Excusas baratas: cómo se hunde la venta de libros mientras el sector confunde causa y efectos

Excusas baratas: cómo se hunde la venta de libros mientras el sector confunde causa y efectos

Por Fer­nan­do Fomi­na­ya – Noer­gia

fernando-fomin wpEl sec­tor del libro acu­mu­la en Espa­ña en los últi­mos cin­co años una caí­da de casi el 35% en el núme­ro de ejem­pla­res ven­di­dos. Es lo que nos dice el recién publi­ca­do Avan­ce de resul­ta­dos  del estu­dio que hacen la Fede­ra­ción de Gre­mios de Edi­to­res de Espa­ña y el Minis­te­rio de Edu­ca­ción.

Un sec­tor que no quie­re ver lo que pasa

Hace dos años publi­ca­mos en este mis­mo blog nues­tro artícu­lo fun­da­cio­nal La sor­pren­den­te razón de por qué cada día se ven­den menos libros, en el que expli­cá­ba­mos la razón prin­ci­pal, a nues­tro modo de ver, del hun­di­mien­to del libro.

Naufragio 2002 by Federico Maria Sardelli on Wikipedia.org

Sin­ce­ra­men­te, cuan­do escri­bí aquel artícu­lo pen­sa­ba que dos años des­pués todo el sec­tor se habría dado cuen­ta de dón­de pro­vie­nen sus difi­cul­ta­des (no nece­sa­ria­men­te por mi artícu­lo, sim­ple­men­te el agra­va­mien­to de la situa­ción lle­va­ría a cual­quie­ra a las mis­mas con­clu­sio­nes) y que un gran perío­do de inno­va­ción se habría abier­to en el que todos los acto­res del mun­do del libro esta­rían expe­ri­men­tan­do nue­vas mane­ras de lle­gar al lec­tor.

Sin embar­go, pare­ce evi­den­te que no es así y la mayo­ría sigue bus­can­do sus lla­ves don­de hay luz y bue­na com­pa­ñía y no don­de se han extra­via­do. La situa­ción es de des­con­cier­to gene­ral.

Los aná­li­sis del sec­tor

Encon­tra­mos exhaus­ti­vos estu­dios de los sín­to­mas, como por ejem­plo los de Manuel Gil, que lle­va tiem­po pre­di­cien­do la catás­tro­fe. Sin embar­go, éstos no aca­ban de dar con la ver­da­de­ra cau­sa sub­ya­cen­te y, por tan­to, tam­po­co pro­po­nen solu­cio­nes más allá de paliar efec­tos.

Las edi­to­ria­les, ¿las cul­pa­bles?

Tam­bién pare­cen de moda arre­me­ti­das con­tra las edi­to­ria­les, como las de la sar­gen­to Mar­ga­ret en Patru­lla de sal­va­ción. ¿Real­men­te ya no se ven­den libros por­que las edi­to­ria­les (entien­do que prin­ci­pal­men­te las gran­des) empa­que­tan y pro­mo­cio­nan autén­ti­ca basu­ra y crí­ti­cos com­pra­dos la pro­mo­cio­nan? Aun­que así fue­ra, los malos libros lle­van siglos domi­nan­do el mer­ca­do y no por ello se des­mo­ro­nó nun­ca el sec­tor como aho­ra.

Ade­más, por un lado pare­ce men­ti­ra que con más de mil edi­to­ria­les en este país todas hagan las cosas mal y, por otro, en el extran­je­ro se deben haber suma­do a la ini­cia­ti­va, por­que la caí­da de ven­tas es gene­ra­li­za­da en el mun­do (aun­que en pocos sitios tan acu­sa­da como aquí).

La opi­nión de la éli­te

Para ver lo per­di­do que está el sec­tor, ani­mo a que leáis el artícu­lo del País Sema­nal Los guar­dia­nes del libro, en el que la flor y nata edi­to­rial de este país seña­la las supues­tas cau­sas de la deca­den­cia del libro, a saber: la pira­te­ría, Hacien­da y los video­jue­gos.

Unas bre­ves obser­va­cio­nes para ayu­dar a valo­rar la impor­tan­cia de estos pre­sun­tos cul­pa­bles.

Los video­jue­gos han sus­ti­tui­do prin­ci­pal­men­te a la tele­vi­sión y a la vida en la calle. Mi hijo pre­fie­re jugar al GTA que leer, mi abue­lo pre­fe­ría jugar al fút­bol con los ami­gos del barrio a leer.

El libro siem­pre ha teni­do com­pe­ten­cia. Es curio­so lo rápi­do que se nos olvi­da que leer nun­ca fue una acti­vi­dad de masas.

En cuan­to a Hacien­da remi­to a Ber­nat Ruiz, que expli­ca de mara­vi­lla el poco sen­ti­do de cul­par al gobierno de nues­tros males.

