Universal Studios rediseña su logo

La reno­va­ción de las mar­cas es nece­sa­ria siem­pre. Por más tra­di­cio­nal que sea la ima­gen de un producto/servicio, o de, como en este caso, una mega­com­pa­ñía, los rebran­ding son nece­sa­rios por una sen­ci­lla razón: los con­su­mi­do­res cre­cen, enve­je­cen, mue­ren y lle­gan otros, con otra cul­tu­ra, otras expe­rien­cias y otros códi­gos de comu­ni­ca­ción.

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Sabía­mos que que­ría­mos usar una ver­sión actua­li­za­da del glo­bo terrá­queo y eli­mi­nar el inne­ce­sa­rio ani­llo alre­de­dor de la Tie­rra”. Par­te de los argu­men­tos de la agen­cia encar­ga­da del rebran­ding de Uni­ver­sal Stu­dios. En este caso, la reno­va­ción de ima­gen lle­gó al cine, más pre­ci­sa­men­te al clá­si­co estu­dio cine­ma­to­grá­fi­co Uni­ver­sal Stu­dios, que este mes ter­mi­nó de pre­sen­tar el rebran­ding que había comen­za­do hace unos meses.

Para la evo­lu­ción del logo, hemos inves­ti­ga­do muchos tipos de letra, retro­ce­di­mos en bus­ca de los logos his­tó­ri­cos de Uni­ver­sal y antes de usar un tipo de letra per­so­na­li­za­do, ate­rri­za­mos en una tipo­gra­fía que halla­mos en algún lugar entre la edad de oro de Holly­wood y el perío­do del art déco”, expli­ca­ron des­de Struck, el estu­dio de dise­ño encar­ga­do de la tarea. “Que­dó más lim­pio y más legi­ble, pero aún con­ser­va par­te de la heren­cia de mar­ca”, agre­ga­ron.

Antes y Aho­ra

Antes de comen­zar el redi­se­ño, los crea­ti­vos sabían dos cosas: que debían uti­li­zar una ver­sión actua­li­za­da del glo­bo terrá­queo y que iban a eli­mi­nar el ani­llo alre­de­dor de la ver­sión ante­rior, por con­si­de­rar­lo inne­ce­sa­rio. Aho­ra se ve Euro­pa en el pla­ne­ta del logo de Uni­ver­sal.

El mes pasa­do publi­ca­mos otros cam­bios de ima­gen, como el de Mat­ter Stu­dios, que modi­fi­có la suya de la mano de Tracy Ma. “Es una nue­va ima­gen dis­cor­dan­te y are­no­sa”, expli­ca­ba la agen­cia.

El cam­bio más famo­so (por la tras­cen­den­cia de la com­pa­ñía) fue el de Sub­way, que agre­gó fle­chas a su logo y divi­dió el ver­de cla­ro, por el ama­ri­llo y un ver­de algo más oscu­ro.