Durante la pandemia, las marcas deben ser y no ser al mismo tiempo

Durante la pandemia, las marcas deben ser y no ser al mismo tiempo

Agi­li­dad y “brand mana­ge­ment” se han con­ver­ti­do en los últi­mos tiem­pos en con­cep­tos sia­me­ses. Sin embar­go, lo cier­to es que la agi­li­dad no es una ten­den­cia de nue­va hor­na­da. Ya en los años 50 el esta­dou­ni­den­se Tal­cott Par­sons desa­rro­lló el para­dig­ma AGIL como esque­ma socio­ló­gi­co.

Des­pués de varias déca­das olvi­da­do en el arma­rio, el con­cep­to de agi­li­dad ha hip­no­ti­za­do de nue­vo a los “brand mana­gers” y a los exper­tos en mar­ke­ting, que se han refu­gia­do en sus bra­zos para hacer fren­te a los desa­fíos sola­pa­dos a los nue­vos entor­nos VUCA (por sus ini­cia­les en inglés), refe­ri­dos a la vola­ti­li­dad, la incer­ti­dum­bre, la com­ple­ji­dad y la ambi­güe­dad.

Y si ya antes de la pan­de­mia la hiper­va­lo­ra­da agi­li­dad esta­ba en boca de todos, aho­ra se ha con­ver­ti­do en sinó­ni­mo de éxi­to. En un momen­to en el que las mar­cas y los con­su­mi­do­res cam­bian casi cada día y las accio­nes de comu­ni­ca­ción se pres­tan muy poco a la pla­ni­fi­ca­ción, la agi­li­dad se ha con­ver­ti­do en el ingre­dien­te de todas las sal­sas, expli­ca Matthias Hüs­gen en un artícu­lo para W&V.

Son muchas cosas las que han cam­bia­do en ape­nas unas sema­nas. El “home offi­ce”, que has­ta hace poco era un raro pri­vi­le­gio, hoy en día es la nor­ma. Hace unas pocas sema­nas las mas­ca­ri­llas se con­si­de­ra­ban una medi­da de pro­tec­ción inne­ce­sa­ria y reser­va­da para el per­so­nal sani­ta­rio. Hoy for­man par­te de la vida coti­dia­na de la gen­te.

Con­fron­ta­dos con tan inusi­ta­da situa­ción, a los brand mana­gers no les que­da más reme­dio que con­ver­tir la agi­li­dad en su inse­pa­ra­ble com­pa­ñe­ra de via­je. El COVID-19 está sien­do una suer­te de cata­li­za­dor para el “brand mana­ge­ment” en ver­dad ágil.

Sin embar­go, lo que sue­na en teo­ría asom­bro­sa­men­te fácil plan­tea cues­tio­nes rebo­san­tes de com­ple­ji­dad en la prác­ti­ca. ¿Dón­de esta­rá el con­su­mi­dor maña­na o la sema­na que vie­ne? Más allá de Inter­net, ¿qué “touch­points” esta­rán dis­po­ni­bles de cara al pró­xi­mo lan­za­mien­to en verano o en oto­ño? ¿Qué men­sa­jes conec­tan mejor con la audien­cia en cada situa­ción?

A todas estas pre­gun­tas y muchas más deben dar res­pues­ta los “brand mana­gers”, que se enfren­tan a per­ma­nen­tes reajus­tes en todas sus estra­te­gias, tác­ti­cas y accio­nes.

Par­ti­cu­lar­men­te com­pli­ca­do es para los “brand mana­gers” en estos momen­tos esco­ger los cana­les de comu­ni­ca­ción más ade­cua­dos para enta­blar con­tac­to con el clien­te, sobre todo tenien­do en cuen­ta que este está en una fase dife­ren­te de la pan­de­mia en fun­ción del país o inclu­so la región en la que resi­de.

La diná­mi­ca de la pan­de­mia exi­ge fle­xi­bi­li­dad ele­va­da a la máxi­ma poten­cia por par­te de las mar­cas. La agi­li­dad debe en este caso ser lle­va­da al extre­mo. Y ni siquie­ra el logo es ya into­ca­ble, dado que muchas mar­cas lo han cam­bia­do, de hecho, en las últi­mas sema­nas para adap­tar­se a la nue­va era de la dis­tan­cia social.

A las mar­cas les toca en estos momen­tos des­ple­gar las alas de la agi­li­dad, una agi­li­dad que debe bro­tar tan­to de las gran­des empre­sas como de las pymes. A nadie se le esca­pa que peque­ños nego­cios como los bares y las pelu­que­rías están abo­ca­dos a dar una vuel­ta de tuer­ca su “brand expe­rien­ce” y cuan­to antes lo hagan, antes podrán incluir­se en la nue­va nor­ma­li­dad.

De todos modos, y pese a la agi­li­dad que la cri­sis deman­da a las mar­cas en estos momen­tos, los “brand mana­gers” deben plan­tear­se tam­bién pre­gun­tas de otra índo­le. ¿Cómo pue­de la mar­ca tras­la­dar al clien­te cier­to sen­ti­do de la con­ti­nui­dad en tiem­pos incier­tos? ¿Qué per­ma­ne­ce y qué se va?

Es cier­to que esta pan­de­mia está obli­gan­do a las mar­cas a cam­biar con cele­ri­dad, pero la agi­li­dad en el cam­bio debe amal­ga­mar­se con la con­ti­nui­dad, aque­lla que hace posi­ble que estas sigan sien­do reco­no­ci­bles a los ojos del con­su­mi­dor.

Cuan­do la incer­ti­dum­bre aso­ma en el hori­zon­te, las mar­cas deben con­ver­tir­se en una suer­te de faro para el con­su­mi­dor. Y esto es úni­ca­men­te posi­ble cuan­do la fle­xi­bi­li­dad y la con­ti­nui­dad están ade­cua­da­men­te equi­li­bra­das.

En los tiem­pos que corren, las mar­cas deben ser ambi­dex­tras y pro­pi­ciar la sim­bio­sis de con­ti­nui­dad y agi­li­dad de una mane­ra per­ti­nen­te­men­te balan­cea­da. Si el equi­li­brio entre con­ti­nui­dad y agi­li­dad se prac­ti­ca con maes­tría, las mar­cas no harán sino salir refor­za­das de la cri­sis, con­clu­ye Hüs­gen.