Final­men­te, la pira­te­ría: siem­pre ha habi­do pira­te­ría y siem­pre la habrá. Un poco de pira­te­ría bene­fi­cia al sec­tor por­que per­mi­te par­ti­ci­par como divul­ga­do­res y pres­crip­to­res a los que tie­nen tiem­po pero no dine­ro. El daño sur­ge cuan­do ésta cre­ce des­me­su­ra­da­men­te. En Espa­ña la pira­te­ría no es la cau­sa de los males del sec­tor, sino un efec­to. Se ha con­ver­ti­do en un mons­truo ali­men­ta­do prin­ci­pal­men­te por la debi­li­dad del sec­tor en los medios digi­ta­les.

En resu­men, aquí cada uno seña­la al otro como cul­pa­ble de sus males. Pare­ce­mos un galli­ne­ro his­té­ri­co y, entre tan­to, la casa sin barrer.

La razón des­co­no­ci­da del des­plo­me

Libros Viejos Muy Poco Leídos by Luis, on FlickrAsí pues, ¿hay una razón mayor­men­te des­co­no­ci­da y que no es hija de los oscu­ros intere­ses o la inep­ti­tud de alguno de los gran­des acto­res del sec­tor del libro? Sí, la hay, y en reali­dad no es espe­cial­men­te mis­te­rio­sa.

Es, sim­ple­men­te, un cam­bio en el com­por­ta­mien­to del con­su­mi­dor en los últi­mos cin­co o seis años. Éste toma aho­ra sus deci­sio­nes vita­les (via­jes, com­pras, ocio, etc.) fren­te a una pan­ta­lla, es decir con ayu­da de los medios digi­ta­les. Orde­na­do­res, tablets, móvi­les. Esto es un cam­bio radi­cal.

El lec­tor de libros es un con­su­mi­dor más y en Inter­net resul­ta que el libro está des­apa­re­ci­do. No apa­re­ce en bus­ca­do­res, no se com­par­te en redes socia­les y no se encuen­tra ape­nas fue­ra de los cir­cui­tos espe­cia­li­za­dos (blogs lite­ra­rios o temá­ti­cos).

Lo que no está cuan­do toma­mos deci­sio­nes, se vuel­ve irre­le­van­te.

El libro se ha vuel­to irre­le­van­te.

El libro no está en las con­ver­sa­cio­nes, por lo menos no en las de Face­book, que aho­ra son las más fre­cuen­tes. No está en Whatsapp ni en Ins­ta­gram.

Por eso ya no da pres­ti­gio: ¿cono­céis a alguien que recien­te­men­te se haya com­pra­do dos metros de libros para ador­nar su salón? En los 80 los había en abun­dan­cia.

Y así podría­mos seguir un buen rato.

Cier­to, hay mil mati­ces, hay excep­cio­nes, hay otras razo­nes que con­tri­bu­yen, pero si que­réis una cau­sa que expli­que la raíz del pro­ble­ma, es ésta.

La solu­ción

Nadie la tie­ne aún, evi­den­te­men­te. Pero es obvio que para com­ba­tir el pro­ble­ma habrá que ir al cam­po de bata­lla don­de éste se encuen­tra, en los medios digi­ta­les, y no dedi­car­se, como hace la mayor par­te del sec­tor, a bus­car­lo don­de hace tiem­po que ha deja­do de estar.

Sí, cier­to, un plan de incen­ti­vo a la lec­tu­ra en los cole­gios no ven­dría mal, más biblio­te­cas tam­po­co, pero con estas lagu­nas hemos vivi­do siglos sin que el libro peli­gra­ra.

libros3 wpAde­más, la mayor par­te de las ini­cia­ti­vas del sec­tor edi­to­rial en Inter­net están rela­cio­na­das con digi­ta­li­zar libros y opti­mi­zar su dis­tri­bu­ción, que es una con­di­ción nece­sa­ria para ase­gu­rar el futu­ro del libro, pero no sufi­cien­te. Si fue­ra sufi­cien­te, Ama­zon sim­ple­men­te se habría comi­do el mer­ca­do, pero glo­bal­men­te segui­ría­mos en cifras máxi­mas de ven­ta.

El pro­ble­ma está en la pre­sen­cia de los libros en los medios digi­ta­les, en la per­cep­ción que se tie­ne del libro, en la faci­li­dad para des­cu­brir­los. En que el libro esté a la vez en el lugar ade­cua­do y en el momen­to ade­cua­do.

En el mar­ke­ting, no en la dis­tri­bu­ción.

Y eso, ¿cómo se hace? La sema­na que vie­ne publi­ca­ré 8 ideas para sacar al libro de la irre­le­van­cia. Que no se diga que nos limi­ta­mos a poner el dedo en la lla­ga…

Fer­nan­do Fomi­na­ya

www.noergia.com
@ffominaya