¿Qué es el Cohousing?

En Espa­ña empie­za a con­so­li­dar­se un mode­lo alter­na­ti­vo de acce­so a la vivien­da que rom­pe con la com­pra tra­di­cio­nal y el alqui­ler con­ven­cio­nal: el cohou­sing o vivien­da cola­bo­ra­ti­va. Este sis­te­ma, con déca­das de reco­rri­do en paí­ses del nor­te de Euro­pa, se per­fi­la como res­pues­ta a los retos que plan­tea el mer­ca­do inmo­bi­lia­rio, mar­ca­do por pre­cios desor­bi­ta­dos y difi­cul­ta­des de acce­so, espe­cial­men­te en ciu­da­des como Madrid, Bar­ce­lo­na, Valen­cia o Mála­ga.

El cohou­sing se basa en comu­ni­da­des auto­ges­tio­na­das don­de cada resi­den­te dis­po­ne de una vivien­da pri­va­da, pero com­par­te espa­cios comu­nes como coci­nas, jar­di­nes o salas de reu­nión. Más allá de una fór­mu­la habi­ta­cio­nal, impli­ca un esti­lo de vida cen­tra­do en la coope­ra­ción, la sos­te­ni­bi­li­dad y la vida comu­ni­ta­ria. Según Anto­nio Ortiz, direc­tor gene­ral de SAF­TI Espa­ña, “las cau­sas de esta ten­den­cia son múl­ti­ples: el acce­so a la vivien­da se ha con­ver­ti­do en un reto para bue­na par­te de la pobla­ción y, ade­más, exis­te un cam­bio en los valo­res socia­les hacia mode­los más sos­te­ni­bles y huma­nos”.

Aun­que en Espa­ña toda­vía repre­sen­ta un nicho redu­ci­do del mer­ca­do, su cre­ci­mien­to es cons­tan­te. Una de sus varian­tes con mayor pro­yec­ción es el senior cohou­sing, orien­ta­do a per­so­nas mayo­res que deci­den con­vi­vir en comu­ni­da­des adap­ta­das, fomen­tan­do la ayu­da mutua y evi­tan­do la sole­dad o la ins­ti­tu­cio­na­li­za­ción en resi­den­cias.

El futu­ro del cohou­sing en Espa­ña depen­de­rá de la eli­mi­na­ción de tra­bas buro­crá­ti­cas y de un mar­co legal más cla­ro que faci­li­te la finan­cia­ción y el acce­so al sue­lo. Tam­bién será deter­mi­nan­te el apo­yo de las admi­nis­tra­cio­nes públi­cas a tra­vés de incen­ti­vos fis­ca­les, cesión de terre­nos o inclu­sión de estos pro­yec­tos en pla­nes de vivien­da social.

“Está dejan­do de ser una pro­pues­ta mar­gi­nal para con­ver­tir­se en una alter­na­ti­va real y desea­ble. Res­pon­de a nece­si­da­des con­tem­po­rá­neas de acce­si­bi­li­dad y sos­te­ni­bi­li­dad, ade­más de ofre­cer una visión inno­va­do­ra de la vida en comu­ni­dad. Aun­que toda­vía plan­tea desa­fíos, su expan­sión pare­ce impa­ra­ble”, con­clu­ye Ortiz.

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