Otra de objeciones: "el monstruo de las mil caras"

Otra de objeciones: "el monstruo de las mil caras"

José Ramón Luna Cer­dán

Jose-Ramon-Luna-Cerdan¿Te ha plan­tea­do en algu­na oca­sión alguno de tus clien­tes algún pro­ble­ma para com­prar?. Segu­ra­men­te esta­rás pen­san­do “en algu­na oca­sión no, en muchas. Alguno de mis clien­tes no, muchos. Algún pro­ble­ma no, muchos y de todo tipo”. Estas barre­ras que el clien­te pone y que hacen más difí­cil la ven­ta son nada más y nada menos que las famo­sas obje­cio­nes.

Sin embar­go, las obje­cio­nes toman dife­ren­tes for­mas y tama­ños. No son todas igual de malas y peli­gro­sas. Algu­nas son inclu­so sen­ci­llas y nos favo­re­cen. Algu­nas son cier­tas y otras inven­ta­das. Lo impor­tan­te es que siem­pre están ahí y, muy pro­ba­ble­men­te, ten­dre­mos que enfren­tar­nos a ellas en todas y cada una de las entre­vis­tas con nues­tros clien­tes.

A con­ti­nua­ción des­ve­la­mos cada una de las mil caras del mons­truo (en reali­dad son sie­te) para que las pue­das reco­no­cer en tus entre­vis­tas y uti­li­zar tu mejor arma en cada caso.

El clien­te no nos plan­tea nin­gu­na obje­ción pero “segu­ro que están ahí”

vendedor-asesorUna de las mani­fes­ta­cio­nes del mons­truo con la que te pue­des encon­trar es la obje­ción que no se dice expre­sa­men­te. El clien­te te con­ce­de la entre­vis­ta y te escu­cha mien­tras le argu­men­tas pero no dice abso­lu­ta­men­te nada. Si no dice nada … malo! Ante esta situa­ción, lo que pue­des hacer es tra­tar de que par­ti­ci­pe en la con­ver­sa­ción a tra­vés de las pre­gun­tas. For­mu­la algu­na pre­gun­ta abier­ta del tipo “¿qué te pare­ce?, ¿cómo lo resol­ve­rías? o ¿qué alter­na­ti­vas estás bara­jan­do?”. Cual­quier cosa con tal de hacer par­ti­ci­par al clien­te acti­va­men­te en la entre­vis­ta. Cuan­to más le invo­lu­cres en la con­ver­sa­ción, más pro­ba­bi­li­da­des ten­drás de cono­cer sus posi­bles obje­cio­nes a la com­pra.

El clien­te pone excu­sas y obje­cio­nes gene­ra­les a la ven­ta

En otras oca­sio­nes, el clien­te te pon­drá excu­sas. Estas son reac­cio­nes ins­tin­ti­vas de recha­zo hacia la com­pra. No son obje­cio­nes reales. Cuan­do nos acer­ca­mos a un clien­te, muchos de ellos dirán cosas como “no ten­go tiem­po”, “segu­ro que eso es muy caro” o “no me intere­sa”. Como te pue­des ima­gi­nar, si toda­vía no hemos argu­men­ta­do al clien­te nues­tro pro­duc­to o ser­vi­cio, es muy difí­cil que estas obje­cio­nes que pone pue­dan ser cier­tas. Ante estas situa­cio­nes, como pro­fe­sio­nal de la ven­ta que eres, tu reto es atraer su inte­rés. Y, ¿cómo? Uti­li­za la siguien­te téc­ni­ca: Per­fec­to” y lue­go lán­za­le una pre­gun­ta para tomar el con­trol de la con­ver­sa­ción.

El clien­te nos pro­yec­ta su esta­do de áni­mo nega­ti­vo

vendedor-asesor2La ter­ce­ra de las caras del mons­truo. Pues­to que visi­ta­mos a clien­tes con­ti­nua­men­te, en muchos casos nos encon­tra­re­mos con per­so­nas que ten­drán un esta­do de áni­mo nega­ti­vo en el momen­to en el que apa­re­ce­mos. Este pue­de ser pun­tual, por­que ten­ga un mal día, o más per­ma­nen­te por­que se encuen­tre en un esta­do de infe­li­ci­dad. Sea cual sea la cau­sa, el resul­ta­do es que a veces “pagan con el ven­de­dor” lo que no pue­den trans­mi­tir a la fami­lia, los jefes u otras per­so­nas. Tran­qui­lo, no te preo­cu­pes dema­sia­do. La reali­dad es que ese clien­te no tie­ne nada con­tra ti per­so­nal­men­te. Úni­ca­men­te le sir­ves para des­aho­gar­se. Trans­mi­te cal­ma, visión posi­ti­va y con­fian­za y ten­drás posi­bi­li­da­des.

