Eufemismo: término que sustituye a otro para designar lo mismo, ya que el primero se evita al tener connotaciones desagradables, terribles o indecorosas.
Según las conclusiones del European Communication Monitor 2011, el 42% de los responsables de comunicación y profesionales de relaciones públicas que trabajan en organizaciones y consultoras en Europa, considera que la denominación “Relaciones Públicas” (Public Relations ‑PR-) es un término que desacredita la profesión. Como consecuencia, muchos de los encuestados apuestan por utilizar otras alternativas para referirse a ella. Las preferidas son “Comunicación Corporativa” (68%), “Comunicación Estratégica” (61%) y “Gestión de la Comunicación” (56%).
Las palabras pueden encubrir, pero no cambiar la realidad de las cosas. A la larga, el nombre se acaba contagiando de la fealdad de lo nombrado. Y entonces, hay que buscarle repuesto. Se crean de esta manera cadenas de eufemismos que se desgastan y caducan. Por ejemplo, el lugar destinado a la “realización de ciertas necesidades fisiologicas” ha evolucionado apropiándose de términos que designaban actividades más honorables, hasta agotarlos despojándoles de su significado original:
Letrina – forma contraída de lavatrina que es el lugar donde uno se lava.
Retrete – lugar retirado.
Váter – agua, anglicismo derivado de water-closet.
Servicio, baño …
Ahora resulta que la culpa de todo la tiene el término “relaciones públicas”, no el conjunto de técnicas que la palabra denomina y engloba, ni, por supuesto, el mal uso que hacemos de ellas. ¿Son las relaciones públicas las que elaboran comunicados y estudios basura? y, ¿los correo basura, también son las relaciones públicas?. ¿No sería mejor que tratásemos las relaciones públicas con más respeto, en lugar de dedicarnos a pervertir el lenguaje?
Por lo que a mi respecta me quedo con agencias de relaciones públicas, agencias PR en spanglish. Cuando ese 42% de “comunicadores corporativos” dejen de utilizar las relaciones públicas como si de un inodoro se tratase, entonces el término y la profesión recobrarán poco a poco todo su esplendor.
Simón de María