Sin dejar de ser creativa, la publicidad es una fascinante creadora y repetidora de estereotipos. Y es que la publicidad se retroalimenta de sí misma y es experta en fabricar anuncios que se reflejan los unos a los otros.
De los muchos estereotipos que hay en la publicidad, About.com recoge a continuación quizás algunos de los más irritantes:
1. El estereotipo del soberano idiota
El soberano idiota, muy habitual en productos publicitarios, es aquel que, pese a ser una persona hecha y derecha, no sabe hacer absolutamente nada por sí misma. Se supone que los consumidores deberíamos empatizar con él, pero para ello deberíamos ser también idiotas. ¿Creen entonces los publicitarios que los consumidores somos unos idiotas consumados? Es probable.
2. El estereotipo de la esposa mandona
“Cambia la bombilla”. “Saca la basura”. “No vas a salir de ninguna manera con esa camisa”. La publicidad está llena de esposas mandonas y hombres sumisos. Pero, ¿cuánto de verdad hay en este estereotipo publicitario? Lo que está claro es que en la génesis de este tópico tiene un papel protagonista ese mal endémico, en la publicidad y en todas partes, que es el machismo.
3. El estereotipo del vago (y gordinflón)
El hábitat natural del vago, que habitualmente suele ser dueño de una gran barriga cervecera, es el sofá. Allí come y bebe hasta reventar y se da auténticos maratones televisivos. ¿Lo peor? Que este personaje no existe. Se lo han inventado los publicitarios para hacernos sentir un poco mejor con nosotros mismos.
4. El estereotipo del colega
Donde más se prodiga el estereotipo del colega es en los anuncios de cervezas. El colega alardea de un sentido del humor bastante grueso, presume de un hígado a prueba de bomba y pierde la cabeza cada vez que vez se topa con una falda.
5. El estereotipo del incrédulo
“Espera, ¿me estás diciendo que si compro estos tres paquetes de pan de molde, me van a salir por el precio de dos? ¿Lo dices en serio? No, no puede ser verdad”. El incrédulo, o incrédula, nunca se creen las estupendas ofertas de las que tienen a bien informarles sus amigos en los anuncios.
6. El estereotipo de la supermodelo que hace cosas de gente normal
En la publicidad todo es posible. También que mujeres con pinta de supermodelos frieguen suelos, planchen la ropa, limpien el inodoro y hagan la compra sin que su impecable “look” se mueva un milímetro de sitio.
7. El estereotipo del consumidor encantado de la vida con lo que le toca anunciar
No hay que olvidar que los protagonistas de los anuncios son actores y que les pagan por sonreír y lucir dichosos si el guion lo indica, pero ¿de verdad es necesaria tan exagerada y desbordante exhibición de alegría? En la práctica, si para algo sirven sus forzadas sonrisas y demostraciones grandilocuentes es para espantar al consumidor.
8. El estereotipo del jefe malvado
El imaginario social dicta que los jefes son seres de los que hay que cuidarse, y claro, no tienen muy buena reputación, ni en la TV ni en el cine y tampoco en el mundo real, pero ¿son realmente tan perversos como se empeña en retratarlos la publicidad? Es muy evidente que esta caracterización se trata de un truco para empatizar con el consumidor, y lo hace con muy poco éxito.
9. El estereotipo de la madre agobiada
El estereotipo de la supermadre que trabaja, prepara la comida, plancha, ayuda a sus hijos con los deberes y hace otras mil cosas a la vez está sobreexplotado. Después de demostrar al mundo que es un auténtico prodigio del “multitasking”, la heroína se toma siempre un pequeño respiro en forma de café, de baño relajante o de crema hidratante de noche. ¿Resulta familiar, verdad?
10. El estereotipo del zoquete grandulón
A este personaje todo le sale mal. Tropieza con todo, se le cae la vajilla y queda siempre en evidencia en las fiestas. Es tan torpe que consigue que el mismísimo Mister Bean parezca James Bond. A los publicitarios les gusta recurrir a este estereotipo para demostrar que el producto anunciado es tan fácil de usar que hasta un zoquete redomado sabe utilizarlo.
Los anuncios intentan mostrar la calidad y utilidad de sus productos, pero hay casos en los que el resultado es francamente malo. La publicidad está avanzando muy deprisa y trabaja para modificar su forma de interactuar con el usuario para no volver a caer en estos penosos estereotipos y superar, ella misma, su propio estereotipo de repetitiva.