Storytelling: el arte de dejar de vender productos para empezar a conectar con las personas

Storytelling: el arte de dejar de vender productos para empezar a conectar con las personas
En el actual mer­ca­do glo­bal, satu­ra­do y exi­gen­te, la narra­ti­va se ha con­ver­ti­do en la herra­mien­ta de super­vi­ven­cia defi­ni­ti­va para las cor­po­ra­cio­nes. Es así que el story­te­lling ya no se per­ci­be como un recur­so acce­so­rio, sino como una estra­te­gia fun­da­men­tal que per­mi­te a las orga­ni­za­cio­nes cons­truir sen­ti­do y esta­ble­cer víncu­los emo­cio­na­les dura­de­ros con sus audien­cias.

Esta téc­ni­ca con­sis­te en el uso estra­té­gi­co de rela­tos para comu­ni­car un men­sa­je de mar­ca, bajo la pre­mi­sa de que las per­so­nas valo­ran y recuer­dan mucho más una his­to­ria que un argu­men­to racio­nal. A tra­vés de per­so­na­jes, con­flic­tos y emo­cio­nes, las pro­pues­tas comer­cia­les cobran vida. Según exper­tos en la mate­ria, el obje­ti­vo prin­ci­pal es huma­ni­zar las mar­cas y dife­ren­ciar­se en sec­to­res satu­ra­dos de ofer­tas simi­la­res, estruc­tu­ran­do rela­tos que sean cohe­ren­tes con el pro­pó­si­to y la iden­ti­dad cor­po­ra­ti­va.

La cien­cia detrás de la his­to­ria

La apues­ta por la narra­ti­va tie­ne un com­pro­ba­do res­pal­do cien­tí­fi­co. Diver­sos estu­dios de neu­ro­mar­ke­ting demues­tran que las deci­sio­nes de con­su­mo no son exclu­si­va­men­te racio­na­les; por el con­tra­rio, las emo­cio­nes influ­yen de mane­ra deci­si­va en el pro­ce­so de com­pra. El story­te­lling acti­va pre­ci­sa­men­te esa dimen­sión emo­cio­nal, gene­ran­do empa­tía y cre­di­bi­li­dad, acti­vos que son pila­res esen­cia­les de la repu­tación de cual­quier empre­sa.

En Colom­bia, el éxi­to de esta meto­do­lo­gía es evi­den­te en varias de sus com­pa­ñías más emble­má­ti­cas. Ban­co­lom­bia, por ejem­plo, ha logra­do dis­tan­ciar­se del frío dis­cur­so finan­cie­ro tra­di­cio­nal para cen­trar sus rela­tos en las per­so­nas y sus pro­yec­tos de vida. La mar­ca Juan Val­dez ha sabi­do posi­cio­nar al cafi­cul­tor como el pro­ta­go­nis­ta indis­cu­ti­ble, conec­tan­do el ori­gen del pro­duc­to con la iden­ti­dad y el orgu­llo nacio­nal. Asi­mis­mo, Postobón ha uti­li­za­do cam­pa­ñas como La vida es color de rosa para ape­lar a emo­cio­nes colec­ti­vas, incen­ti­van­do sen­ti­mien­tos de opti­mis­mo y cer­ca­nía.

Una ven­ta­ja com­pe­ti­ti­va

La ver­sa­ti­li­dad del story­te­lling per­mi­te su apli­ca­ción en cam­pa­ñas publi­ci­ta­rias, con­te­ni­dos digi­ta­les e inclu­so comu­ni­ca­ción inter­na. Tal como des­ta­ca el aná­li­sis del sec­tor, el éxi­to radi­ca en la capa­ci­dad de gene­rar una narra­ti­va pro­gre­si­va y autén­ti­ca. En este con­tex­to, se apo­ya en una máxi­ma del mar­ke­ting moderno: “Un exce­len­te narra­dor de his­to­rias es capaz de empa­ti­zar con his­to­rias cer­ca­nas que conec­tan con audien­cias”.

En defi­ni­ti­va, las mar­cas que logran lide­rar el mer­ca­do son aque­llas que entien­den que, antes de ven­der pro­duc­tos, deben con­tar his­to­rias que val­gan la pena ser escu­cha­das. Por estas razo­nes, el story­te­lling se con­so­li­da como la ven­ta­ja com­pe­ti­ti­va más poten­te para gene­rar leal­tad en un eco­sis­te­ma de dis­trac­ción cons­tan­te.

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