Recientemente las calles españolas han dado soporte a dos campañas publicitarias que intentan reflejar la necesidad de una publicidad responsable. La primera procede de la Asociación de Agencias de Medios, que proclama que “comunicar bien nos hace competitivos”. La segunda, de Autocontrol, intenta reflejar la necesidad de una publicidad responsable. Pero en los hechos, el público no ve aún estas buenas intenciones en sus relaciones diarias con la publicidad.
Es cierto que una publicidad que no invade ni interrumpe la experiencia de los usuarios tiene un efecto positivo en cómo se relacionan los consumidores con las marcas. Pero, a pesar de ello, la mayoría de anunciantes siguen apostando por entornos poco seguros y publicidad que molesta a los usuarios. Especialmente en Internet.
Se acepta como un axioma una publicidad responsable beneficia a todos los actores protagonistas. Pero al final la mayoría de intenciones se quedan en eso: promesas que no se materializan en algo real.
Durante mucho tiempo, se ha proclamado que a los consumidores no les gusta la publicidad. Pero, ¿realmente es cierto? Quizás lo que no les gusta es la mala publicidad, aquella que no viene acompañada de la creatividad e innovación que impulsa la lealtad de los consumidores.
La Asociación de Agencias de Medios, cuya flamante presidenta es Beatriz Delgado, está en lo cierto: comunicar bien significa ser más competitivo. El punto es que comunicar bien requiere de esfuerzo. Y es mucho más fácil, más barato y más rápido colocar un mal anuncio en un mal medio.
Por ello, las asociaciones, las agencias y los anunciantes deben dejar de lado las buenas intenciones y pasar a la acción. Los consumidores, el propio ecosistema publicitario y, en última instancia, sus propios resultados lo agradecerán.