La cadena de supermercados francesa Intermarché se luce en esta creativa campaña. Se trata de un spot en el que la protagonista tiene un dilema que a muchos padres e hijos les resultará familiar: odia la sopa.
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Las quejas y ruegos de sus padres de poco le sirven a Léa para probar aunque solo un sorbo del plato que tiene delante. Sin embargo, un buen día, las cosas cambian al ver que un compañero de colegio de gran estatura está tomándola.
A partir de entonces los esfuerzos de la pequeña por acabarse no solo su plato, sino incluso el de su padre y por comprar una enorme cantidad de verduras para prepararla dejan sorprendida a su madre.
Sin embargo, hay una razón muy fuerte que la motiva a alimentarse mejor: su amor por el chocolate. Y es que, lo que realmente busca Léa es crecer para alcanzar la estantería donde su padre esconde estos manjares.
Bajo el nombre Fidelidad, la tierna campaña ha sido elaborada por la agencia Romance y dirigida por Rudi Rosenberg.