La importancia de llamarse Ernesto - Marketing victoriano

La importancia de llamarse Ernesto - Marketing victoriano

Por David Orea Arri­bas Direc­tor de Arte en IOMar­ke­ting.

Cuan­do a fina­les del siglo XIX, Wil­de se enfren­tó a su enési­ma pági­na en blan­co, la crí­ti­ca no espe­ra­ba ya nada nove­do­so de él. De su plu­ma, vol­vió a sur­gir una obra maes­tra lla­ma­da The impor­tan­ce of Being Ear­nest, una visión de la Ingla­te­rra de la épo­ca vic­to­ria­na de la que sur­gie­ron dos her­ma­nos; uno de ellos fic­ti­cios. Un momen­to en el que, la bús­que­da de per­so­na­jes y argu­men­tos iné­di­tos, era una de las reglas bási­cas del éxi­to entre el públi­co y pren­sa, éstos últi­mos, enemi­gos fero­ces de los dra­ma­tur­gos de enton­ces.

Aho­ra, don­de alte­ran­do el orden de los fac­to­res, nos ins­ta­la­mos en el XXI, las cosas no han cam­bia­do en dema­sía. Nues­tro públi­co obje­ti­vo con­ti­núa deman­dan­do ori­gi­na­li­dad, cali­dad, pres­ti­gio, segu­ri­dad… y los tiem­pos, que no per­do­nan, son aún más fero­ces. Resul­ta nece­sa­rio, por tan­to, ana­li­zar la situa­ción para enca­rar­la con la mayor segu­ri­dad posi­ble, sien­do cons­cien­te de los ries­gos y reu­nien­do las herra­mien­tas nece­sa­rias para alcan­zar el mayor éxi­to posi­ble.

Al igual que Wil­de, las start-up, peque­ñas, media­nas o gran­des empre­sas, se enfren­tan a tiem­pos con­vul­sos con mer­ca­dos extre­ma­da­men­te frá­gi­les y con­su­mi­do­res cada día más exi­gen­tes. Nacen nue­vos mode­los de nego­cio, sur­gen opor­tu­ni­da­des don­de antes no exis­tían o la tec­no­lo­gía crea esca­pa­ra­tes digi­ta­les tan impen­sa­bles hace años como reales hoy día. Los tiem­pos cam­bian, la vida cam­bia y el plan, antes urdi­do, tra­za cami­nos erró­neos que solo diri­gen a vetus­tos des­ti­nos.

Cual­quier camino, por lar­go que sea, comien­za con un pri­mer paso. Éste no es otro que rea­li­zar un aná­li­sis exhaus­ti­vo de la situa­ción en la que nos encon­tra­mos. Den­tro de ese mar­co ten­dre­mos que hacer un tra­ba­jo de inves­ti­ga­ción de nues­tros pun­tos débi­les y fuer­tes, las ven­ta­jas com­pe­ti­ti­vas y los bene­fi­cios que nos dife­ren­cian de la com­pe­ten­cia. Ade­más de ello, cono­cer las debi­li­da­des y ame­na­zas así como las for­ta­le­zas y opor­tu­ni­da­des de las que goza­mos, ayu­da­rán posi­ti­va­men­te a deter­mi­nar el autén­ti­co esta­do de nues­tra com­pa­ñía en el mer­ca­do.

Sólo asi­mi­lan­do las limi­ta­cio­nes y cono­cien­do el poten­cial real, ten­dre­mos la capa­ci­dad de defi­nir obje­ti­vos cohe­ren­tes que se adap­ten a las dimen­sio­nes de nues­tro nego­cio.

