Una imagen vale más que mil palabras o cuando el diseño gráfico se vuelve emocional

Ele­na Álva­rez, Graphic Desig­ner en IOMar­ke­ting, nos ha envia­do un comu­ni­ca­do de pren­sa en el que ana­li­za el dise­ño grá­fi­co:

Sabe­mos que un buen dise­ño es algo fun­da­men­tal a la hora de crear una estra­te­gia: el dise­ño es la base del pro­duc­to, el atrac­ti­vo que impul­sa a las per­so­nas a inte­re­sar­se por él. Está cla­ro que un dise­ño genial sin con­te­ni­do tam­po­co tie­ne sen­ti­do, al fin y al cabo, el dise­ño grá­fi­co no es más que un pro­ce­so comu­ni­ca­cio­nal entre dos par­tes, don­de la empre­sa quie­re trans­mi­tir  un men­sa­je a un poten­cial clien­te,  y nues­tro tra­ba­jo es refle­jar este men­sa­je de for­ma cla­ra, prác­ti­ca  y sutil pres­tan­do espe­cial impor­tan­cia al aspec­to visual.

Hoy en día, con los tiem­pos de cri­sis que vivi­mos, nos enfren­ta­mos a un con­su­mi­dor exi­gen­te,  con las ideas cla­ras y que bus­ca el mayor bene­fi­cio para sí, ya no depen­de úni­ca­men­te de un dise­ño o una estra­te­gia sino que va más allá. De ésta idea sur­ge lo que  lla­ma­mos dise­ño emo­cio­nal. La pri­me­ra vez que escu­ché este con­cep­to sur­gía del libro Emo­tio­nal Design escri­to por  Donald Nor­man y era apli­ca­do al dise­ño indus­trial o de pro­duc­tos. En él se afir­ma­ba que el prin­ci­pal obje­ti­vo del dise­ño emo­cio­nal es hacer nues­tra vida más pla­cen­te­ra.

Pasa­mos de dise­ñar cosas prác­ti­cas (fun­cio­nan bien, se entien­den bien) a pro­duc­tos y ser­vi­cios que se dis­fru­ten, que repor­ten pla­cer y has­ta diver­sión, en defi­ni­ti­va, que hagan flo­re­cer las emo­cio­nes.  Nos sen­ti­mos mucho más vin­cu­la­dos a aque­llos pro­duc­tos o ser­vi­cios que nos son cer­ca­nos, por lo tan­to la ver­da­de­ra per­so­na­li­za­ción es la que mar­ca una gran dife­ren­cia.

En IOMar­ke­ting cree­mos en las per­so­nas y pen­sa­mos que el dise­ño emo­cio­nal, pue­de ser apli­ca­do a todas las ramas del dise­ño en gene­ral. Para ello es fun­da­men­tal par­tir del con­cep­to de incluir al con­su­mi­dor en todo el pro­ce­so de desa­rro­llo, de esta for­ma pode­mos hacer­nos una idea de has­ta qué pun­to, nues­tros pro­duc­tos influ­yen en sus emo­cio­nes, inclu­so cuan­do no es cons­cien­te de ellas.

Carac­te­rís­ti­cas emo­cio­na­les

Para poder esta­ble­cer una meto­do­lo­gía basa­da en el dise­ño emo­cio­nal, es nece­sa­rio tener en cuen­ta una serie de carac­te­rís­ti­cas indis­pen­sa­bles a la hora de dise­ñar una estra­te­gia.

- Van liga­das a algún tipo de rela­ción.
– Duran poco en el tiem­po
– Son per­so­na­les

Deci­mos que envuel­ven algún tipo de rela­ción ya sea entre una per­so­na con otras, con un obje­to o ser­vi­cio, con un even­to, etc. Todo pro­ce­so comu­ni­ca­cio­nal par­te de éste tipo de rela­ción y es fun­da­men­tal iden­ti­fi­car correc­ta­men­te los miem­bros que inter­ven­drán y el men­sa­je a trans­mi­tir.

La emo­ción es repen­ti­na, inten­sa y de cor­ta dura­ción, un ejem­plo cla­ro pue­de ser la sen­sa­ción de ale­gría de abrir un paque­te que con­tie­ne un iPod. El tér­mino emo­ción lo usa­mos para des­cri­bir reac­cio­nes físi­cas o psi­co­ló­gi­cas a cier­tos estí­mu­los exter­nos o de uno mis­mo. Gene­ral­men­te duran unos segun­dos y no debe­mos con­fun­dir­las con los sen­ti­mien­tos, gus­tos o esta­dos de áni­mo que son más dura­de­ros e inde­pen­dien­tes de cada per­so­na.

En ter­cer lugar, deci­mos que las emo­cio­nes son per­so­na­les ya que van liga­das a la per­so­na­li­dad de la gen­te, se ven influen­cia­das por expe­rien­cias y aso­cia­cio­nes pasa­das y tam­bién por nues­tra acti­tud, están­da­res u obje­ti­vos. Por ejem­plo pue­de haber una per­so­na que le gus­te un Ferra­ri, su obje­ti­vo pue­de ser cap­tar la aten­ción aje­na y por tan­to para su están­dar pue­de no impor­tar­le gas­tar 300.000 euros en un  coche. Por el con­tra­rio otra per­so­na pue­de odiar  ese mis­mo Ferra­ri por­que su obje­ti­vo es res­pe­tar el medio ambien­te y por tan­to su están­dar será gas­tar el dine­ro úni­ca­men­te en cosas nece­sa­rias.

En defi­ni­ti­va, tenien­do en cuen­ta estas tres carac­te­rís­ti­cas es posi­ble plan­tear una estra­te­gia basa­da en el dise­ño emo­cio­nal y de esta for­ma calar más hon­do en el poten­cial clien­te. Una vez esta­ble­ci­do ese víncu­lo de con­fian­za entre empre­sa y con­su­mi­dor podre­mos decir que se ha crea­do una rela­ción y por tan­to, unas emo­cio­nes aso­cia­das.

Hoy en día cual­quier per­so­na es capaz de rea­li­zar un dise­ño, inde­pen­dien­te­men­te del resul­ta­do, pero a la hora de crear una fide­li­dad, no es tarea fácil.

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L.Olivier Scal­vi­no­ni
Direc­tor de Pro­duc­ción.
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