Las marcas de gran consumo que innovan exitosamente crecen seis veces más que las que no

Las marcas de gran consumo que innovan exitosamente crecen seis veces más que las que no

Rein­ven­tar­se o morir, esa es la cues­tión, ya que la inno­va­ción es cla­ve para que una com­pa­ñía pue­da cre­cer. Según seña­lan des­de Kan­tar, la inno­va­ción es la prin­ci­pal acti­vi­dad de cual­quier mar­ca o mer­ca­do en el lar­go pla­zo.

La inno­va­ción que se lle­va a cabo siguien­do una serie de pau­tas supo­ne para una com­pa­ñía más pro­ba­bi­li­da­des de alcan­zar el éxi­to, mis­mo que se tra­du­ce en más ren­ta­bi­li­dad y cre­ci­mien­to.

Kan­tar reco­ge las con­clu­sio­nes del libro de César Valen­co­so, Decá­lo­go de la inno­va­ción exi­to­sa, que ana­li­za las 600 inno­va­cio­nes reales lan­za­das al mer­ca­do espa­ñol en la últi­ma déca­da. El obje­ti­vo es que las mar­cas refle­xio­nen sobre si real­men­te es nece­sa­rio inver­tir en inno­va­ción. En caso de que así sea, este libro apor­ta infor­ma­ción para hacer esa inver­sión mucho más efi­cien­te.

  • La apues­ta de las mar­cas de con­su­mo por inno­var

Según el Decá­lo­go de la inno­va­ción exi­to­sa, las mar­cas de gran con­su­mo que más inno­van mul­ti­pli­can por seis su cre­ci­mien­to con res­pec­to a las que no lo hacen. Ade­más, estas com­pa­ñías tam­bién con­si­guen pre­cios medios de sus pro­duc­tos un 8,2% más altos.

A con­ti­nua­ción, las ocho reglas infa­li­bles que carac­te­ri­zan las inno­va­cio­nes más exi­to­sas:

  1. La mar­ca tie­ne que apor­tar algo nue­vo, pues­to que la nove­dad es el prin­ci­pal requi­si­to de la inno­va­ción.
  2. Las mejo­res inno­va­cio­nes y las más exi­to­sas son las que se foca­li­zan en su tar­get. Son aque­llos pro­duc­tos nue­vos que se lan­zan para que sean com­pra­dos por todos los públi­cos, pero, a la vez, se cons­tru­yen con un men­sa­je cla­ro para un gru­po con­cre­to de con­su­mi­do­res.
  3. Algo fun­da­men­tal a la hora de ven­der un pro­duc­to es que esté bien posi­cio­na­do en el mer­ca­do. Tam­bién es impor­tan­te que se dis­tri­bu­ya bien des­de su lan­za­mien­to. Según las con­clu­sio­nes del libro de César Valen­co­so, exis­te una corre­la­ción direc­ta entre el por­cen­ta­je de dis­tri­bu­ción del pro­duc­to inno­va­dor y sus pro­ba­bi­li­da­des de éxi­to, sien­do cla­ra­men­te altas a par­tir de un por­cen­ta­je de dis­tri­bu­ción del 60%.
  4. La comu­ni­ca­ción en tien­da es cla­ve para que tu inno­va­ción se vea. No sir­ve de nada el esfuer­zo rea­li­za­do en el lan­za­mien­to de un pro­duc­to si, lue­go, no se ve en los linea­les. La cla­ve es el uso del pack y de los ele­men­tos de comu­ni­ca­ción en tien­da antes de lan­zar cam­pa­ñas más masi­vas.
  5. Es impor­tan­te que la inno­va­ción apor­te siem­pre bene­fi­cios para el con­su­mi­dor. Por ejem­plo, un pro­duc­to debe com­bi­nar palan­cas dife­ren­tes de cre­ci­mien­to, como ser salu­da­ble y a la vez ser un pro­duc­to sabro­so.
  6. La publi­ci­dad y la pro­mo­ción son cla­ves: una inno­va­ción siem­pre tie­ne que ser apo­ya­da por estra­te­gias de mar­ke­ting y publi­ci­dad.
  7. Lo ideal es que una inno­va­ción no solo incre­men­te las ven­tas de la mar­ca, sino que, ade­más, las ven­tas de ese pro­duc­to pue­dan lle­gar a supe­rar las de la mar­ca madre.
  8. La inno­va­ción siem­pre va liga­da a un incre­men­to en la inver­sión. La crea­ción de nue­vos pro­duc­tos y ser­vi­cios con­lle­va tener que inver­tir una gran can­ti­dad de dine­ro, y la úni­ca mane­ra de ren­ta­bi­li­zar esa inver­sión es ponien­do un pre­cio alto com­pa­ra­do con los pro­duc­tos del mis­mo sec­tor.

Es fun­da­men­tal, por tan­to, que los con­su­mi­do­res estén dis­pues­tos a pagar un plus por esa inno­va­ción que se lan­za al mer­ca­do. Así, el obje­ti­vo de ese nue­vo lan­za­mien­to es que apor­te al con­su­mi­dor un valor aña­di­do.

Estas son algu­nas de las reglas de oro para que la inno­va­ción en pro­duc­tos y ser­vi­cios resul­te exi­to­sa y sea ren­ta­ble. Si esto es así, según indi­can Kan­tar y César Valen­co­so, en solo tres meses el 80% de las inno­va­cio­nes ya se pue­den iden­ti­fi­car como éxi­tos o fra­ca­sos median­te la uti­li­za­ción de herra­mien­tas de bench­mark o herra­mien­tas de medi­ción de ren­di­mien­to.