En la era de la información digital hemos logrado tener medios de comunicación más democráticos y menos elitistas. A diferencia de lo que ocurría en décadas pasadas, hoy cualquier persona con algo de iniciativa tiene al alcance los valiosos recursos para montar su propio medio de comunicación e incluso convertirse en un influencer.
Montar un medio puede ser quizá la parte más fácil; lo difícil viene cuando queremos que ese medio sea realmente de calidad y se posicione como un espacio reconocido y trascendental. Esta nueva apertura que trae consigo la era digital no significa que todos los medios que a diario ven la luz cumplan con los mínimos estándares de calidad en cuanto a información y buenas prácticas periodísticas. Si bien es algo sumamente positivo que el ofrecer información ya no esté limitado como antes a quienes tenían el privilegio de manejar un medio impreso o electrónico, la realidad es que muchos de los espacios que surgen no llegan a posicionarse como indispensables dentro de una lista cada vez más larga de opciones para informar o entretener.
Aquellos que tienen la buena idea de emprender un nuevo medio de comunicación tienen el gran reto de que éste no pertenezca “al montón”, sino que tenga un valor con el que pueda destacar en un mercado quizá sobresaturado en el que muchas veces sobrevive no quien ofrece la mejor calidad en cuanto a información y diseño, sino quien invierte más en infraestructura y recursos humanos.
Ante esta reflexión, cabe destacar las virtudes de los llamados medios digitales nativos, aquellos sitios informativos que nacieron propiamente en Internet y no los que migraron del papel a los píxeles. El periódico El Economista publica en su sitio web un ranking de los sitios digitales nativos más leídos por los mexicanos. En los primeros lugares se encuentran SDP Noticias, Uno TV, Aristegui Noticias, El Deforma y Cultura Colectiva, seguidos de Sin Embargo, Sopitas y Medio Tiempo.
Uno de los secretos del éxito que han demostrado estas plataformas se centra en que, además de ser gratuitas por su naturaleza e ir dirigidos a lectores jóvenes (el grueso de los internautas), suelen venderse como algo diferente a la forma del manejo de información que estábamos acostumbrados con los medios tradicionales.
Y es que la realidad dicta que un medio pequeño no necesariamente tiene que ser un medio malo, de la misma manera que no todos los medios de gran envergadura cuentan con la mejor calidad en todos sus aspectos.
Características periodísticas básicas como la objetividad en el manejo de la información son clave para la supervivencia y la buena aceptación de un nuevo espacio informativo, pero en esta era de la comunicación digitalizada, en la que el lector tiene en su mouse el poder de hacer click y abandonar ese sitio para preferir otro dentro de la inmensa oferta, es necesario ofrecer diferenciadores que hagan que ese medio no sólo sea distinto, sino que mantenga las prácticas adecuadas de ética y profesionalismo que cualquier medio, digital o impreso, debe de tener.
Hablando de ética, resulta de suma importancia que tanto medios como influencers que han tenido su cuna en las redes sociales, realicen una correcta diferenciación entre el contenido que están generando por convicción y el contenido pagado que crean publicitariamente para una marca.
Los influencers, bloggers y videobloggers que más visitas, lecturas y vistas generan, han creado una especie de contenido publicitario al prestar sus plataformas para mencionar a las marcas. Si bien su derecho es hablar de cualquier cosa que les plazca, se convierte en necesario el hecho de que la ética nunca se olvide, y mezclen el contenido que dictan las marcas al comprar sus espacios, tuits, vídeos y demás posts con el contenido orgánico que los influencers crean día a día.
De la misma manera que cualquier medio de comunicación debe de hacer hincapié cuando está publicando un publirreportaje o cualquier información que no nazca precisamente de su mesa de redacción, los medios digitales y los influencers deben de informar a sus seguidores de todo aquello que aparezca en sus espacios y sea patrocinado por una marca.