La campaña de lavado de imagen de Facebook es boicoteada por un activista londinense

bo2La publi­ci­dad exte­rior final­men­te se ha posi­cio­na­do como la favo­ri­ta y atrae cada vez más pre­su­pues­to de mar­ke­ting de las com­pa­ñías. A pesar de su leve decre­ci­mien­to a raíz de la efer­ves­cen­cia de los mar­ke­te­ros ante lo digi­tal, y tras haber expe­ri­men­ta­do en muchos casos un dolo­ro­so revés, han vuel­to en masa a las mar­que­si­nas, vallas y mupis de las ciu­da­des.

La visi­bi­li­dad que ofre­ce este for­ma­to es una de sus gran­des ven­ta­jas. Lo que no ha pasa­do des­aper­ci­bi­do para un artis­ta lon­di­nen­se que ha que­ri­do uti­li­zar­lo para empren­der una feroz cam­pa­ña de aco­so y derri­bo con­tra Face­book y sus malas prác­ti­cas en tér­mi­nos de pri­va­ci­dad, noti­cias fal­sas y uso de datos.

Si creía­mos que el escán­da­lo de la red social y la com­pa­ñía Cam­brid­ge Analy­ti­ca comen­za­ba a caer en el olvi­do, pare­ce que esta acción se ha pro­pues­to reavi­var la polé­mi­ca. Y, de momen­to, lo ha con­se­gui­do.

Los men­sa­jes que se pue­den leer en las mar­que­si­nas de Lon­dres rezan: “Las noti­cias fal­sas no son nues­tras ami­gas, son una gran fuen­te de ingre­sos” o “El mal uso de los datos no es nues­tro ami­go, es nues­tro mode­lo de nego­cio”.

boUnas sen­ten­cias que han lla­ma­do la aten­ción de la gen­te, sobre todo por­que van acom­pa­ña­das por el logo de Face­book, algo que ha lle­va­do a muchos a pen­sar que se tra­ta­ba de una ini­cia­ti­va de la pla­ta­for­ma social.

Pero nada más lejos de la reali­dad. Tan solo se tra­ta de un boi­cot de Pro­test Sten­cil a la cam­pa­ña que Face­book ha empren­di­do en nume­ro­sas ciu­da­des para lim­piar su ima­gen y que bus­ca denun­ciar las prác­ti­cas poco éti­cas de la red social y que, de momen­to, poco pare­ce haber afec­ta­do a la com­pa­ñía de Mark Zuc­ker­berg.

No es la pri­me­ra vez que esta cam­pa­ña es “tro­lea­da” por los ciu­da­da­nos pues, hace tan solo un mes, unas pin­ta­das que apa­re­cie­ron sobre la cam­pa­ña en Aus­tra­lia deja­ban en evi­den­cia a la com­pa­ñía.