Dinamarca propone proteger rostros y voces: Un precedente europeo contra los deepfakes

Dinamarca propone proteger rostros y voces: Un precedente europeo contra los deepfakes
Dina­mar­ca ha lan­za­do una audaz pro­pues­ta legis­la­ti­va pio­ne­ra en Euro­pa. Su obje­ti­vo es reco­no­cer explí­ci­ta­men­te dere­chos de autor sobre la ima­gen, la voz y los ras­gos facia­les de los indi­vi­duos. Este ambi­cio­so plan bus­ca fre­nar la alar­man­te pro­li­fe­ra­ción de deep­fa­kes crea­dos sin con­sen­ti­mien­to, una ame­na­za para la pri­va­ci­dad y la repu­tación en el entorno digi­tal actual.

Para quie­nes no estén fami­lia­ri­za­dos con el tér­mino, un “deep­fa­ke” se refie­re a un video, ima­gen o gra­ba­ción de audio que ha sido mani­pu­la­do digi­tal­men­te uti­li­zan­do Inte­li­gen­cia Arti­fi­cial (IA). El pro­pó­si­to de esta mani­pu­la­ción es hacer pare­cer que una per­so­na está hacien­do o dicien­do algo que nun­ca suce­dió. Esta tec­no­lo­gía, cada vez más sofis­ti­ca­da y acce­si­ble, plan­tea urgen­tes desa­fíos lega­les y éti­cos en lo que res­pec­ta a la des­in­for­ma­ción y el posi­ble daño a la ima­gen per­so­nal.

La pro­pues­ta legis­la­ti­va dane­sa cuen­ta con el res­pal­do de una amplia mayo­ría polí­ti­ca, y en caso de apro­bar­se, per­mi­ti­ría a los ciu­da­da­nos recla­mar for­mal­men­te “copy­right” sobre su apa­rien­cia, voz y ras­gos facia­les. Entre sus alcan­ces, la nor­ma­ti­va impon­dría la obli­ga­ción a pla­ta­for­mas digi­ta­les y crea­do­res de con­te­ni­do de eli­mi­nar deep­fa­kes no auto­ri­za­dos, bajo pena de enfren­tar seve­ras san­cio­nes eco­nó­mi­cas. Esta ini­cia­ti­va apor­ta­ría algo de equi­li­brio en el eco­sis­te­ma digi­tal, don­de se tien­de a pasar los lími­tes de los dere­chos indi­vi­dua­les cuan­do se mani­pu­la digi­tal­men­te la iden­ti­dad.

El Minis­te­rio de Cul­tu­ra de Dina­mar­ca, lide­ra­do por Jakob Engel‑Schmidt, es el motor de esta refor­ma. La deci­sión de impul­sar­la sur­gió tras cons­ta­tar el uso cre­cien­te de herra­mien­tas de inte­li­gen­cia arti­fi­cial para crear imi­ta­cio­nes digi­ta­les hiper­rea­lis­tas. El minis­tro Engel‑Schmidt lo expre­só así: “En el pro­yec­to envia­mos un men­sa­je ine­quí­vo­co de que todos tie­nen dere­cho a su cuer­po, voz y ras­gos facia­les”. Esta decla­ra­ción sub­ra­ya la visión del gobierno danés de exten­der la pro­tec­ción de la iden­ti­dad per­so­nal del ámbi­to físi­co al digi­tal, adap­tan­do el mar­co legal a las nue­vas reali­da­des tec­no­ló­gi­cas.

Un pre­ce­den­te para Euro­pa y el deba­te de la IA

El gobierno danés some­te­rá la ini­cia­ti­va a una con­sul­ta públi­ca antes del oto­ño de 2025, con el obje­ti­vo de impul­sar su apro­ba­ción entre fina­les de 2025 y prin­ci­pios de 2026. La refor­ma se inte­gra­rá median­te enmien­das a la ley de dere­chos de autor ya exis­ten­te en Dina­mar­ca, y lo que es más impor­tan­te, acti­va­rá obli­ga­cio­nes ya con­tem­pla­das en la Nor­ma­ti­va de Ser­vi­cios Digi­ta­les (DSA) de la Unión Euro­pea. Esta cone­xión con la DSA per­mi­ti­ría al regu­la­dor nacio­nal y a la Comi­sión Euro­pea impo­ner mul­tas nada des­de­ña­bles a aque­llas pla­ta­for­mas que igno­ren las órde­nes de reti­ra­da de con­te­ni­do gene­ra­do de for­ma no auto­ri­za­da.

