La empre­sa sue­ca de pagos onli­ne Klar­na, que se lució el pasa­do año con un anun­cio pro­ta­go­ni­za­do por un perro afgano, ha regre­sa­do esta vez con un spot sazo­na­do nue­va­men­te con un encan­ta­dor surrea­lis­mo y que pre­ci­sa­men­te por ello se que­da gra­ba­do en la memo­ria del públi­co.

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El anun­cio está pro­ta­go­ni­za­do por un hom­bre con el tor­so des­nu­do y que repro­du­ce músi­ca en el salón de su casa con unos poten­tes alta­vo­ces. Enton­ces su abdo­men, nada fir­me y muy blan­co, reac­cio­na con movi­mien­tos asom­bro­sa­men­te ondu­lan­tes a las ondas de soni­do ema­na­das de los par­lan­tes.

El spot, bau­ti­za­do con el nom­bre de Smooth Bass, explo­ra la cone­xión entre la piel y el soni­do, y en esta tarea bus­ca con­ven­cer al espec­ta­dor de los excep­cio­nal­men­te sen­ci­llos de uti­li­zar que son los ser­vi­cios de Klar­na.

Aun­que Smooth Bass no ten­ga qui­zás el mis­mo poten­cial viral que Mer­maid Dog, el céle­bre spot del perro afgano, lo que está cla­ro es que Klar­na ha demos­tra­do una vez más que la publi­ci­dad pue­de hacer­se de mane­ra dife­ren­te y deli­be­ra­da­men­te excén­tri­ca si lo que se bus­ca es atraer todas las mira­das.

Detrás del nue­vo anun­cio de Klar­na, que ya copó muchí­si­mos flashes hace un par de años con una cam­pa­ña en la que un res­ba­la­di­zo pez se des­li­za­ba por un tobo­gán, está la agen­cia Nord DDB.