Por Fernando Fominaya – Noergia
El sector del libro acumula en España en los últimos cinco años una caída de casi el 35% en el número de ejemplares vendidos. Es lo que nos dice el recién publicado Avance de resultados del estudio que hacen la Federación de Gremios de Editores de España y el Ministerio de Educación.
Un sector que no quiere ver lo que pasa
Hace dos años publicamos en este mismo blog nuestro artículo fundacional La sorprendente razón de por qué cada día se venden menos libros, en el que explicábamos la razón principal, a nuestro modo de ver, del hundimiento del libro.
Sinceramente, cuando escribí aquel artículo pensaba que dos años después todo el sector se habría dado cuenta de dónde provienen sus dificultades (no necesariamente por mi artículo, simplemente el agravamiento de la situación llevaría a cualquiera a las mismas conclusiones) y que un gran período de innovación se habría abierto en el que todos los actores del mundo del libro estarían experimentando nuevas maneras de llegar al lector.
Sin embargo, parece evidente que no es así y la mayoría sigue buscando sus llaves donde hay luz y buena compañía y no donde se han extraviado. La situación es de desconcierto general.
Los análisis del sector
Encontramos exhaustivos estudios de los síntomas, como por ejemplo los de Manuel Gil, que lleva tiempo prediciendo la catástrofe. Sin embargo, éstos no acaban de dar con la verdadera causa subyacente y, por tanto, tampoco proponen soluciones más allá de paliar efectos.
Las editoriales, ¿las culpables?
También parecen de moda arremetidas contra las editoriales, como las de la sargento Margaret en Patrulla de salvación. ¿Realmente ya no se venden libros porque las editoriales (entiendo que principalmente las grandes) empaquetan y promocionan auténtica basura y críticos comprados la promocionan? Aunque así fuera, los malos libros llevan siglos dominando el mercado y no por ello se desmoronó nunca el sector como ahora.
Además, por un lado parece mentira que con más de mil editoriales en este país todas hagan las cosas mal y, por otro, en el extranjero se deben haber sumado a la iniciativa, porque la caída de ventas es generalizada en el mundo (aunque en pocos sitios tan acusada como aquí).
La opinión de la élite
Para ver lo perdido que está el sector, animo a que leáis el artículo del País Semanal Los guardianes del libro, en el que la flor y nata editorial de este país señala las supuestas causas de la decadencia del libro, a saber: la piratería, Hacienda y los videojuegos.
Unas breves observaciones para ayudar a valorar la importancia de estos presuntos culpables.
Los videojuegos han sustituido principalmente a la televisión y a la vida en la calle. Mi hijo prefiere jugar al GTA que leer, mi abuelo prefería jugar al fútbol con los amigos del barrio a leer.
El libro siempre ha tenido competencia. Es curioso lo rápido que se nos olvida que leer nunca fue una actividad de masas.
En cuanto a Hacienda remito a Bernat Ruiz, que explica de maravilla el poco sentido de culpar al gobierno de nuestros males.
Finalmente, la piratería: siempre ha habido piratería y siempre la habrá. Un poco de piratería beneficia al sector porque permite participar como divulgadores y prescriptores a los que tienen tiempo pero no dinero. El daño surge cuando ésta crece desmesuradamente. En España la piratería no es la causa de los males del sector, sino un efecto. Se ha convertido en un monstruo alimentado principalmente por la debilidad del sector en los medios digitales.
En resumen, aquí cada uno señala al otro como culpable de sus males. Parecemos un gallinero histérico y, entre tanto, la casa sin barrer.
La razón desconocida del desplome
Así pues, ¿hay una razón mayormente desconocida y que no es hija de los oscuros intereses o la ineptitud de alguno de los grandes actores del sector del libro? Sí, la hay, y en realidad no es especialmente misteriosa.
Es, simplemente, un cambio en el comportamiento del consumidor en los últimos cinco o seis años. Éste toma ahora sus decisiones vitales (viajes, compras, ocio, etc.) frente a una pantalla, es decir con ayuda de los medios digitales. Ordenadores, tablets, móviles. Esto es un cambio radical.
El lector de libros es un consumidor más y en Internet resulta que el libro está desaparecido. No aparece en buscadores, no se comparte en redes sociales y no se encuentra apenas fuera de los circuitos especializados (blogs literarios o temáticos).
Lo que no está cuando tomamos decisiones, se vuelve irrelevante.
El libro se ha vuelto irrelevante.
El libro no está en las conversaciones, por lo menos no en las de Facebook, que ahora son las más frecuentes. No está en Whatsapp ni en Instagram.
Por eso ya no da prestigio: ¿conocéis a alguien que recientemente se haya comprado dos metros de libros para adornar su salón? En los 80 los había en abundancia.
Y así podríamos seguir un buen rato.
Cierto, hay mil matices, hay excepciones, hay otras razones que contribuyen, pero si queréis una causa que explique la raíz del problema, es ésta.
La solución
Nadie la tiene aún, evidentemente. Pero es obvio que para combatir el problema habrá que ir al campo de batalla donde éste se encuentra, en los medios digitales, y no dedicarse, como hace la mayor parte del sector, a buscarlo donde hace tiempo que ha dejado de estar.
Sí, cierto, un plan de incentivo a la lectura en los colegios no vendría mal, más bibliotecas tampoco, pero con estas lagunas hemos vivido siglos sin que el libro peligrara.
Además, la mayor parte de las iniciativas del sector editorial en Internet están relacionadas con digitalizar libros y optimizar su distribución, que es una condición necesaria para asegurar el futuro del libro, pero no suficiente. Si fuera suficiente, Amazon simplemente se habría comido el mercado, pero globalmente seguiríamos en cifras máximas de venta.
El problema está en la presencia de los libros en los medios digitales, en la percepción que se tiene del libro, en la facilidad para descubrirlos. En que el libro esté a la vez en el lugar adecuado y en el momento adecuado.
En el marketing, no en la distribución.
Y eso, ¿cómo se hace? La semana que viene publicaré 8 ideas para sacar al libro de la irrelevancia. Que no se diga que nos limitamos a poner el dedo en la llaga…
Fernando Fominayawww.noergia.com @ffominaya