Seis reflexiones para conocer a los candidatos

A las puer­tas de unas elec­cio­nes en la Comu­ni­dad de Madrid…

Hay dife­ren­tes esti­los de lide­raz­go. Así está el que se podría con­si­de­rar como domi­nan­te, exclu­yen­te, natu­ral, intui­ti­vo, pasan­do por esti­los desa­rro­lla­do­res y sere­nos o tam­bién esti­los más tec­nó­cra­tas. Estos esti­los exis­ten inde­pen­dien­te­men­te de si habla­mos de líde­res empre­sa­ria­les, depor­ti­vos, fami­lia­res y, por su pues­to, polí­ti­cos.

En el momen­to que vivi­mos, a las puer­tas de unas nue­vas elec­cio­nes en la Comu­ni­dad de Madrid, Gon­za­lo Mar­tí­nez de Miguel, CEO de INFO­VA y direc­tor del Ace­le­ra­dor del talen­to Direc­ti­vo, indi­ca que con­vie­ne tener en cuen­ta una serie de refle­xio­nes, para que poda­mos per­ci­bir qué tipos de líde­res son los can­di­da­tos que los dife­ren­tes par­ti­dos han colo­ca­do al fren­te de sus lis­tas.

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El lide­raz­go es una per­cep­ción. Lide­rar es la capa­ci­dad de influir en el com­por­ta­mien­to de otras per­so­nas, de dar­les direc­ción e ins­pi­rar­les para actuar. En el lide­raz­go polí­ti­co, más que ser buen líder, se tra­ta de lo bueno que pare­ces ser. “Es decir se tra­ta de ser hones­to, tener gran voca­ción de ser­vi­cio, ser con­sis­ten­te, ecuá­ni­me y sereno ante la difi­cul­tad, pero más de que así sea per­ci­bi­do por otros. Aun­que es cier­to que la for­ma más fácil de que los demás te aso­cien con cier­tos atri­bu­tos de lide­raz­go, es tener­los”, advier­te. Y es que según apun­ta pre­ten­der ser lo que no se es, es muy difí­cil de man­te­ner, y al final la reali­dad aflo­ra. Por este moti­vo, los líde­res polí­ti­cos tie­nen ase­so­res de ima­gen, que cui­dan de que sus can­di­da­tos ten­gan ima­gen sóli­da y atrac­ti­va para los votan­tes. Pero Mar­tí­nez de Miguel comen­ta que “dar una deter­mi­na­da ima­gen es algo que unos can­di­da­tos hacen cla­ra­men­te mejor que otros”.

¿Se quie­re a un líder trans­for­ma­dor o buen ges­tor? Hablan­do de cual­quier tipo de gobierno, la pre­gun­ta que deben hacer­se los votan­tes, es qué tipo de líder quie­ren. Un líder que haga soñar con una situa­ción dife­ren­te, una comu­ni­dad dis­tin­ta, que trans­for­me la ciu­dad, que ins­pi­re, o se está bus­can­do un ges­tor. Es decir alguien que ten­ga la ciu­dad fun­cio­nan­do, lim­pia, segu­ra y orde­na­da. Estos son per­fi­les dis­tin­tos, según Mar­tí­nez de Miguel, que indi­ca que no es lo mis­mo ges­tio­nar que lide­rar. “En muchos momen­tos hace más fal­ta ges­tión que lide­raz­go, pero la ins­pi­ra­ción tam­bién es impor­tan­te, lo mejor sería que ambos per­fi­les se com­bi­na­sen. Pero de no haber un can­di­da­to así, hay que pre­gun­tar­se que se quie­re votar, un ges­tor o un líder”, advier­te.