El clien­te plan­tea dudas y soli­ci­ta infor­ma­ción

En muchas oca­sio­nes, los clien­tes no nos ponen una obje­ción como tal para no com­prar, sino que nos plan­tea dudas y nos soli­ci­ta infor­ma­ción. Esto no debe preo­cu­par­te. Es nor­mal y ade­más te ofre­ce la opor­tu­ni­dad de mos­trar­te como un ver­da­de­ro pro­fe­sio­nal. Ten en cuen­ta que, habi­tual­men­te, cuan­do el clien­te pide infor­ma­ción sobre algún tema con­cre­to, esta­rá hablan­do sobre lo que más le intere­sa. Si eres capaz de con­ven­cer­le con tus res­pues­tas, habrás dado un paso de gigan­te hacia el cie­rre de la ven­ta.

El clien­te pre­su­me

Otro tipo de obs­tácu­lo con el que nos encon­tra­mos habi­tual­men­te en las entre­vis­tas es con la nece­si­dad que tie­nen algu­nos clien­tes de pre­su­mir. Muchas per­so­nas tra­ta­rán de demos­trar­te lo mucho que saben de tu pro­duc­to o ser­vi­cio, como una vía para poner­te difí­cil la pre­sen­ta­ción. “Al fin y al cabo, si yo sé más que tú, cómo me vas a ven­der”. Esto es lo que pien­san estas per­so­nas. Para demos­trar­te cuán­to saben, te for­mu­la­rán pre­gun­tas com­pli­ca­das y te rea­li­za­rán pun­tua­li­za­cio­nes fre­cuen­te­men­te. La regla bási­ca en estas situa­cio­nes: “Haz sen­tir impor­tan­te a tu clien­te y te acer­ca­rás a la ven­ta”. Mués­tra­te intere­sa­do en sus comen­ta­rios y valo­ra sus cono­ci­mien­tos y su expe­rien­cia.

Obje­cio­nes per­so­na­les

hablar-precioEn algu­nas oca­sio­nes te podrás encon­trar con clien­tes que for­mu­len obje­cio­nes direc­ta­men­te hacia tu per­so­na. Escu­cha­rás cosas como “es que hablas mucho”, “tú no cono­ces mi sec­tor” o “a ti lo que te intere­sa es tu comi­sión”. Cuan­do oigas algu­na de estas cosas, pien­sa que se debe nor­mal­men­te a que estás hablan­do dema­sia­do de ti, de tu pro­duc­to o de tu empre­sa. Cam­bia el enfo­que y pre­gun­ta a tu clien­te. Con­viér­te­le en el cen­tro de la entre­vis­ta.

Obje­cio­nes obje­ti­vas

Final­men­te, en las entre­vis­tas de ven­tas apa­re­cen las obje­cio­nes ver­da­de­ras. Se tra­ta de obje­cio­nes obje­ti­vas sobre el pro­duc­to, el ser­vi­cio o la situa­ción. Las obje­cio­nes siem­pre apa­re­cen. Si no, es que algo pasa. Es muy nor­mal que, para que el clien­te se deci­da a com­prar, resul­te nece­sa­rio ir solu­cio­nan­do dudas, apor­tan­do infor­ma­ción y demos­tran­do los bene­fi­cios que la com­pra le repor­ta­rá. Este es, al fin y al cabo, nues­tro tra­ba­jo como pro­fe­sio­na­les de la ven­ta. Es más, tene­mos que estar pre­pa­ra­dos para que algu­nas de las obje­cio­nes que nos plan­tean no poda­mos reba­tir­las y no poda­mos con­se­guir la com­pra en ese momen­to. Esto nos suce­de­rá más de una vez y es par­te de nues­tra pro­fe­sión. No hay pro­ble­ma.

Un prin­ci­pio bási­co de la ven­ta es que “no ven­de­re­mos has­ta que no haya­mos solu­cio­na­do la últi­ma obje­ción que nos plan­tee nues­tro poten­cial clien­te”. Otra for­ma de ver­lo es “si no con­se­gui­mos cerrar una ven­ta es por­que toda­vía hay algo que no con­ven­ce al clien­te, del tipo que sea”. Por tan­to, no sólo no es malo que apa­rez­can las obje­cio­nes, sino que sería bueno que fomen­tá­ra­mos que salie­ran en las entre­vis­tas de ven­ta.

¡Ven­ce la últi­ma obje­ción del clien­te y con­se­gui­rás la ven­ta!

José Ramón Luna Cer­dán
Socio Direc­tor
http://www.desafiocoaching.com/
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