Las agencias, en los últimos meses no han tenido más opción que el “home office”, por lo tanto, han sustituido las otrora omnipresentes reuniones por las videoconferencias, convertidas a la postre en una suerte de cordón umbilical con sus clientes.
Pero, ¿es suficiente el teletrabajo y unas cuantas videoconferencias para reemplazar por completo la actividad laboral en las agencias? Parece que no y en artículo para Horizont, Michael Schipper detalla las razones:
1. La magia de lugar
Es obvio que como seres humanos que somos preferimos reunirnos con otras personas en lugares rebosantes de inspiración, de la misma manera que nuestros ancestros se congregaban en torno al fuego por la noche para contar historias.
Los lugares revestidos de magia juegan también un rol muy importante en las agencias. Al fin y al cabo, los ambientes laborales revestidos de inspiración estimulan el trabajo en equipo y al pensamiento creativo, mientras que los lugares triviales lo que hacen es bloquear la creatividad y, de paso, afectan al espíritu de unidad.
Sin embargo, desde que la pandemia irrumpiera en nuestras vidas las oficinas se han convertido en lugares vetados. Y los empleados de las agencias crean hogueras artificiales en torno a las videollamadas.
Algunos aparecen en las videoconferencias con sus escritorios lleno hasta los topes de material de oficina, otros prefieren colocarse tras estanterías rebosantes de libros y algunos son más imaginativos y utilizan como fondo la imagen de una playa paradisiaca. Lo cierto es que los fondos escogidos guardan mensajes en lo más recóndito de sus entrañas para quien quiera descubrirlos.
2. Autismo digital
Las videoconferencias, aunque útiles, causan honda irritación a quienes participan en ellas. No en vano, ser confrontado con una presentación de PowerPoint sin ver a quien está presentando es del todo anómalo al faltar un rostro que le de “realidad” a lo que está siendo mostrado. Algunos participantes en las videoconferencias se comportan, de hecho, como auténticos autistas digitales. Están conectados, pero son totalmente intangibles en el plano humano.
Puede que las videoconferencias sean suficientes para el mero intercambio de información, pero no reemplazan en modo alguno el vívido intercambio de pareceres entre personas reunidas en el mismo espacio físico.
En las agencias, la comunicación interpersonal es lo que procura sustento en último término al negocio. El desarrollo de una comunicación verdaderamente inspiradora requiere que los participantes compartan espacio y tiempo para conectar entre sí, nada mejor para conectar que hablar al calor de un café espresso o de una pizza recién hecha.
Las videoconferencias son en realidad terriblemente flojas. ¿Qué sucede, por ejemplo, si un empleado no dice ni mu durante una videollamada? ¿Está aburrido, no le interesa lo que se está hablando o está quizás pensando? Es terriblemente difícil hacer un juicio de valor de este tipo habiendo una pantalla de por medio.
Al fin y al cabo, las pantallas son ciegas a las señales emocionales emitidas por los participantes en las videollamadas. Las verdaderas experiencias de grupo y los sentimientos reales solo acontecen en el mundo real.
3. Centros de energía creativa
Es evidente que en el plano económico y ecológico el “home office” pone mejores resultados sobre la mesa que las tradicionales oficinas de toda la vida.
Trabajando desde casa, los trabajadores de las agencias ahorran tiempo y dinero desplazándose al lugar de trabajo y ven mermados asimismo los viajes de negocios. Además, los empleados tienen la posibilidad de gestionar mejor su jornada laboral y adaptar sus horas de trabajo a su particular rutina diaria.
Así y todo, en las agencias y en toda compañía que tenga la creatividad como materia prima, la magia de un lugar común de reunión forma parte indispensable de su cultura corporativa. Por ejemplo, ¿qué habría pasado si no hubiera existido el legendario garaje de Los Altos (California) donde Steve Jobs y Steve Wozniak alumbraron juntos el primer ordenador de Apple?
Las grandes ideas emergen casi siempre en las reuniones cara a cara. Solo allí se discute de verdad y las discusiones son realmente productivas.
En el “home office”, en cambio, tendemos a neutralizar nuestros puntos de vista y nos coartamos a nosotros mismos a la hora de poner en tela de juicio las opiniones de los demás.
En conclusión, las oficinas son y serán siempre los particulares centros de energía creativa de las agencias.