Las razones para eliminar los pitches de la industria publicitaria

Los pit­ches son la nor­ma en la indus­tria publi­ci­ta­ria, pero ¿son de ver­dad abso­lu­ta­men­te irre­nun­cia­bles? Naci­dos para recrear las inter­ac­cio­nes reales entre agen­cias y clien­tes, los “pit­ches” son, de acuer­do a muchos, una rémo­ra del pasa­do que cadu­có hace tiem­po.

Así lo que cree Avi Dan, que en un artícu­lo para For­bes denun­cia la colo­sal pér­di­da de tiem­po y dine­ro que cons­ti­tu­yen los “pit­ches”. Al fin y al cabo, denun­cia, en el 99,9% de los casos los tra­ba­jos naci­dos al calor de un con­cur­so no ven jamás la luz del día. Y no lo hacen por­que los “pit­ches” son de natu­ra­le­za espe­cu­la­ti­va y rara vez echan anclas en insights ver­da­de­ra­men­te autén­ti­cos y valio­sos.

De acuer­do con Dan, si los pit­ches no fun­cio­nan es por­que los tra­ba­jos naci­dos de ellos no se apo­yan en la cola­bo­ra­ción entre agen­cias y clien­tes, y no pros­pe­ran.

Tam­bién afir­ma que las cam­pa­ñas más bri­llan­tes, efi­ca­ces y rompe­doras son aque­llas que bro­tan de la cola­bo­ra­ción, la intui­ción y la con­fian­za entre agen­cias y clien­tes. Sin embar­go, en los pit­ches las agen­cias y los anun­cian­tes habi­tan en pla­ne­tas dis­tin­tos, no cola­bo­ran y por eso todo el pro­ce­so que­da redu­ci­do a un super­fi­cial con­cur­so de belle­za.

  • ¿Tie­nen sen­ti­do los pit­ches en el entorno eco­nó­mi­co actual?

Los pit­ches, que se dila­tan duran­te muchos meses e invo­lu­cran a menu­do a los mejo­res crea­ti­vos en el seno de las agen­cias, tie­nen cos­tes extra­or­di­na­ria­men­te prohi­bi­ti­vos. De hecho, el pre­cio de con­cur­so pue­de repre­sen­tar entre el 30% y el 40% de los cos­tes glo­ba­les nece­sa­rios para hacer fun­cio­nar una agen­cia. En el actual e incier­to cli­ma eco­nó­mi­co, tales cifras son abso­lu­ta­men­te inasu­mi­bles.

Con­vie­ne ade­más hacer notar que los pit­ches invo­lu­cran enor­mes cos­tes huma­nos. La pre­sión con la que deben bre­gar los crea­ti­vos en soca­va gra­ve­men­te su salud men­tal y con­tri­bu­ye al éxo­do de talen­to que las­tra hoy por hoy a las agen­cias, sub­ra­ya Dan.

No hay que olvi­dar que cuan­do cua­tro agen­cias con­cu­rren en un pitch, solo una resul­ta favo­re­ci­da. Y las agen­cias que tie­nen el éxi­to a su vera ganan solo uno de cada 10 o 20 pit­ches.

Dan insis­te en que la selec­ción de agen­cias por par­te de los anun­cian­tes nece­si­ta ser mejor, más bre­ve y más eco­nó­mi­ca. Y ese pro­ce­so de selec­ción debe­ría durar solo entre 3 y 4 sema­nas, y no el medio año que se dila­tan a menu­do los pit­ches.

Pro­po­ne que tam­bién debe­rían ser mucho más infor­ma­les. Los anun­cian­tes debe­rían poder per­mi­tir­se el lujo de esco­ger aque­llas agen­cias cuyos tra­ba­jos les pare­cen intere­san­tes, man­te­ner con­ver­sa­cio­nes infor­ma­les con ellas y soli­ci­tar que pon­gan sobre la mesa casos reales en los que han par­ti­ci­pa­do.

No se tra­ta de que las agen­cias hagan todo lo posi­ble e impo­si­ble para encan­di­lar al clien­te con fas­tuo­sas pre­sen­ta­cio­nes, sino de man­te­ner con­ver­sa­cio­nes más pro­fun­das y más ínti­mas para eva­luar sus estra­te­gias, capa­ci­da­des y su repu­tación.

Así y todo, lo más impor­tan­te a la hora de decan­tar­se por una u otra agen­cia es ver si esta enca­ja o no con los pla­nes de las mar­cas y si hay quí­mi­ca entre una y otra par­te, pro­si­gue Dan. Y la mane­ra para saber esto es que agen­cias y clien­tes socia­li­cen e invier­tan tiem­po jun­tos. Com­par­tir un café o una comi­da pue­de ser más escla­re­ce­dor que com­par­tir una pre­sen­ta­ción. No tie­ne sen­ti­do que las agen­cias pon­gan 500.000 o un millón de dóla­res de su bol­si­llo para demos­trar que saben hacer algo que pue­de veri­fi­car­se de otras muchas for­mas.

Los pit­ches debe­rían poner menos énfa­sis en el tra­ba­jo de natu­ra­le­za espe­cu­la­ti­va y más en la mane­ra en que la agen­cia con la que va a tra­ba­jar el anun­cian­te pien­sa y resuel­ve pro­ble­mas, indi­ca Dan.

Final­men­te, es pre­ci­so no per­der de vis­ta que cuan­do las agen­cias están invo­lu­cra­das en un pitch muy exi­gen­te, ponen a menu­do en un segun­do plano a los clien­tes que ya for­man par­te de su por­fo­lio. Solo por esto ya resul­ta into­le­ra­ble que los pit­ches con­su­man el tiem­po, la ener­gía y los recur­sos que las agen­cias debe­rían vol­car en quie­nes ya son clien­tes y no en quie­nes lo son solo poten­cial­men­te, con­clu­ye Dan.