Aho­ra que sabe­mos los obje­ti­vos, es el momen­to de plan­tear y defi­nir estra­te­gias adap­ta­das a esas cir­cuns­tan­cias: un aná­li­sis estra­té­gi­co de mar­ke­ting, un plan para defi­nir la via­bi­li­dad del pro­yec­to, dife­ren­ciar nues­tra mar­ca o rea­li­zar una con­sul­to­ría de mar­ke­ting diri­gi­da a los medios de pro­mo­ción de nues­tros pro­duc­tos (web­si­te, ima­gen cor­po­ra­ti­va, redes socia­les…). Suce­de, en oca­sio­nes, que la mayor par­te de las accio­nes pro­pues­tas por éste aná­li­sis pue­den solu­cio­nar­se des­de den­tro de la orga­ni­za­ción. Una visión pro­fe­sio­nal, exter­na y sobre todo obje­ti­va de la mis­ma, pue­de moti­var a una correc­ta toma de deci­sio­nes para hacer reali­dad la mejo­ra del ren­di­mien­to y, en defi­ni­ti­va, rede­fi­nir una estra­te­gia empre­sa­rial que ayu­de al correc­to desa­rro­llo del nego­cio en el medio y lar­go pla­zo.

Sin duda, de nada sir­ve cono­cer obje­ti­vos y estra­te­gias, sin defi­nir un pre­su­pues­to con el que se ha de con­tar para eje­cu­tar las accio­nes nece­sa­rias para alcan­zar lo plan­tea­do en la estra­te­gia de mar­ke­ting. Des­pués de la apro­ba­ción del mis­mo, ten­dre­mos la abso­lu­ta cer­te­za de esta­ble­cer una pla­ni­fi­ca­ción cohe­ren­te y adap­ta­da a los recur­sos con los que con­ta­mos.

Así las cosas, apro­ba­do el pre­su­pues­to, toca desa­rro­llar un plan via­ble para lle­var a cabo las accio­nes defi­ni­das en dicha estra­te­gia. Sien­do cons­cien­tes de que una estra­te­gia correc­ta es capaz de sobre­vi­vir a una mala acción y que, has­ta la acción más bri­llan­te pue­de fallar si la estra­te­gia es erró­nea, debe­mos con­fi­gu­rar un plan para alcan­zar nues­tros obje­ti­vos. De nada ser­vi­ría con­tar con una tác­ti­ca y obviar­la a la pri­me­ra oca­sión en la que no dis­fru­te­mos de los resul­ta­dos espe­ra­dos. Para ello debe­mos con­tar con un segui­mien­to perió­di­co de las cam­pa­ñas y accio­nes que se desa­rro­llen, por si fue­ra nece­sa­rio ir rede­fi­nien­do o mati­zan­do cier­tos aspec­tos de la estra­te­gia y veri­fi­car que en todo momen­to apun­tan a los mis­mos obje­ti­vos. Gra­cias a este segui­mien­to y esta­ble­cien­do un tim­ming pre­ci­so, nos per­mi­ti­rá ana­li­zar el retorno de inver­sión de cada una de nues­tras cam­pa­ñas y sus resul­ta­dos inme­dia­tos dotán­do­nos del tiem­po nece­sa­rio para reac­cio­nar en caso de que los resul­ta­dos no sean los espe­ra­dos.

Un aná­li­sis que actual­men­te en muchas empre­sas no se lle­va a cabo y que difi­cul­ta el cre­ci­mien­to de las mis­mas o, inclu­so, lle­gan a con­de­nar­las al cese de su acti­vi­dad. Adap­tar­se resul­ta de vital y nece­sa­rio para man­te­ner­se en cual­quier mer­ca­do. La impor­tan­cia de lla­mar­se Ernes­to, una mala tra­duc­ción del ori­gi­nal, en la que la pala­bra ear­nest sig­ni­fi­ca “serio” y es homó­fono de Ernest, pier­de toda su fuer­za en cas­te­llano. La impor­tan­cia de lla­mar­se hones­to, podría haber sido un buen títu­lo en estos tiem­pos en los que, tan nece­sa­rio es saber quié­nes somos como quién que­re­mos ser.

Más infor­ma­ción:

L.Olivier Scal­vi­no­ni
Direc­tor de Pro­duc­ción.
www.iomarketing.es