La invisibilidad como estrategia: Coca-Cola Zero sorprende con una campaña donde el producto se imagina

La invisibilidad como estrategia: Coca-Cola Zero sorprende con una campaña donde el producto se imagina
Coca-Cola Zero ha lan­za­do una ori­gi­nal cam­pa­ña glo­bal, mar­can­do un con­tras­te sig­ni­fi­ca­ti­vo con la publi­ci­dad visual­men­te recar­ga­das que la mar­ca ha pre­sen­ta­do en el pasa­do. En esta oca­sión, la estra­te­gia se cen­tra en la ausen­cia del pro­duc­to físi­co: no hay latas, ni bote­llas, ni la más míni­ma repre­sen­ta­ción visual del enva­se de Coca-Cola Zero. La cam­pa­ña se apo­ya exclu­si­va­men­te en la inter­pre­ta­ción de acto­res loca­les que simu­lan beber con entu­sias­mo un pro­duc­to que el espec­ta­dor debe ima­gi­nar.

Esta pro­pues­ta mini­ma­lis­ta y cer­ca­na al arte con­tem­po­rá­neo, bus­ca trans­mi­tir un men­sa­je cla­ro y direc­to: Coca-Cola Zero es una mar­ca tan pro­fun­da­men­te arrai­ga­da en la men­te de los con­su­mi­do­res y tan rele­van­te en el mer­ca­do que no nece­si­ta una pre­sen­cia físi­ca en pan­ta­lla para ser inme­dia­ta­men­te reco­no­ci­da y recor­da­da. La cam­pa­ña con­fía en la fuer­za de la ima­gi­na­ción del públi­co para com­ple­tar la esce­na y evo­car la expe­rien­cia de dis­fru­tar de la bebi­da.

Sukesh Nayak, de la agen­cia Ogilvy India, autor de la cam­pa­ña, expli­ca la ins­pi­ra­ción detrás de esta inusual estra­te­gia: “Nos dimos cuen­ta de que la mayor ins­pi­ra­ción esta­ba en el nom­bre mis­mo: Coke Zero. Dise­ña­mos una cam­pa­ña que mues­tra el impac­to del cero de for­ma lite­ral, al no mos­trar el pro­duc­to en abso­lu­to. A veces, las ideas más sim­ples son las que gene­ran más magia”. Esta decla­ra­ción sub­ra­ya la inten­ción de la cam­pa­ña de jugar con la pro­pia deno­mi­na­ción del pro­duc­to para crear un impac­to memo­ra­ble y dife­ren­cia­dor.

La cam­pa­ña se sus­ten­ta en las exce­len­tes inter­pre­ta­cio­nes de los acto­res, quie­nes, con ges­tos y expre­sio­nes que inci­tan al sen­ti­do del gus­to, logran que el espec­ta­dor com­ple­te los vacíos con su pro­pia expe­rien­cia y recuer­do de la mar­ca. El resul­ta­do es una pie­za publi­ci­ta­ria que no solo rom­pe de mane­ra radi­cal con la esté­ti­ca habi­tual en la cate­go­ría de bebi­das car­bo­na­ta­das, sino que tam­bién con­si­gue des­ta­car­se en el satu­ra­do mer­ca­do de estí­mu­los visua­les.

Coca-Cola Zero se suma así a una recien­te ten­den­cia en la publi­ci­dad don­de la “invi­si­bi­li­dad crea­ti­va” está ganan­do terreno. Esta corrien­te ya ha sido explo­ra­da por otras gran­des mar­cas como McDonald’s, que apos­tó por mos­trar sus sucu­len­tos pro­duc­tos sin logos ni tex­tos des­crip­ti­vos, y Neu­tro­ge­na, cuya cam­pa­ña más recien­te hizo “des­apa­re­cer” al actor John Cena. La deci­sión de Coca-Cola de seguir este camino demues­tra una con­fian­za audaz en el poder de su mar­ca y en la capa­ci­dad de una idea con­cep­tual­men­te fuer­te para cap­tu­rar la aten­ción del públi­co.

El obje­ti­vo final de esta arries­ga­da estra­te­gia apun­ta a des­ta­car en un entorno publi­ci­ta­rio alta­men­te com­pe­ti­ti­vo don­de la inno­va­ción es la baza gana­do­ra para cap­tu­rar la aten­ción del con­su­mi­dor. Y, a juz­gar por la con­ver­sa­ción y el revue­lo gene­ra­do, Coca-Cola Zero ha logra­do su come­ti­do. La cam­pa­ña ha demos­tra­do que, en oca­sio­nes, lo que no se mues­tra pue­de ser tan, o inclu­so más, pode­ro­so que lo que se exhi­be explí­ci­ta­men­te, con­fian­do en la pode­ro­sa cone­xión emo­cio­nal y el reco­no­ci­mien­to de mar­ca que Coca-Cola Zero ha cons­trui­do a lo lar­go del tiem­po.

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