Lo que puedes aprender de marketing del aumento de la gasolina

Lo que puedes aprender de marketing del aumento de la gasolina

Por Álva­ro Rat­tin­ger

alvaroUna de las colum­nas ver­te­bra­les del mar­ke­ting es la com­pren­sión entre el pre­cio de un pro­duc­to y su con­su­mo. No es casua­li­dad que una de las 4 p’s sea jus­ta­men­te el pre­cio, con esta varia­ble es posi­ble modi­fi­car la deman­da de mane­ra posi­ti­va o nega­ti­va­men­te. Si deseas des­pla­zar el inven­ta­rio de tu pro­duc­to con mayor velo­ci­dad es lógi­co emplear una pro­mo­ción, es decir, dis­mi­nuir el pre­cio.

Para los eco­no­mis­tas, el estu­dio de la deman­da es cru­cial para com­pren­der los dife­ren­tes tipos de bie­nes. Para este efec­to se uti­li­za el con­cep­to de elas­ti­ci­dad de la deman­da; ésta mide la varia­ción por­cen­tual que expe­ri­men­ta la can­ti­dad deman­da­da como con­se­cuen­cia de un cam­bio en el pre­cio. En menos pala­bras: mide la inten­si­dad con la que res­pon­den los con­su­mi­do­res a una varia­ción en el pre­cio. Si un bien es inelás­ti­co el con­su­mo no ten­drá mayor varia­ción, un ejem­plo es la tor­ti­lla o el pan por­que son con­si­de­ra­dos artícu­los de pri­me­ra nece­si­dad, de modo que si el pre­cio sube drás­ti­ca­men­te, la deman­da no se modi­fi­ca en la mis­ma medi­da. Un bien elás­ti­co, el chi­cle por ejem­plo, ten­dría una afec­ta­ción gra­ve si una barra cos­ta­ra 300 pesos, natu­ral­men­te su con­su­mo se ven­dría a pique.

Pero la gaso­li­na es por anto­no­ma­sia el mejor ejem­plo de un pro­duc­to inelás­ti­co, la deman­da por el pro­duc­to se redu­ce muy poco si el pre­cio sube. Esta es la pri­me­ra lec­ción de mar­ke­ting: si tu pro­duc­to es de pri­me­ra nece­si­dad, no tie­ne mayo­res sus­ti­tu­tos y ade­más si sufre de esca­sez será suje­to a una mayor inelas­ti­ci­dad, es decir, sopor­ta­rá mayo­res aumen­tos de pre­cio sin que los con­su­mi­do­res lo dejen de con­su­mir. No es un tema menor, y en el caso de la gaso­li­na se entien­de que no impor­ta cuán­to se moles­te el con­su­mi­dor mexi­cano, segui­rán lle­nan­do su tan­que de gaso­li­na.

gasEl segun­do apren­di­za­je es la reper­cu­sión que un bien inelás­ti­co pue­de tener en los hábi­tos del con­su­mi­dor. Si la gaso­li­na sube algu­na cate­go­ría ten­drá un efec­to nega­ti­vo. El pre­cio de la gaso­li­na es un fac­tor deter­mi­nan­te en el aumen­to de gas­tos de una fami­lia, en la medi­da en que hay que gas­tar más en la gaso­li­na, habrá en con­se­cuen­cia menos ingre­so para salir al cine o comer fue­ra un fin de sema­na. Otra con­se­cuen­cia inme­dia­ta y tal vez más desea­ble es el movi­mien­to a sis­te­mas alter­na­ti­vos de trans­por­te, no sólo públi­co, tam­bién pea­to­nal o en bici­cle­ta. Tam­bién es cier­to que en la medi­da en que el con­su­mi­dor se hace cons­cien­te del cos­to de la gaso­li­na se hará más sen­si­ble a la cali­dad del aire. En Méxi­co la ausen­cia de pre­cios flo­tan­tes en el com­bus­ti­ble ha crea­do un con­su­mi­dor des­co­nec­ta­do en cier­ta medi­da del con­cep­to de elas­ti­ci­dad de la deman­da. En la Unión Ame­ri­ca­na el pre­cio de la gaso­li­na deter­mi­na inclu­si­ve la selec­ción de auto den­tro de una fami­lia.

