VML THE COCKTAIL revela cómo las emociones construyen el valor de marca

VML THE COCKTAIL revela cómo las emociones construyen el valor de marca
Defi­ni­ti­va­men­te, la rapi­dez y la efi­cien­cia de las mar­cas ya no son sufi­cien­tes para dife­ren­ciar­se. Aho­ra, su valor resi­de en su capa­ci­dad para cons­truir rela­cio­nes sig­ni­fi­ca­ti­vas. Un aná­li­sis del sec­tor, refor­za­do por estu­dios de la Uni­ver­si­dad de Har­vard, deter­mi­nó que el 95% de las deci­sio­nes de com­pra son incons­cien­tes y están fuer­te­men­te influen­cia­das por las emo­cio­nes. Este para­dig­ma ha impul­sa­do a las com­pa­ñías a ir más allá de las tran­sac­cio­nes para crear expe­rien­cias con pro­pó­si­to.

En este con­tex­to, VML THE COCK­TAIL, una com­pa­ñía de trans­for­ma­ción crea­ti­va, ha desa­rro­lla­do una uni­dad de nego­cio enfo­ca­da en el expe­rien­tial para ayu­dar a las mar­cas a cons­truir rela­cio­nes dura­de­ras con sus clien­tes. Pau­la Viz­caino, head of expe­rien­tial en la agen­cia, afir­ma que la tec­no­lo­gía por sí sola es insu­fi­cien­te. “En VML THE COCK­TAIL esta­mos con­ven­ci­dos de que la cla­ve para cons­truir rela­cio­nes dura­de­ras es dise­ñar expe­rien­cias con sen­ti­do, don­de la emo­ción, la empa­tía y el pro­pó­si­to sean los ver­da­de­ros moto­res de la cone­xión”, expli­ca. En esta línea, la empre­sa ha iden­ti­fi­ca­do cua­tro enfo­ques sus­tan­cia­les para dise­ñar expe­rien­cias que conec­tan de for­ma genui­na con los usua­rios.

Un nue­vo enfo­que en la expe­rien­cia del clien­te

Una de las cla­ves es lograr un equi­li­brio entre lo digi­tal y lo humano. La tec­no­lo­gía ofre­ce efi­cien­cia, pero la empa­tía y la per­so­na­li­za­ción son insus­ti­tui­bles en momen­tos crí­ti­cos. Con el uso masi­vo de la inte­li­gen­cia arti­fi­cial, los con­su­mi­do­res pre­fie­ren inter­ac­cio­nes más huma­nas. Esto ha impul­sa­do mode­los híbri­dos don­de la tec­no­lo­gía se encar­ga de las tareas ruti­na­rias, mien­tras que el con­tac­to humano se reser­va para fide­li­zar y resol­ver situa­cio­nes sen­si­bles. Un infor­me de Zen­desk res­pal­da esta idea, seña­lan­do que el 64% de los con­su­mi­do­res con­fía más en agen­tes de IA que mues­tran ras­gos como ama­bi­li­dad y empa­tía. En este sen­ti­do, el aná­li­sis de sen­ti­mien­tos se ha con­ver­ti­do en una herra­mien­ta cla­ve para adap­tar los ser­vi­cios al esta­do emo­cio­nal de cada clien­te.

Otra estra­te­gia impres­cin­di­ble es el uso del neu­ro­mar­ke­ting sen­so­rial y el story­te­lling emo­cio­nal. Ape­lar al uso de soni­dos, olo­res y tex­tu­ras pue­de acti­var dis­tin­tas áreas del cere­bro y gene­rar aso­cia­cio­nes posi­ti­vas. De igual for­ma, las his­to­rias autén­ti­cas que des­pier­tan empa­tía, ale­gría o nos­tal­gia conec­tan con el públi­co a nivel per­so­nal. El aná­li­sis de VML THE COCK­TAIL des­ta­ca el uso de tec­no­lo­gías como el reco­no­ci­mien­to facial o la medi­ción de la fre­cuen­cia car­día­ca para obte­ner métri­cas obje­ti­vas sobre el impac­to emo­cio­nal de las cam­pa­ñas. Del mis­mo modo, la reali­dad aumen­ta­da y la reali­dad vir­tual per­mi­ten crear his­to­rias inmer­si­vas que esti­mu­lan áreas cere­bra­les liga­das a la emo­ción y la memo­ria, hacien­do la expe­rien­cia más envol­ven­te y sig­ni­fi­ca­ti­va.

Capa­ci­ta­ción en empa­tía y pro­gra­mas de fide­li­za­ción emo­cio­nal

Ade­más de las herra­mien­tas tec­no­ló­gi­cas, la capa­ci­ta­ción en empa­tía e inte­li­gen­cia emo­cio­nal es cla­ve para los equi­pos de aten­ción al clien­te. Un estu­dio de Forres­ter indi­ca que el 85% de los clien­tes eli­ge mar­cas que entien­den sus emo­cio­nes y nece­si­da­des. Meto­do­lo­gías como role pla­ying y simu­la­cio­nes refuer­zan la capa­ci­dad de los emplea­dos para res­pon­der con auten­ti­ci­dad y sen­si­bi­li­dad en cual­quier con­tex­to.

Como cuar­ta con­clu­sión, en lugar de los tra­di­cio­na­les pro­gra­mas de pun­tos, las recom­pen­sas basa­das en emo­cio­nes y valo­res com­par­ti­dos se han con­so­li­da­do como el camino más efec­ti­vo. Even­tos exclu­si­vos, talle­res per­so­na­li­za­dos o comu­ni­da­des acti­vas refuer­zan el sen­ti­do de per­te­nen­cia de los clien­tes. Al invo­lu­crar­los en deci­sio­nes cla­ve y medir cons­tan­te­men­te el impac­to emo­cio­nal de estas accio­nes, las mar­cas pue­den ajus­tar sus estra­te­gias en tiem­po real y maxi­mi­zar la cone­xión con sus públi­cos. En sín­te­sis, el valor dife­ren­cia­dor ya no es solo lo que se ofre­ce, sino cómo se hace sen­tir a los clien­tes.

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