Tras la pandemia, las marcas enarbolarán la ética como su principal valor

Tras la pandemia, las marcas enarbolarán la ética como su principal valor

La pan­de­mia del COVID-19 está hacien­do tam­ba­lear los pila­res que has­ta aho­ra sos­tie­nen nues­tra coexis­ten­cia social y eco­nó­mi­ca. “Busi­ness as unu­sual” ha aca­ba­do eri­gién­do­se en el par­ti­cu­lar man­tra de las cir­cuns­tan­cias que vivi­mos actual­men­te, pero ¿qué ven­drá des­pués de la pan­de­mia?

Las voces más pesi­mis­tas augu­ran que, cuan­do la cri­sis glo­bal cau­sa­da por el COVID-19 aca­be dilu­yén­do­se, la gen­te ter­mi­na­rá incor­po­ran­do a su ADN el ais­la­mien­to actual, se reple­ga­rá hacia aden­tro y pon­drá más acen­to que nun­ca en su esfe­ra pri­va­da.

Sin embar­go, lo cier­to es que la cri­sis ema­na­da del coro­na­vi­rus nos brin­da tam­bién la opor­tu­ni­dad de abra­zar un sis­te­ma eco­nó­mi­co más salu­da­ble y enar­bo­lar la ban­de­ra de la soli­da­ri­dad glo­bal, expli­ca Lars Kre­yenha­gen en un artícu­lo para Hori­zont.

La pan­de­mia no hace sino poner de relie­ve el incon­men­su­ra­ble valor de la salud, pero hace emer­ger tam­bién a la super­fi­cie corrien­tes que han esta­do nave­gan­do en las pro­fun­di­da­des de la socie­dad duran­te mucho tiem­po y que encuen­tran aho­ra el momen­to per­fec­to para eclo­sio­nar.

De acuer­do con un estu­dio lle­va­do a cabo por Deloit­te en 2019, el 63% de los jóve­nes ase­ve­ra­ba que el prin­ci­pal pro­pó­si­to de las empre­sas no debe­ría ser el cre­ci­mien­to sino la mejo­ra de la socie­dad. Pare­ce evi­den­te que la deno­mi­na­da “Gene­ra­ción Gre­ta” exi­ge prin­ci­pios éti­cos a las mar­cas.

Y en la cri­sis actual, la gen­te espe­ra que las com­pa­ñías pon­gan más que nun­ca el foco en el hallaz­go de solu­cio­nes para los pro­ble­mas que fus­ti­gan con más fuer­za a la socie­dad. Pare­ce que resol­ver y no tan­to ven­der debe de ser el lema de las mar­cas en tiem­pos de coro­na­vi­rus y en los tiem­pos por venir.

Se tra­ta de ape­lar al con­su­mo, sí, pero de mane­ra mucho más res­pon­sa­ble. Por­que las ven­tas deja­rán de ser un fac­tor deci­si­vo en el futu­ro. No pue­de ser en todo caso que las ven­tas ten­gan prio­ri­dad sobre la salud, sobre la cohe­sión social y sobre la super­vi­ven­cia del pla­ne­ta en su con­jun­to.

Ha lle­ga­do el momen­to de que las mar­cas enar­bo­len la ban­de­ra de la res­pon­sa­bi­li­dad, lo cual impli­ca mirar más allá de las ven­tas y apun­tar a la par­ti­ci­pa­ción social y el com­pro­mi­so con el medio ambien­te.

En el futu­ro, las mar­cas no des­ta­ca­rán tan­to por sus pro­duc­tos y ser­vi­cios como por los valo­res que pro­mue­van y por cómo esos valo­res hacen del mun­do un lugar mejor y más salu­da­ble, sos­tie­ne Kre­yenha­gen.

En el cele­bra­do spot The French Exchan­ge, Renault lidia­ba, por ejem­plo, con la diver­si­dad. Cen­tra­do en una her­mo­sa his­to­ria de amor, la pro­ta­go­ni­za­da por dos chi­cas, solo los cin­co últi­mos segun­dos del anun­cio ponen al espec­ta­dor sobre la pis­ta de que está fren­te a un spot de Renault y no fren­te al trái­ler de una pelí­cu­la. En Esta­dos Uni­dos, don­de el coche pro­mo­cio­na­do en el anun­cio (el Renault Clio) ni siquie­ra está a la ven­ta, muchos se ena­mo­ra­ron del spot por­que se ale­ja­ba deli­cio­sa­men­te de la publi­ci­dad en su ver­tien­te más clá­si­ca, empa­ren­ta­da inevi­ta­ble­men­te con el “auto­bom­bo”.

Ami­ga ínti­ma de la sos­te­ni­bi­li­dad es, por su par­te, la mar­ca esta­dou­ni­den­se espe­cia­li­za­da en “out­door”, Pata­go­nia, que con­ci­be la pro­tec­ción medioam­bien­tal como la prin­ci­pal razón de su exis­ten­cia.

En el cer­cano futu­ro, a las mar­cas no les bas­ta­rá con ser diver­sas y sos­te­ni­bles. Los valo­res, en un sen­ti­do mucho más amplio, serán los que aca­ba­rán pro­cu­ran­do dife­ren­cia­ción a los pro­duc­tos y los ser­vi­cios de las mar­cas.

Tras la pan­de­mia, todas y cada una de las mar­cas debe­rán estar per­tre­cha­das de una éti­ca sufi­cien­te­men­te pro­fun­da y capaz de tras­cen­der su pro­pio ámbi­to de nego­cio.

¿Qué pue­de hacer una empre­sa ener­gé­ti­ca para pre­ser­var el pla­ne­ta? ¿Cómo pue­de un fabri­can­te de cos­mé­ti­cos enfa­ti­zar los valo­res posi­ti­vos deri­va­dos del enve­je­ci­mien­to? ¿Qué solu­cio­nes pue­de poner sobre la mesa una inmo­bi­lia­ria para lograr que la vivien­da sea acce­si­ble a todo el mun­do?

En bre­ve, la bon­dad de una mar­ca no echa­rá anclas en sus ven­tas y en sus nive­les de aten­ción, sino en su con­tri­bu­ción ver­da­de­ra­men­te rele­van­te a la vida de la gen­te.

Tras el coro­na­vi­rus, el “brand mana­ge­ment” nece­si­ta­rá el dise­ño de una cul­tu­ra fuer­te­men­te enrai­za­da en la éti­ca. Y eso sig­ni­fi­ca­rá que los bene­fi­cios esta­rán des­ple­ga­dos no solo en el balan­ce de cuen­tas sino tam­bién en los valo­res con los que las mar­cas han ele­gi­do com­pro­me­ter­se, con­clu­ye Kre­yenha­gen.