Según los datos de Gelt, la Covid-19 ha colocado a las marcas en la mira de los consumidores y ha elevado las expectativas sobre lo que estos esperan de las empresas en diversos ámbitos. Esto se traduce en que la forma de actuar de las compañías con respecto a sus empleados, al medio ambiente y a la sociedad, en general, irrumpe como elemento clave en la decisión de compra.
El 76% de los consumidores recuerda, al menos, una iniciativa positiva en respuesta a la pandemia por parte de las marcas que compra. El 72% de esas personas (el 55% del total de consumidores) admite que esto impulsa su deseo de relacionarse más con estas marcas e influye en su decisión de compra.
Por su parte, está el consumo consciente: este proceso que hace elegir a los consumidores teniendo en cuenta la estrategia de las empresas y cuestiones como la logística, el transporte o los procesos químicos necesarios para la elaboración y venta de los productos. Finalmente, el empoderamiento: una consecuencia de la creciente concienciación social ha sido el empoderamiento de los ciudadanos, que están pasando de ser meros clientes a convertirse en auténticos agentes del cambio.
Y, ¿cuáles son, en concreto, las acciones que más valoran los ciudadanos de las marcas? Entre otras, destacan:
- Aplicar mayores medidas para proteger la salud y bienestar de sus empleados: (61%).
- Donar productos o servicios a iniciativas de apoyo comunitario (52%).
- Sostener las necesidades de los consumidores durante la pandemia (40%).
- Proporcionar temporalmente acceso gratuito a sus productos y servicios (35%).
- Mejorar sus precios o términos de contratos para apoyar a los consumidores durante la pandemia (27%).
- Proporcionar asistencia financiera a iniciativas de apoyo comunitario (20%).
Carlos Prieto, CEO y cofundador de Gelt, explica sobre estos resultados que: “estamos ante un cambio absoluto en los tradicionales paradigmas de compra. Los consumidores que antes eran meros transmisores de los mensajes de las marcas, sin cuestionárselos, ahora quieren hacer valer su voz y su capacidad para influir en la sociedad y lo hacen a partir de unos valores mucho más cercanos a la ética. Es un cambio impulsado por la generación de los Millenial, consumidores de entre 25 y 39 años, pero que apoyan las familias, los ciudadanos de hasta 50 y que se va a multiplicar. Las marcas deberán tomar buena cuenta de ello como una oportunidad pero, ojo, que también los ciudadanos descontentos son conscientes del poder de acciones más duras que no comprar, como el boicot”.