¿Can­di­da­to o par­ti­do? Esta­mos eli­gien­do un pre­si­den­te o esta­mos eli­gien­do un par­ti­do polí­ti­co. A su jui­cio, pare­ce cla­ro que debe­mos ele­gir un pre­si­den­te, pero en el fon­do esta­mos votan­do al que nos pare­ce mejor can­di­da­to. Es decir, se está valo­ran­do a la per­so­na que mejor hable en públi­co, el que resul­ta más atrac­ti­vo, inci­si­vo o mejor reba­te las embes­ti­das del otro. Pero advier­te que todo lo ante­rior, pue­de cali­fi­car a alguien como buen can­di­da­to, pero no como buen pre­si­den­te. El hecho de ganar un deba­te polí­ti­co, no hace a uno mejor gober­nan­te. De hecho “hay bue­nos can­di­da­tos que serían malos pre­si­den­tes y malos can­di­da­tos, que serían bue­nos pre­si­den­tes”. Por otro lado hay quién no se fija en la cali­dad del can­di­da­to, y sen­ci­lla­men­te vota en fun­ción del par­ti­do que repre­sen­ta. “Sin duda esa es una opción, pero para eso no harían fal­ta los deba­tes, entre­vis­tas, cam­pa­ñas, etc”, opi­na.

Un líder debe saber para quién habla. Así debe­rá adap­tar su tono según su audien­cia. No se pue­de hablar igual en una reu­nión de par­ti­da­rios con­ven­ci­dos, que en un foro don­de le pue­den estar escu­chan­do muchas per­so­nas, que tie­nen que tomar la deci­sión de apo­yar­le o no. Muchos líde­res polí­ti­cos solo hablan para sus afi­lia­dos, pero sin tener en cuen­ta que esos ya están con­ven­ci­dos. Los líde­res deben hablar para que los demás les vean como uno de ellos. Y es que según el exper­to en lide­raz­go, “la iden­ti­dad es bási­ca y los líde­res polí­ti­cos nece­si­tan que cuan­do los votan­tes los miran, pien­sen esta per­so­na es uno de noso­tros”. Aña­de que “en las elec­cio­nes es intere­san­te ver como los dis­tin­tos can­di­da­tos inten­tan defi­nir colec­ti­vos de votan­tes, que les sean pro­pi­cios, a tra­vés de enti­da­des con­cre­tas. Por ejem­plo los que aman la liber­tad, los que aman la demo­cra­cia, los humil­des, los mode­ra­dos, la cas­ta…”. Sobre la comu­ni­ca­ción tam­bién advier­te que la fle­xi­bi­li­dad en el tono es esen­cial, si no se quie­re movi­li­zar a los votan­tes de los otros par­ti­dos, en lugar del tuyo.

Dife­ren­cia entre fir­me­za y agre­si­vi­dad. Lo que tie­ne que ver con la aser­ti­vi­dad. En estas elec­cio­nes, y en otras muchas, vemos a can­di­da­tos que se mani­fies­tan con mucha agre­si­vi­dad, y es preo­cu­pan­te que esto sea per­ci­bi­do como una cua­li­dad de quien lide­ra. Es dife­ren­te la agre­si­vi­dad de la fir­me­za, y su dis­tin­ción tie­ne que ver con la pues­ta en esce­na, con cómo exi­gi­mos lo que con­si­de­ra­mos nues­tro dere­cho, en lo que con­si­de­ra­mos que es jus­to. “Cuan­do vives en socie­dad, tie­nes dere­cho a sen­tir lo que quie­ras, pero no hacer lo que quie­ras. Los gri­tos, la fal­ta de res­pe­to, de edu­ca­ción, la agre­si­vi­dad sugie­ren la fal­ta de recur­sos para lide­rar” seña­la.

Pen­sa­mos en indi­vi­duos, pero en reali­dad esta­mos eli­gien­do equi­pos. Cono­ce­mos a los can­di­da­tos, pero muy pocas per­so­nas cono­cen a sus equi­pos. Pero en las elec­cio­nes tene­mos que ele­gir a la cabe­za de un equi­po de pro­fe­sio­na­les, que no cono­ce­mos y que son los que van a ges­tio­nar la admi­nis­tra­ción. Los mejo­res pre­si­den­tes son los que se rodean de un equi­po de cola­bo­ra­do­res com­pe­ten­tes, que son los que van a hacer el tra­ba­jo coti­diano. De hecho la capa­ci­dad para ele­gir bien a los cola­bo­ra­do­res, debe­ría ser una cua­li­dad prin­ci­pal del líder. Y es que son los equi­pos los que van a mar­car la dife­ren­cia y los que nos debe­rían impor­tar. Por este moti­vo con­si­de­ra que “los can­di­da­tos debe­rían pre­su­mir más de las per­so­nas que les acom­pa­ñan, en lugar de cen­trar­se en ellos mis­mos”.