Otra impor­tan­te lec­ción de mar­ke­ting es la pla­nea­ción de pro­mo­cio­nes, des­cuen­tos y aumen­tos de pre­cios. Para un mer­ca­dó­lo­go es fun­da­men­tal enten­der el com­por­ta­mien­to de su mer­ca­do y tener una sen­si­bi­li­dad espe­cial a su situa­ción de gas­tos e ingre­sos exce­den­tes. Por ejem­plo, el Gobierno Fede­ral tomó la deci­sión de aumen­tar el pre­cio de la gaso­li­na en enero, un pési­mo mes en tér­mi­nos de endeu­da­mien­to. Ade­más, el pri­mer semes­tre acu­mu­la la mayo­ría de los pagos impo­si­ti­vos de un país, en ese sen­ti­do el aumen­to de pre­cios care­cía de lógi­ca de mer­ca­do. Es cier­to, segu­ra­men­te era una nece­si­dad a nivel de fon­deo fede­ral; sin embar­go, el con­su­mi­dor no entien­de de temas fis­ca­les cuan­do ve que su car­te­ra se hace chi­ca. El timing de aumen­to de pre­cios debe coin­ci­dir con la mejo­ra de la ofer­ta o un incre­men­to en el bien­es­tar del com­pra­dor que per­mi­ta el espa­cio nece­sa­rio para tal des­em­bol­so. Esto sólo se logra con un estu­dio exhaus­ti­vo del con­su­mi­dor y su con­tex­to. Los bie­nes inelás­ti­cos son afor­tu­na­dos des­de la pers­pec­ti­va del pro­duc­to, a mayor pre­cio la deman­da se man­tie­ne; sin embar­go, des­de la ópti­ca del con­su­mi­dor este pre­sen­ta un reto doble. No es posi­ble dejar de com­prar el bien y no hay mayor sus­ti­tu­to. En este orden de ideas, al con­su­mi­dor sólo le que­da sen­tir moles­tia y en algu­nos casos furia extre­ma. Los mer­ca­dó­lo­gos deben cono­cer a la per­fec­ción la elas­ti­ci­dad de su deman­da y coor­di­nar con cui­da­do los momen­tos en los que el pre­cio pue­de subir o bajar.

gas3En oca­sio­nes me he topa­do con direc­to­res de mar­ke­ting acos­tum­bra­dos a la eje­cu­ción de 52 pro­mo­cio­nes al año, una por sema­na. Este es el mejor ejem­plo de una per­so­na que no com­pren­de la elas­ti­ci­dad de la deman­da de su pro­duc­to, las pro­mo­cio­nes dema­sia­do fre­cuen­tes ter­mi­nan por ser imper­cep­ti­bles al con­su­mi­dor; en ese sen­ti­do, no com­pra­rán jamás a un pre­cio regu­lar. Para la gaso­li­na suce­de un tema simi­lar, si el pre­cio es con­tro­la­do por el Gobierno el con­su­mi­dor crea sen­si­bi­li­dad extre­ma a los aumen­tos en el pro­duc­to.

El con­su­mi­dor lati­no­ame­ri­cano pue­de apren­der mucho de la deba­cle del pre­cio de la gaso­li­na, pero más impor­tan­te será para el mer­ca­dó­lo­go apren­der del tema. La inelas­ta­ci­dad de la deman­da crea pro­ble­mas impor­tan­tes en las estra­te­gias de mer­ca­do­tec­nia, más cuan­do es sos­te­ni­da de mane­ra arti­fi­cial por el Gobierno. Para los que tra­ba­ja­mos en mar­ke­ting se hace indis­pen­sa­ble hacer un estu­dio de la elas­ti­ci­dad de nues­tra deman­da y com­pren­der que pue­de variar según el con­tex­to o la tem­po­ra­da, el aná­li­sis de esta­cio­na­li­dad tam­bién es cru­cial. No es lo mis­mo enero que mar­zo, en espe­cial si eres padre de fami­lia. El aumen­to del pre­cio de la gaso­li­na es un tra­go amar­go para los con­su­mi­do­res pero es una gran lec­ción de mar­ke­ting.

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