Preply: Radiografía de los hábitos de los españoles con los mensajes de voz.

Preply: Radiografía de los hábitos de los españoles con los mensajes de voz.
La pre­fe­ren­cia por comu­ni­car­se a tra­vés de notas de voz o de men­sa­jes de tex­to reve­la intere­san­tes dife­ren­cias gene­ra­cio­na­les, según un recien­te estu­dio de Preply, la pla­ta­for­ma onli­ne de apren­di­za­je de idio­mas. Mien­tras que la Gene­ra­ción Z y los millen­nials han inte­gra­do los audios como una alter­na­ti­va natu­ral de su día a día, valo­ran­do su rapi­dez, cer­ca­nía y espon­ta­nei­dad, las gene­ra­cio­nes mayo­res, como los boo­mers, los con­si­de­ran una herra­mien­ta secun­da­ria, menos fre­cuen­te y fami­liar.

La Gene­ra­ción Z lide­ra en el uso del audio en la comu­ni­ca­ción dia­ria

Para com­pren­der estos hábi­tos y las mar­ca­das dife­ren­cias gene­ra­cio­na­les, Preply lle­vó a cabo una exhaus­ti­va inves­ti­ga­ción entre­vis­tan­do a más de 1.500 per­so­nas en 20 de las prin­ci­pa­les ciu­da­des espa­ño­las. La encues­ta des­ve­la los patro­nes de uso de quie­nes han adop­ta­do los men­sa­jes de voz como su for­ma­to de comu­ni­ca­ción pre­fe­ri­do, así como los rece­los de quie­nes optan por evi­tar­los siem­pre que les es posi­ble.

El estu­dio arro­ja luz sobre el terreno gana­do por los audios en la comu­ni­ca­ción coti­dia­na en Espa­ña, seña­lan­do que, en pro­me­dio, cada espa­ñol envía o reci­be 5,5 men­sa­jes de voz al día. Sin embar­go, esta cifra pro­me­dio ocul­ta una sig­ni­fi­ca­ti­va varia­ción en fun­ción de la edad y la región geo­grá­fi­ca, lo que pone sobre la mesa cómo la for­ma en que nos comu­ni­ca­mos está intrín­se­ca­men­te liga­da a la gene­ra­ción a la que per­te­ne­ce­mos y al con­tex­to cul­tu­ral en el que vivi­mos.

La Gene­ra­ción Z lide­ra el uso de este for­ma­to de comu­ni­ca­ción, inter­cam­bian­do una media de 7,2 audios al día. Los millen­nials le siguen de cer­ca, con una media de 6,8 audios dia­rios. El con­tras­te se mani­fies­ta al obser­var los hábi­tos de las gene­ra­cio­nes seniors, que pare­cen incli­nar­se por méto­dos de comu­ni­ca­ción más tra­di­cio­na­les. La Gene­ra­ción X ges­tio­na una media de 4,5 audios al día, mien­tras que los boo­mers uti­li­zan este for­ma­to tan solo 3 veces al día.

Yolan­da del Peso, exper­ta de Preply, des­glo­sa un poco más estas dife­ren­cias gene­ra­cio­na­les: “Los men­sa­jes de voz no solo sir­ven para inter­cam­biar infor­ma­ción rápi­da, sino que tam­bién per­mi­ten reac­cio­nar de for­ma más natu­ral y com­par­tir his­to­rias de mane­ra espon­tá­nea. Sin embar­go, las gene­ra­cio­nes mayo­res tien­den a optar por for­ma­tos más tra­di­cio­na­les cuan­do quie­ren man­te­ner con­ver­sa­cio­nes más lar­gas o deta­lla­das”.

