Toda crisis a la que tengamos que enfrentarnos representa una oportunidad. Aprender de los errores que nos han llevado hasta vernos en un punto crítico es vital para evitar este tipo de situaciones en el futuro. El mejor ejemplo lo encontramos en la reciente crisis protagonizada por Pepsi y su anuncio protagonizado por Kendall Jenner.
La marca y la influencer han sido objeto de múltiples críticas tras la campaña de carácter social basada en el derecho a protestar. Muchos han sido los que han visto un oportunismo innecesario por parte de la marca al intentar asociarse de forma equivocada con una causa social.
Pero no todo en esta historia es negativo. Las agencias de todo el mundo no han sido ajenas al revuelo generado y se han puesto las pilas para no tropezar con esa temida piedra.
Uno de los principales problemas que ha tenido Pepsi es que su campaña no ha sido realizada por una agencia sino por Creators League Studio, parte de la rama de branded content de la compañía.
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“El desastre protagonizado por Pepsi ilustra los peligros que conlleva trabajar con agencias in-house”, explica Suzanne Pope, copywriter de una agencia independiente de Toronto en declaraciones recogidas por Digiday. “Sí, es cierto que hay personas capaces de realizar el trabajo. El problema es que no son capaces de decir a la marca hasta qué punto están cometiendo un error”.
Cada vez son más las marcas que están invirtiendo en la creación de sus propias “agencias in house”. El objetivo es claro: ser más ágiles, ahorrar costes y reducir los intermediarios.
Las marcas se enorgullecen de estar cultivando una cultura propia. Un pensamiento que fomenta el trabajo cohesionado dentro de la compañía pero con el que corremos el riesgo de que surjan burbujas de realidad. Esto es precisamente lo que le ha sucedido a Pepsi.
“El papel de una agencia es conseguir la confianza suficiente para calificar el trabajo de un cliente como una basura cuando la situación así lo requiera”, explica Seth Solomons, CEO de Wunderman para América del Norte.
Las agencias argumentan que los equipos internos a menudo terminan perdiendo el contacto con la realidad. El motivo reside en que la colaboración y cultura de marca terminan predominando sobre el sentido común.
Y es que ser una de las marcas más importantes a nivel global no es suficiente respaldo para llevar la voz cantante en un debate tan importante como el derecho a manifestarse y protestar de las personas. Y menos cuando se ha perdido el necesario contacto con la realidad.