¿Qué se entiende por cultura de empresa?

¿Qué se entiende por cultura de empresa?

José Anto­nio Her­nán­dez Menén­dez

jantoniohernandez1 (1)Sonó la sire­na: es hora de comer. Los tra­ba­ja­do­res aban­do­nan sus tareas y se diri­gen al come­dor para almor­zar. Mien­tras sacan sus refres­cos de la máqui­na, obser­van que hay una nue­va silla en la pun­ta de una de las dos mesas que tie­ne la sala. Los tra­ba­ja­do­res la miran, pero, sin comen­tar nada al res­pec­to, ocu­pan cada uno su sitio habi­tual en el come­dor.

Háyan­se todos sen­ta­dos, excep­to el nue­vo, que entró hace diez días. No es el últi­mo en entrar por casua­li­dad, lo es por dis­cre­ción. Él pien­sa que tie­ne menos dere­cho a ocu­par la silla de Pedro, o la de Pepi, o de cual­quier otro gran vete­rano que entró en la empre­sa mucho antes que él. Así que se que­da en la cola, no entor­pe­ce la velo­ci­dad de extrac­ción de las latas, ni ocu­pa una silla prohi­bi­da.

Como no domi­na el lugar, no se aper­ci­be del núme­ro de sillas, ni de que hay una nue­va. No obs­tan­te, como esta últi­ma está en la pun­ta, usa pre­ci­sa­men­te esa para sen­tar­se sin moles­tar a nadie.

Jus­to al sen­tar­se, no se sabe cómo dia­blos, todos los tra­ba­ja­do­res reci­ben una des­car­ga eléc­tri­ca en sus tra­se­ros. Es un hecho insó­li­to que deja per­ple­ja a la gen­te. Nadie entien­de nada, ni se ve con cla­ri­dad la cau­sa que lo ha pro­vo­ca­do.

En los días siguien­tes, los suce­sos aca­ban por con­fir­mar las sos­pe­chas. Efec­ti­va­men­te, al sen­tar­se alguien en la silla nue­va, se acti­va una des­car­ga en todas las sillas del come­dor que deja las nal­gas del per­so­nal como el papel de pla­ta de envol­ver sus boca­di­llos.

Por supues­to, des­de ese día, cada vez que alguien inten­ta sen­tar­se en la silla, los demás lo fre­nan, algu­nos inclu­so lo insul­tan. – ¡Míra­lo, el nova­to ya quie­re la silla nue­va! ¡Yo tar­dé meses en tener mi sitio! ¡Sién­ta­te cuan­do me vaya, anda!-.

comedor_empresaEl lunes entró uno nue­vo. Tie­ne pin­ta de lis­ti­llo. ¿A dón­de pen­sáis que qui­so sen­tar­se? A éste no sólo le fre­na­ron, inclu­so le die­ron cos­co­rro­nes. Y los que más cos­co­rro­nes repar­tie­ron fue­ron los últi­mos que entra­ron, hace unos quin­ce días.

Hoy han pre­ju­bi­la­do a todos los vete­ra­nos, por sor­pre­sa, sin avi­sar. A la hora de almor­zar el come­dor está tris­te. Se res­pi­ra cier­ta anar­quía. No se ve un líder que pro­pon­ga los temas a tra­tar, ni que­da un refe­ren­te a quien escu­char.

A estas altu­ras, ya nadie sabe que usar la silla nue­va pro­vo­ca una des­car­ga de corrien­te, pero no ten­gáis duda de que nadie la uso más, por los res­tos de los res­tos.

Cul­tu­ra de empre­sa es la lis­ta de leyes no escri­tas de la orga­ni­za­ción. La lis­ta expli­ca lo que está bien y mal. Tam­bién expli­ca qué valo­res sir­ven y qué valo­res no. Lo más impor­tan­te de la lis­ta es que expli­ca qué cosas hacer para estar den­tro y con qué cosas se te con­si­de­ra­rá fue­ra. Vie­ne a ser el mani­fies­to moral que es mar­ca de la casa.

Con­vie­ne hacer un esfuer­zo para influir en dicha cul­tu­ra, sabien­do que si no se pro­po­ne nin­gu­na, el azar se ocu­pa­rá de impo­ner la suya. Des­te­rrar una cul­tu­ra nega­ti­va no es nada fácil una vez ins­tau­ra­da.

No tene­mos el dere­cho de admi­sión para los sen­ti­mien­tos.

José Anto­nio Her­nán­dez Menén­dez
Exper­to en sis­te­mas de ges­tión de
cos­tes y en téc­ni­cas de ven­ta.