España no cuenta con una normativa específica de colaboración para Influencers 

Con­tra­tar influen­cers para hacer lle­gar al con­su­mi­dor sus pro­duc­tos es una estra­te­gia que sigue una lógi­ca comer­cial, ya que un 85% de los inter­nau­tas de entre 16 y 65 años uti­li­zan redes socia­les en Espa­ña y un 68% de estos usua­rios siguen a influen­cers, según datos del Estu­dio Anual de las Redes Socia­les del año 2019 de Inter­ac­ti­ve Adver­ti­sing Bureau Spain (IAB). A pesar del impac­to que las cola­bo­ra­cio­nes de las mar­cas con influen­cers tie­ne en los con­su­mi­do­res, Espa­ña no dis­po­ne de una nor­ma­ti­va direc­ta y espe­cí­fi­ca para ello. Por otro lado, en cuan­to a la publi­ci­dad difun­di­da en redes socia­les, Espa­ña cuen­ta con tres nor­mas que deli­mi­tan los lími­tes jurí­di­cos.

Por un lado, dis­po­ne­mos de la Ley 341988 Gene­ral de Publi­ci­dad (LGP), que en el artícu­lo 2 des­cri­be la publi­ci­dad como una for­ma de comu­ni­ca­ción rea­li­za­da por una per­so­na físi­ca o jurí­di­ca, públi­ca o pri­va­da, en el ejer­ci­cio de una acti­vi­dad comer­cial, indus­trial, arte­sa­nal o pro­fe­sio­nal, con el fin de pro­mo­ver de for­ma direc­ta o indi­rec­ta la con­tra­ta­ción de bie­nes mue­bles o inmue­bles, ser­vi­cios, dere­chos y obli­ga­cio­nes”.

Otra nor­ma­ti­va que regu­la la publi­ci­dad es la Ley 3/1991 de Com­pe­ten­cia Des­leal (LCD) que en el artícu­lo 4 esta­ble­ce como com­pe­ten­cia des­leal “todo com­por­ta­mien­to que resul­te obje­ti­va­men­te con­tra­rio a las exi­gen­cias de la bue­na fe”. Por últi­mo, dis­po­ne­mos tam­bién de la Ley 342002 de Ser­vi­cios de la Socie­dad de la Infor­ma­ción y de Comer­cio Elec­tró­ni­co (LSSI) que regu­la los ser­vi­cios pres­ta­dos a tra­vés de medios digi­ta­les y, entre estos, las deno­mi­na­das comu­ni­ca­cio­nes comer­cia­les por vía elec­tró­ni­ca.

Es reco­mien­da­ble que en cual­quier rela­ción comer­cial con un influen­cer se fir­me un con­tra­to de cola­bo­ra­ción. En dicho con­tra­to debe deta­llar­se los lími­tes del acuer­do, es decir, la dura­ción del con­tra­to, el pla­zo máxi­mo para pro­po­ner el con­te­ni­do a difun­dir antes de la vali­da­ción, el momen­to exac­to de la publi­ca­ción del con­te­ni­do (día y hora), y la fecha a par­tir de la cual las publi­ca­cio­nes pue­den o deben ser supri­mi­das. Por otro lado, el con­tra­to debe incluir todas las moda­li­da­des finan­cie­ras de la cola­bo­ra­ción. Se debe indi­car el valor de los pro­duc­tos que el influen­cer reci­ba, así como deli­mi­tar, por ejem­plo, lo que está inclui­do y lo qué no en el caso de que la cola­bo­ra­ción inclu­ya un via­je.

Ade­más, si una fir­ma desea vol­ver a uti­li­zar el con­te­ni­do crea­do por el influen­cer, se pue­de incluir una cláu­su­la que auto­ri­ce su uso. En este caso, des­de DAS Segu­ros reco­mien­dan indi­car el sopor­te don­de se vaya a difun­dir dicho con­te­ni­do (redes socia­les, sitio web, etc.). Por últi­mo, los exper­tos de DAS Segu­ros reco­mien­dan incluir en el con­tra­to una cláu­su­la de exclu­si­vi­dad, es decir, se debe esta­ble­cer un lími­te de tiem­po, que sue­le ser de un año, en el que el influen­cer no pue­de cola­bo­rar con la com­pe­ten­cia.