El jinete y el agile coach consiguen que los demás den lo mejor de sí mismos

Qui­zás no exis­ta otro depor­te que como la equi­ta­ción, con­tri­bu­ya tan­to al desa­rro­llo de las cua­li­da­des y habi­li­da­des per­so­na­les nece­sa­rias para diri­gir equi­pos. La dure­za y la fuer­za físi­ca, más que inne­ce­sa­rias, resul­tan inclu­so con­tra­pro­du­cen­tes. Segu­ra­men­te es por esto por lo que la equi­ta­ción, en cual­quie­ra de sus dis­ci­pli­nas, es el úni­co depor­te olím­pi­co en el que com­pi­ten hom­bres y muje­res en igual­dad de con­di­cio­nes.

“Si un jine­te o ama­zo­na se encuen­tra ante un ani­mal que, cuan­do menos, le quin­tu­pli­ca en fuer­za y peso. Solo con empa­tía, pacien­cia, fir­me­za, arro­jo, habi­li­dad y téc­ni­ca, jine­te y caba­llo con­si­guen la cone­xión nece­sa­ria, que les per­mi­te hacer lo que tie­nen que hacer den­tro de la pis­ta de com­pe­ti­ción”, afir­ma Sofía Dole­gows­ki, agi­le coach – scrum mas­ter y ama­zo­na de com­pe­ti­ción.

Qui­zás tam­po­co exis­ta otro depor­te, sal­vo el aje­drez que, como la equi­ta­ción, reúna tan­ta téc­ni­ca y requie­ra tan­ta expe­rien­cia para poder afron­tar el reto que supo­ne inter­ac­tuar con seres vivos, que hacen de cada caba­llo, en cada momen­to, una situa­ción úni­ca. Aun­que a veces pue­da lle­gar a pare­cer­lo, ni el jine­te, ni el agi­le coach son un mero aña­di­do que se limi­ta a mar­car el reco­rri­do, todo lo con­tra­rio, uno y otro son los artí­fi­ces de que caba­llos y per­so­nas pue­dan dar lo mejor de sí mis­mo. Ambos inter­pre­tan un papel muy exi­gen­te que requie­re cono­ci­mien­to, cons­tan­cia y cone­xión para for­mar un bino­mio con el ani­mal y favo­re­cer el tra­ba­jo de todo el equi­po que hay detrás.

Si el asien­to, el equi­li­brio, el tac­to y las ayu­das de pier­nas, espal­da, peso y rien­das cons­ti­tu­yen la base de la téc­ni­ca para trans­mi­tir las órde­nes al ani­mal y acom­pa­ñar­lo en sus movi­mien­tos, el asien­to y la empa­tía per­mi­ten sen­tir­lo, es decir escu­char­lo. Para que un equi­po logre ren­dir casi al lími­te de sus posi­bi­li­da­des, es impres­cin­di­ble una com­pe­ne­tra­ción y con­fian­za cie­ga de los unos en los otros y esta solo se alcan­za a tra­vés del cono­ci­mien­to mutuo que pro­por­cio­na la escu­cha acti­va.

Para Sofía Dole­gows­ki, “la con­fian­za es algo que se cons­tru­ye todos los días, no pidien­do nun­ca al ani­mal más de lo que este pue­de dar, ya sea por sus limi­ta­cio­nes físi­cas o psi­co­ló­gi­cas. El tra­ba­jo dia­rio per­mi­te a jine­te y coach expe­ri­men­tar en un entorno pro­pi­cio, para lograr rom­per esas barre­ras psi­co­ló­gi­cas que limi­tan el bino­mio jinete/caballo, al tiem­po que se ejer­ci­tan y desa­rro­llan las capa­ci­da­des”.

Otra carac­te­rís­ti­ca, que hace úni­co este depor­te y lo ase­me­ja a deter­mi­na­das téc­ni­cas de direc­ción y desa­rro­llo empre­sa­rial, es que tan­to el jine­te como el agi­le coach es entre­na­dor y direc­tor, a la vez que par­te del equi­po y, por tan­to, el úni­co res­pon­sa­ble de los resul­ta­dos. Por supues­to en per­ma­nen­te con­tac­to y aten­to a las indi­ca­cio­nes del res­to de acto­res cla­ves de la pro­pia orga­ni­za­ción, se tra­ta de un tra­ba­jo en equi­po en el que inter­vie­ne el entre­na­dor, la per­so­na res­pon­sa­ble del cui­da­do del caba­llo que con­vi­ve con él, la fami­lia con su apo­yo…, pero sin olvi­dar que el que reci­be la infor­ma­ción de for­ma más direc­ta y el úni­co capaz de trans­mi­tir las indi­ca­cio­nes al equi­po que lide­ra, es el pro­pio jine­te o ama­zo­na.

“Lo mas impor­tan­te es enten­der a tu caba­llo y esta­ble­cer con él una cone­xión pro­fun­da. Los caba­llos son ani­ma­les vivos, no son una máqui­na, for­mar bino­mio es lo mas impor­tan­te y lo que te pue­de lle­var al éxi­to, y eso lle­va tiem­po, tra­ba­jo y esfuer­zo. Cono­cer a tu caba­llo, pasar tiem­po con él, son las cla­ves del éxi­to en la pis­ta de com­pe­ti­ción”, con­clu­ye Dole­gows­ki.