Para mejorar la comunicación y hacerla más efectiva y eficaz es posible, tan sólo se debe estar dispuesto a hacer un pequeño cambio de hábitos. Para ello, se puede utilizar la herramienta denominada “GOD”, ‑acrónimo de las palabras generalizar, omitir y distorsionar-.
Gonzalo Martínez de Miguel, CEO de INFOVA y director del Acelerador del talento Directivo, indica que esta herramienta fue creada por la Programación Neurolingüística (PNL), en su afán por encontrar un conjunto de modelos, habilidades cognitivas y técnicas para actuar, pensar y sentir, de forma efectiva, en todos los aspectos de la vida. Para mejorar la comunicación, la PNL buscó a las personas que tenían la habilidad de comunicarse eficientemente. Querían comprobar qué hacían y qué no, para averiguar la razón de su habilidad. Y se descubrió que estos no realizaban tres acciones cuando dialogaban con otras personas, mientras que el resto si hacía.
“Estas tres acciones son generalizar, omitir y distorsionar, y son las responsables de enturbiar o ensuciar nuestra comunicación”, explica el director de INFOVA, que comenta que si se dejan de hacer, mejorará nuestra habilidad para expresarnos y se nos entenderá mejor.
Generalizar: cuando utilizamos palabras como siempre, nunca, cada vez, nadie, todos…, usamos generalizaciones que tienden a exagerar. Pero rara vez algo es siempre, o algo es nunca, por ejemplo decir, “siempre llegas tarde”, “nunca me escuchas”, “cada vez que te encargo algún proyecto, tengo que terminarlo yo”, es ser injusto y exagerado. Esto además provoca que el interlocutor se sienta atacado y en la obligación de defenderse, lo que provoca un diálogo nada eficiente. En contraposición a la generalización, encontramos la concreción, lo que sería definir exactamente, por ejemplo, qué días se ha llegado tarde, qué proyectos no se han acabado o cuándo no se ha escuchado. Gonzalo Matínez de Miguel explica, “cuando se está en el uso de la palabra hay que ser concreto, y si es el interlocutor el que está generalizando, hay que pedirle que concrete, que explique exactamente su problema. Invitar a concretar es más efectivo que concretar uno mismo la conversación del otro, para evitar así que la otra persona tienda a enrocarse en tener la razón, e intentar defenderse”.
Omitir: cuando algo se cuenta, no se cuenta todo, tendemos a omitir información. Cada día cuando hablamos del trabajo de un colaborador o de un compañero, describimos la realidad, pero no describimos toda. Y normalmente nos enfocamos en la parte que nos preocupa. Por ejemplo al comunicarse con un trabajador que está desempeñando un trabajo muy amplio, en el que hay una parte que funciona y una parte que no, generalmente se pone el foco en esta última, que es la que preocupa, omitiendo todo lo que va bien. De esta forma el trabajador siente que se está haciendo un juicio sesgado y se ve en la obligación de completar el discurso o justificarse, lo que una vez más hace ineficaz la comunicación.
El antídoto contra la omisión es completar. “Así, si se está en el uso de la palabra, hay que tratar de no omitir, e igual que hablas de lo que no ha funcionado, reconoce lo que está bien hecho. Si por el contrario eres el interlocutor que siente que se está dando una información sesgada, anima al otro a que complete” advierte el director de INFOVA.
Distorsionar: distorsionamos la realidad utilizando adjetivos aumentativos, superlativos, que terminan cambiando la realidad. Por ejemplo, si al terminar una reunión la definimos como horrorosa, cuando en realidad lo que ha sido es larga, eso es una distorsión. Si un proyecto es complejo, es complejo, no imposible. Este tipo de descripciones las solemos hacer cuando las cosas no han ido como uno quería. “Esto también se hace al calificar el trabajo de un colaborador, y cuando lo escucha el responsable de ese trabajo, se siente dolido y le resulta injusto. Y una vez más en la obligación de defenderse, o en la obligación de explicarse” comenta Gonzalo Martínez de Miguel. El antídoto contra la distorsión es la precisión. En este sentido el experto recomienda ser precisos. Y repetir y parafrasear las palabras que distorsionan, cuando no se está siendo preciso con nosotros. Y es que al escuchar ciertas expresiones exageradas de la boca de otras personas, tendemos a corregir y precisar un discurso que nos parece desmesurado.
Por último, Gonzalo Martinez de Miguel advierte que “el ser humano crea la realidad a través de las palabras, la forma que yo describo la realidad, también configura la realidad. Y es que nos convencemos de lo que decimos, por ello una buena opción es utilizar palabras que no distorsionen los hechos de manera negativa, y de distorsionar hacerlo en favor de uno mismo. O lo que es lo mismo, no ensuciar dicha realidad describiéndola y deformándola injustamente y jugando en tu propia contra”.