Dis­pa­ri­dad geo­grá­fi­ca: el sur y las islas, terri­to­rios del audio

Ade­más de hablar sobre las bre­chas gene­ra­cio­na­les, el estu­dio de Preply tam­bién reve­la impor­tan­tes dife­ren­cias regio­na­les en el uso de las notas de voz en el terri­to­rio espa­ñol. En regio­nes como Anda­lu­cía, don­de la comu­ni­ca­ción ver­bal y la expre­si­vi­dad son ras­gos cul­tu­ra­les pro­mi­nen­tes, los men­sa­jes de voz gozan de una popu­la­ri­dad espe­cial­men­te alta. Gra­na­da, con una media de 7,6 audios dia­rios, y Cór­do­ba, con 7, se sitúan en la segun­da y ter­ce­ra posi­ción del ran­king de ciu­da­des don­de más se hace uso de este for­ma­to. En lo máxi­mo del podio se encuen­tra San­ta Cruz de Tene­ri­fe, con una media de 8,6 al día audios. Mála­ga (6,8) y Pal­ma (6,6) com­ple­tan el top 5, mos­tran­do un cla­ro pre­do­mi­nio del sur de la penín­su­la y las Islas en la adop­ción de esta fór­mu­la de comu­ni­ca­ción.

En el extre­mo opues­to, Vito­ria (3,6), Madrid (3,9) y Vigo (4,4) son las zonas don­de menos se recu­rre a la repro­duc­ción o el envío de audios. Yolan­da del Peso des­ta­ca la mag­ni­tud de estas dife­ren­cias: “Estas dife­ren­cias supo­nen que los espa­ño­les que más audios man­dan doblen a los que menos, mos­tran­do una hete­ro­ge­nei­dad en el uso de este recur­so vin­cu­la­do a cues­tio­nes cul­tu­ra­les y comu­ni­ca­ti­vas”.

El estu­dio tam­bién abor­da la cues­tión del abu­so de los audios, hacien­do mani­fies­to que el 61,7% de los encues­ta­dos reco­no­ce tener al menos una per­so­na que les envía una can­ti­dad exce­si­va de men­sa­jes de voz, lo que gene­ra una sobre­car­ga infor­ma­ti­va y pue­de lle­var a tener “audios pen­dien­tes” con ami­gos o fami­lia­res. Entre los incon­ve­nien­tes más comu­nes seña­la­dos, un 53,7% de los con­sul­ta­dos con­si­de­ra que los audios pue­den ser lar­gos y tedio­sos, segui­do de un 52,2% que los encuen­tra inopor­tu­nos en cier­tas situa­cio­nes. Ade­más, más de uno de cada cin­co encues­ta­dos opi­na que las per­so­nas que envían men­sa­jes de voz prio­ri­zan su pro­pia como­di­dad por enci­ma de la del recep­tor.

En cuan­to a los moti­vos que impul­san el uso de los audios, los prin­ci­pa­les son la faci­li­dad para trans­mi­tir infor­ma­ción que sería difí­cil de escri­bir (37%), la posi­bi­li­dad de com­bi­nar la comu­ni­ca­ción con otras acti­vi­da­des (35%) y la capa­ci­dad de expre­sar emo­cio­nes de mane­ra más cla­ra (31%). Res­pec­to a la dura­ción ideal de los men­sa­jes de voz, el estu­dio reve­la que, si bien para dar noti­cias impor­tan­tes o ins­truc­cio­nes se pre­fie­ren audios de unos 40 segun­dos de media, para inter­ac­cio­nes más con­cre­tas como com­par­tir un núme­ro de telé­fono (27 segun­dos) o una direc­ción (30 segun­dos) se pre­fie­re una menor dura­ción. De media, la dura­ción con­si­de­ra­da correc­ta por los espa­ño­les para la mayo­ría de las situa­cio­nes comu­ni­ca­cio­na­les en las que se uti­li­zan notas de voz se sitúa en 33 segun­dos.

Yolan­da del Peso con­clu­ye des­ta­can­do el valor aña­di­do de la comu­ni­ca­ción vocal: “Escu­char la voz de alguien pue­de crear una sen­sa­ción de cer­ca­nía y cone­xión que los tex­tos no pue­den ofre­cer. La voz huma­na tie­ne mati­ces que pue­den hacer que la comu­ni­ca­ción sea más per­so­nal y emo­ti­va, y este es el secre­to que ha hecho que las notas de audio se cue­len en nues­tro día a día para comu­ni­car­nos con los que están lejos”.

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