El apagón eléctrico que afectó a gran parte de España y Portugal el pasado 28 de abril ha expuesto la fragilidad de las infraestructuras de comunicación ante situaciones de emergencia. Por casi 23 horas, millones de ciudadanos se vieron privados de suministro eléctrico, lo que desencadenó una caída masiva en los servicios de telecomunicaciones, quedando gran parte del territorio incomunicado.
Colapso de redes móviles y de fibra óptica
Las redes de telefonía móvil fueron uno de los sectores más severamente impactados por el corte de energía. Si bien muchas estaciones base de telefonía móvil cuentan con sistemas de baterías de respaldo para garantizar un funcionamiento autónomo durante un tiempo limitado, su capacidad es limitada y no todas las estaciones disponen de generadores eléctricos. En consecuencia, una vez agotadas estas baterías, las señales móviles se vieron interrumpidas, dejando sin cobertura a extensas áreas del país. Operadoras como Vodafone tomaron la decisión de desactivar temporalmente su red 5G en algunas zonas para priorizar el consumo de energía en el mantenimiento de los servicios de comunicación esenciales, como las llamadas de voz y los mensajes de texto.
La red de fibra óptica, de la cual depende la conectividad a internet de hogares, empresas y servicios públicos, también experimentó severas interrupciones. Esta infraestructura se alimenta directamente del suministro eléctrico para su funcionamiento y de centros de datos intermedios que, al quedar sin energía, dejaron de operar. Esta situación afectó tanto a usuarios residenciales que se quedaron sin acceso a internet como a empresas y entidades gubernamentales que dependen de la red para sus actividades diarias, generando alarma en diversos sectores.
La radio, una luz de información en la oscuridad digital
En medio de la crisis de las telecomunicaciones, la radio emergió como una herramienta fundamental para mantener a la población informada. Con la televisión y el acceso a internet fuera de servicio para muchos ciudadanos, las radios portátiles, alimentadas por baterías o dinamo, se convirtieron en el principal medio para la circulación de información relevante sobre los acontecimientos. Este medio de comunicación, que depende menos de infraestructuras complejas y centralizadas, demostró gran utilidad y eficacia en situaciones de emergencia donde otras tecnologías fallaron.
El apagón también propició la proliferación de desinformación y rumores. A través de las redes sociales y otros canales, circularon rápidamente teorías conspirativas y noticias no verificadas sobre las causas del apagón, exacerbando la incertidumbre y el nerviosismo entre la población. Ante esta situación, las autoridades hicieron un llamamiento urgente a la ciudadanía para que siguiera únicamente las fuentes de información oficiales y verificadas, con el objetivo de evitar la propagación de bulos y noticias falsas que pudieran generar mayor alarma.
La experiencia del apagón del 28 de abril ha puesto de manifiesto la urgente necesidad de fortalecer y hacer más flexibles los sistemas de comunicación. Expertos en infraestructuras y telecomunicaciones sugieren la implementación de diversas medidas para mejorar la preparación del país ante este tipo de eventos. Entre las recomendaciones se incluyen la instalación generalizada de generadores de respaldo con mayor autonomía en las estaciones base de telefonía móvil, el desarrollo y la actualización de protocolos de emergencia claros y coordinados entre los diferentes operadores y las autoridades, y la promoción y el mantenimiento de medios alternativos de información, como la radio.
La lección aprendida durante este gran apagón debe servir para implementar mejoras significativas en la resiliencia de las infraestructuras de comunicación y asegurar que, ante futuras emergencias, la población no quede aislada e incomunicada.