Combinar en una historia animales, terror y peligro es una receta irresistible que atrae hasta a las mentes menos curiosas. Tal es el caso de Cocaine Bear (El Oso de la cocaína), un cóctel cinematográfico que puede resultar explosivo.
Este largometraje alemán, que se estrenará en febrero de 2023, versa sobre un oso que ha consumido drogas y, como consecuencia, se comporta de manera agresiva, poniendo en peligro a los habitantes de un pequeño pueblo. Lejos de ser una ficción, esta historia está basada en hechos reales.
En 1985, un contrabandista arrojó alrededor de 40 kilos de cocaína con un valor de casi 20 millones dólares estadounidenses desde un avión de distancia. Los paquetes de drogas terminaron en un bosque en el estado estadounidense de Georgia y aparentemente fueron interceptados por un oso salvaje, que metió el hocico hasta el fondo y murió por sobredosis.
En este caso, la película, dirigida y coproducida por Elizabeth Banks, se recrea en el comportamiento del «oso colocado» y centra la trama en la matanza que llevó a cabo el animal impulsado por la cocaína.
La película cuenta con el fallecido Ray Liotta en su último papel antes de fallecer, así como con los actores Keri Russell, O’Shea Jackson Jr, Christian Convery-Jennings, Alden Ehrenreich y Jesse Tyler Ferguson.
- La estrategia del absurdo detrás de Cocaine Bear
El tráiler, que salió a la luz a principios de diciembre, ha causado furor entre el público y ha logrado hacerse viral en tan solo unos días, desatándose todo tipo de reacciones y comentarios. Pero más allá del entretenimiento, los expertos de la publicidad y el marketing ven la película como una gran oportunidad de captar la atención de los espectadores.
«Cuanto más extravagante y única sea una historia, más atención atraerá», manifestó Karen Freberg, experta en marketing y profesora de comunicaciones estratégicas en la Universidad de Louisville, a The Drum. «La atención es la moneda de hoy, y la gente anhela nuevos entretenimientos que los distraigan de otras cosas», sentenció.
Robert Passikoff, fundador y presidente de la firma de consultoría e investigación de mercado Brand Keys, tampoco está sorprendido por el éxito viral del tráiler. En un sector que se ha obsesionado en muchos sentidos con los mensajes centrados en el propósito y los valores, la franca absurdez que encarna Cocaine Bear contrasta prometiendo una frivolidad libre de culpa.
«Es precisamente lo que pretende ser. Una película sobre un oso que consume cocaína. No es una plataforma antidroga, y probablemente no tenga mucho diálogo más allá de los gritos sobre el hecho de que hay un oso metido en la cocaína», afirma Passikoff.
Freberg, sin embargo, se muestra algo escéptica ante la posibilidad de que proyectos creativos y campañas con este espíritu resulten ser mucho más que un destello fugaz. «Ciertamente ha captado la atención, pero ¿por cuánto tiempo?», se pregunta.