Investigar en dirección de empresas, ¿para quién?

Investigar en dirección de empresas, ¿para quién?

Por José María Mateu

Jose_Maria_Mateu_2Es un deba­te recu­rren­te en el ámbi­to aca­dé­mi­co. Muchas inves­ti­ga­cio­nes pare­cen tener como úni­cos fines los de lle­nar revis­tas y engro­sar la currí­cu­la de los aca­dé­mi­cos. Des­de ámbi­tos aje­nos a la Uni­ver­si­dad se plan­tea, por el con­tra­rio, la nece­si­dad de que los recur­sos inver­ti­dos en inves­ti­gar ten­gan una uti­li­dad que vaya más allá de los fines par­ti­cu­la­res de los inves­ti­ga­do­res.

El pasa­do XXV Con­gre­so de ACE­DE (Aso­cia­ción Cien­tí­fi­ca de Eco­no­mía y Direc­ción de la Empre­sa), cele­bra­do este junio en Jaén, vol­vió a plan­tear el deba­te.

Los aca­dé­mi­cos se defien­den argu­men­tan­do que la inves­ti­ga­ción, cuan­do se hace con rigor, aumen­ta el cono­ci­mien­to y esto apor­ta de por sí valor a la socie­dad en su con­jun­to. Se cri­ti­ca ade­más la bús­que­da de solu­cio­nes rápi­das que, en últi­ma ins­tan­cia, lo úni­co que hacen es soca­var el rigor y la cali­dad de la inves­ti­ga­ción.

Sería útil dife­ren­ciar el “cómo” del “qué” o el “para qué”. Nadie cues­tio­na en reali­dad la pre­mi­sa del rigor, es decir, nadie cues­tio­na el cómo. Lo que se cues­tio­na es qué se debe inves­ti­gar y para qué se debe inves­ti­gar.

Son los pro­pios inves­ti­ga­do­res los que deci­den, hoy por hoy, qué inves­ti­gar, qué pue­de ser rele­van­te y qué no lo es. Y aquí sur­ge la cues­tión cla­ve: ¿dis­po­nen todos ellos del cri­te­rio nece­sa­rio para tomar esa deci­sión?

Microsoft Research TechFest 2007 by Scott Beale, on FlickrDuran­te el deba­te se apo­yó, casi des­de todos los pun­tos de vis­ta, la uti­li­dad de la trans­fe­ren­cia de los resul­ta­dos de la inves­ti­ga­ción. Ese con­sen­so se basa en mi opi­nión de que, más allá de los recur­sos que esa trans­fe­ren­cia apor­te para seguir inves­ti­gan­do, supo­ne ade­más una mane­ra de dis­tin­guir si la inves­ti­ga­ción es real­men­te útil a la socie­dad. Que alguien esté dis­pues­to a pagar por esos resul­ta­dos es un test exce­len­te de uti­li­dad.

Podría­mos enu­me­rar otras vías para dis­tin­guir la inves­ti­ga­ción útil para la socie­dad de la que no lo es, pero en éstas pare­ce haber menos con­sen­so. La incor­po­ra­ción de per­so­nas que han esta­do en el ámbi­to de la empre­sa sería otra vía. Estas per­so­nas podrían apor­tar cri­te­rio a la hora de eva­luar qué inves­ti­ga­ción tie­ne uti­li­dad para la empre­sa y cuál no la tie­ne.

Esta vía está, sin embar­go, veta­da median­te un sis­te­ma que no valo­ra la expe­rien­cia pro­fe­sio­nal fue­ra de la Uni­ver­si­dad a la hora de eva­luar los méri­tos para incor­po­rar­se a la mis­ma como inves­ti­ga­dor o pro­fe­sor inves­ti­ga­dor. Véa­se por ejem­plo los bare­mos usa­dos a la hora de con­tra­tar pro­fe­so­res. La expe­rien­cia inves­ti­ga­do­ra pos­doc­to­ral se valo­ra en has­ta 60 pun­tos, la expe­rien­cia docen­te en has­ta 30 pun­tos, y la for­ma­ción aca­dé­mi­ca y expe­rien­cia pro­fe­sio­nal con un máxi­mo de 8 pun­tos. Cual­quier can­di­da­to que haya publi­ca­do un par de artícu­los cien­tí­fi­cos aven­ta­ja­rá así a un pro­fe­sio­nal con dece­nas de años de expe­rien­cia pro­fe­sio­nal.

En con­clu­sión, la nor­ma­ti­va pare­ce cami­nar en la direc­ción de man­te­ner ale­ja­das de la Uni­ver­si­dad a per­so­nas con el cri­te­rio nece­sa­rio para eva­luar la uti­li­dad para la socie­dad de la inves­ti­ga­ción que se plan­tee. Dicho de otra mane­ra, la nor­ma­ti­va pare­ce optar por que se siga hacien­do inves­ti­ga­ción poco útil para las empre­sas y para la socie­dad en su con­jun­to.

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