Aun­que la pro­pues­ta no con­tem­pla penas de pri­sión por la difu­sión de deep­fa­kes, sí esta­ble­ce la impo­si­ción de una “com­pen­sa­ción” eco­nó­mi­ca a las víc­ti­mas de acuer­do con el dere­cho civil danés, ofre­cien­do una vía de repa­ra­ción legal. Un aspec­to deli­ca­do de la pro­pues­ta es que se han pre­vis­to excep­cio­nes cla­ras para la sáti­ra y la paro­dia, bus­can­do de esta mane­ra pre­ser­var los prin­ci­pios de liber­tad de expre­sión, que son esen­cia­les en las socie­da­des demo­crá­ti­cas. Este equi­li­brio es vital para evi­tar la cen­su­ra de la crea­ti­vi­dad y el humor.

El plan danés se per­fi­la como un refe­ren­te euro­peo. Duran­te su pre­si­den­cia del Con­se­jo de la UE, Dina­mar­ca pre­ten­de acti­va­men­te fomen­tar una legis­la­ción simi­lar en otros paí­ses miem­bros. Aun­que en la Unión Euro­pea ya exis­ten nor­mas sobre trans­pa­ren­cia en el uso de la IA y pro­tec­ción con­tra deep­fa­kes de índo­le sexual (como la por­no­gra­fía no con­sen­ti­da), nin­gu­na nor­ma­ti­va actual fija un dere­cho explí­ci­to de copy­right sobre los ras­gos per­so­na­les de un indi­vi­duo. Así, paí­ses como Fran­cia y Rei­no Uni­do ya han san­cio­na­do el uso de por­no­gra­fía deep­fa­ke y la difu­sión de con­te­ni­do mani­pu­la­do con fines de humi­lla­ción o mani­pu­la­ción polí­ti­ca. A dife­ren­cia de estos ejem­plos, el enfo­que danés va más allá al plan­tear un prin­ci­pio de pro­pie­dad inte­lec­tual sobre la iden­ti­dad digi­tal.

Pro­tec­ción indi­vi­dual vs. libre expre­sión y crea­ti­vi­dad

A pesar de la nece­si­dad de abor­dar los ries­gos de los deep­fa­kes, sur­gen impor­tan­tes inte­rro­gan­tes sobre sus posi­bles usos abu­si­vos o inter­pre­ta­cio­nes dema­sia­do amplias de la pro­pues­ta. Una de las preo­cu­pa­cio­nes es si los ciu­da­da­nos podrían lle­gar a exi­gir la reti­ra­da de imá­ge­nes o gra­ba­cio­nes tra­di­cio­na­les solo por un des­agra­do per­so­nal. No obs­tan­te, la regu­la­ción dane­sa se ha dise­ña­do para ser apli­ca­ble solo a deep­fa­kes defi­ni­dos como “repre­sen­ta­ción digi­tal muy rea­lis­ta”, bus­can­do así pre­ve­nir este tipo de abu­sos.

En otra ver­tien­te, algu­nos crí­ti­cos han adver­ti­do que una legis­la­ción tan robus­ta podría pre­ci­pi­tar una “moral panic”, es decir, un páni­co moral o his­te­ria colec­ti­va en rela­ción con el poten­cial de la IA, impo­nien­do barre­ras exce­si­vas que podrían afec­tar nega­ti­va­men­te la crea­ti­vi­dad y el humor en for­ma­tos de sáti­ra o paro­dia, a pesar de las excep­cio­nes con­tem­pla­das. Este deba­te pone de mani­fies­to la com­ple­ji­dad de legis­lar en la inter­sec­ción de la tec­no­lo­gía, los dere­chos indi­vi­dua­les y la liber­tad de expre­sión.

La pro­pues­ta dane­sa inau­gu­ra un nue­vo mode­lo legal don­de la pro­tec­ción de la iden­ti­dad per­so­nal tras­cien­de lo pura­men­te físi­co para aden­trar­se en lo digi­tal con un nivel de espe­ci­fi­ci­dad has­ta aho­ra iné­di­to. Si se aprue­ba, la ini­cia­ti­va sen­ta­rá un pre­ce­den­te euro­peo en lo que res­pec­ta a los dere­chos sobre la pro­pia ima­gen, voz y pre­sen­cia digi­tal. Al mis­mo tiem­po, abri­rá un inten­so y nece­sa­rio deba­te sobre dón­de está el equi­li­brio entre pro­tec­ción indi­vi­dual fren­te a la mani­pu­la­ción digi­tal, entre la irre­nun­cia­ble libre expre­sión y los lími­tes éti­cos y lega­les del con­te­ni­do gene­ra­do por inte­li­gen­cia arti­fi­cial. El desa­fío impli­ca el comien­zo de la defi­ni­ción de las nor­ma­ti­vas del futu­ro.

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