Elecciones en Colombia y marketing político

Elecciones en Colombia y marketing político
Colom­bia ha entra­do ofi­cial­men­te en año elec­to­ral y el pano­ra­ma se pre­sen­ta ten­so y lleno de desa­fíos para las cam­pa­ñas polí­ti­cas. Según un aná­li­sis de la situa­ción, el con­tex­to actual se carac­te­ri­za por una pro­fun­da des­con­fian­za ciu­da­da­na, nue­vas regu­la­cio­nes para la pro­pa­gan­da y un entorno digi­tal pro­pen­so a la des­in­for­ma­ción. En este esce­na­rio, la vic­to­ria en las urnas depen­de­rá de la estra­te­gia comu­ni­ca­cio­nal de los can­di­da­tos a fin de con­ver­tir la incer­ti­dum­bre en con­fian­za.

Con el calen­da­rio elec­to­ral ya en mar­cha (el Con­gre­so el 8 de mar­zo de 2026 y la pri­me­ra vuel­ta pre­si­den­cial el 31 de mayo), la cre­di­bi­li­dad se ha con­ver­ti­do en el acti­vo más valio­so. Aun­que la Regis­tra­du­ría Nacio­nal del Esta­do Civil insis­te en la trans­pa­ren­cia del pro­ce­so, el cli­ma de opi­nión está per­mea­do por la sos­pe­cha y la pola­ri­za­ción, lo que exi­ge que el mar­ke­ting polí­ti­co pri­me­ro gane la con­fian­za del elec­to­ra­do.

El aná­li­sis apun­ta sin lugar a dudas a que la con­fian­za es el fac­tor dife­ren­cial en estas elec­cio­nes. Ponién­do­lo en con­tex­to, Colom­bia figu­ra entre los paí­ses con bajos nive­les de con­fian­za en sus ins­ti­tu­cio­nes, un dato que con­di­cio­na la efec­ti­vi­dad de cual­quier men­sa­je o pro­me­sa de cam­pa­ña. Si la audien­cia des­con­fía del men­sa­je­ro, nin­gún eslo­gan sos­tie­ne la narra­ti­va. Por lo tan­to, la tarea estra­té­gi­ca es inter­pre­tar y res­pon­der a estos datos, sin caer en solu­cio­nes super­fluas.

El con­tex­to se ha com­pli­ca­do aún más con la nue­va ley de encues­tas, que ha res­trin­gi­do las medi­cio­nes y ele­va­do sus cos­tos meto­do­ló­gi­cos, lo que ha resul­ta­do en una “sequía de datos” con­fia­bles. Esto, a su vez, gene­ra un mayor vacío de infor­ma­ción, incre­men­tan­do el rui­do espe­cu­la­ti­vo en las redes y crean­do un terreno fér­til para la mani­pu­la­ción. Para las cam­pa­ñas, ges­tio­nar esta situa­ción exi­gi­rá una ana­lí­ti­ca pro­pia y la tra­za­bi­li­dad de las fuen­tes.

Seis bue­nas prác­ti­cas para las cam­pa­ñas polí­ti­cas

Para poder orien­tar­se en este com­ple­jo esce­na­rio, el aná­li­sis pro­po­ne seis pun­tos impor­tan­tes para las cam­pa­ñas con impac­to:

  1. Con­tra­to de con­fian­za. Los men­sa­jes deben estar ancla­dos a pro­ble­mas veri­fi­ca­bles, con metas medi­bles y la publi­ca­ción de supues­tos, fuen­tes y meto­do­lo­gías.
  2. Arqui­tec­tu­ra de datos. Ante la esca­sez de encues­tas, es cru­cial desa­rro­llar un panel de indi­ca­do­res pro­pios para moni­to­rear la eco­no­mía, la segu­ri­dad y otros ser­vi­cios públi­cos.
  3. Res­pues­ta a la des­in­for­ma­ción. Se reco­mien­da esta­ble­cer un pro­to­co­lo  o “war room” para la detec­ción, cla­si­fi­ca­ción y tra­za­bi­li­dad de los bulos, con alian­zas estra­té­gi­cas con veri­fi­ca­do­res.
  4. Seg­men­ta­ción con éti­ca. La per­so­na­li­za­ción de men­sa­jes no debe cru­zar líneas sen­si­bles. Es impor­tan­te expli­car a los usua­rios por qué se les mues­tra un anun­cio y cómo se pro­te­gen sus datos.
  5. Voce­ría dis­tri­bui­da. Se sugie­re redu­cir la depen­den­cia de un solo voce­ro y apos­tar por redes de vali­da­do­res loca­les, inclu­yen­do muje­res y jóve­nes, en cohe­ren­cia con las nor­mas que pro­te­gen la par­ti­ci­pa­ción polí­ti­ca.
  6. El cum­pli­mien­to como story­te­lling. Mos­trar los con­tro­les de pau­ta y la ren­di­ción de cuen­tas en tiem­po real no solo cum­ple con las regu­la­cio­nes, sino que tam­bién per­sua­de y cons­tru­ye con­fian­za.

En un país que se pre­pa­ra para votar entre el escep­ti­cis­mo y la espe­ran­za, la estra­te­gia gana­do­ra no será un sim­ple eslo­gan, sino un sis­te­ma de con­fian­za basa­do en datos bue­nos, reglas cla­ras y una narra­ti­va que resis­ta audi­to­rías.

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