias globales.
WPP es dueña de una constelación de agencias globales de publicidad, marketing y relaciones públicas, entre ellas Ogilvy, Burson, Hill+Knowlton Strategies y FGS Global. En los últimos años, estas agencias han experimentado un proceso caótico de fusiones, rebranding y reestructuraciones sin un rumbo claro. Según fuentes internas citadas por medios financieros, este proceso constante de “fusionar y refundir” marcas busca reencontrar un camino que WPP parece haber perdido hace tiempo, atrapado entre estructuras heredadas del siglo XX y la imparable disrupción digital del presente.
La IA frente a la inercia cultural
A pesar de los esfuerzos por modernizar su oferta, como la creación de la plataforma WPP Open basada en IA o las alianzas estratégicas con gigantes tecnológicos como Google, Microsoft y Nvidia, la compañía ha visto cómo el valor de sus acciones han caído hasta niveles cercanos a los mínimos de los últimos cinco años. La percepción del mercado es que la velocidad de adaptación de WPP es insuficiente frente a nuevos competidores más ligeros y plataformas tecnológicas que han logrado atraer tanto el talento emergente como la atención de los anunciantes globales. Esta situación evidencia un desafío no solo tecnológico, sino también estructural y cultural.
Mark Read, CEO de WPP desde 2018 tras la salida de Sir Martin Sorrell, ha centrado sus dos últimos años de gestión en impulsar la adopción de la inteligencia artificial. Sin embargo, la presión sobre la compañía no cesa: los clientes continúan recortando presupuestos, los márgenes de beneficio están en declive constante, se ha producido una notable fuga de ejecutivos clave y la cultura corporativa adolece de una inercia que dificulta la implementación de cambios rápidos y profundos.
“Mi mayor prioridad ha sido asegurar que WPP tenga éxito en esta era de la IA”, declaró Read, aunque reconoció que el cambio cultural y operativo ha resultado ser mucho más complejo de lo esperado. La compañía aún cuenta con una fuerza laboral de más de 100.000 empleados distribuidos en 110 países. Sin embargo, su tamaño, que antes era una fortaleza inquebrantable, ya no garantiza la relevancia en un entorno dominado por el análisis de datos, la automatización de procesos y una creatividad cada vez más híbrida.
Frente a esta incertidumbre, los analistas del sector se preguntan si WPP será capaz de reinventarse con la agilidad y la determinación que exige el mercado actual. De no hacerlo, acabará siendo arrastrada por la misma ola tecnológica que otros actores han sabido surfear con mayor éxito y determinación.
El panorama para la industria publicitaria es de transformación radical. “La industria publicitaria está cambiando más en cinco años de IA que en las tres décadas anteriores”, advertía esta misma semana un informe del Bank of America. Para WPP, un actor central en este ecosistema global, el tiempo se agota, y la necesidad de una reinvención profunda y ágil es más urgente que nunca para asegurar su supervivencia y relevancia en la era de la inteligencia artificial.