Hace un par de años Eugen Merher, estudiante de la Academia de Cine de Baden-Württenberg, lanzaba Break Free, un emotivo spot de “mentirijillas” para Adidas. En poco tiempo se convirtió en un sensacional éxito viral en la red de redes que transcendió fronteras y cuyos ecos se escucharon en todo el mundo.
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A día de hoy Break Free, protagonizado por un anciano que vuelve a despertar a la vida calzándose una viejas zapatillas deportivas, acumula 14 millones de visualizaciones en YouTube. Emular este fenomenal impacto es todo un reto, pero su autor, Eugen Merher, acaba de presentar en sociedad una segunda creación que muestra la distinguida calidad de la primera.
Para su segundo spot, nuevamente de tipo especulativo y bautizado con el nombre de Love, Merher ha fijado la mirada en otra marca icónica: Calvin Klein.
En contraposición al romántico título, Love se inicia con unas imágenes que no parecen emparentadas en absoluto con algo tan grandioso como el amor. El foco está puesto en dos estudiantes que, jaleados fragorosamente por sus compañeros de internado, se disponen a propinarse mutuamente una paliza.
Hacia la mitad del metraje el spot realiza, sin embargo, una sorprendente pirueta y en la pantalla se abren paso secuencias de corte fantástico en las que los protagonistas se zambullen en las profundidades de un mar rojo.
En la escena final los adolescentes, que al principio aparecían en pantalla apaleándose mutuamente, aparecen sentados sobre una cama y ataviados únicamente con ropa interior de Calvin Klein mientras se dan su primer beso.
Look below the surface (Mira debajo de la superficie) es el atinado lema del anuncio, con el que su autor pretende reproducir la magia del primer beso en una situación aparentemente inverosímil.
“La idea de que una brutal pelea pudiera convertirse en un tierno beso nos pareció fascinante desde el principio”, explica Merher.
Que los protagonistas del anuncio sean homosexuales y pertenecientes a un colectivo todavía muy soslayado de la publicidad es, a juicio de Merher, algo totalmente secundario. “Desde el principio nuestro propósito fue narrar una historia de amor entre dos personas. Que estas acabaran siendo dos chicos es solo un recurso dramático para añadir un plus de emotividad e intensidad a lo narrado en la pantalla”, subraya Merher.