Si hay algo que los ciu­da­da­nos de Fran­cia aman aún más que el balom­pié, eso es la comi­da. Y la gas­tro­no­mía es pre­ci­sa­men­te el recla­mo de una inge­nio­sa cam­pa­ña de la revis­ta fut­bo­lís­ti­ca gala So Foot para boi­co­tear el con­tro­ver­ti­do Mun­dial de Fút­bol que se dispu­ta en Catar.

So Foot se ha saca­do de la chis­te­ra un res­tau­ran­te diri­gi­do espe­cí­fi­ca­men­te a aque­llos fran­ce­ses que renun­cia­rán este año a ver los par­ti­dos del Mun­dial. Y es que las acu­sa­cio­nes de corrup­ción, la des­pro­tec­ción del colec­ti­vo LGBT y la sis­te­má­ti­ca vio­la­ción de los dere­chos huma­nos en Catar están lle­van­do a muchos faná­ti­cos del fút­bol a boi­co­tear el tor­neo.

En este mar­co, el res­tau­ran­te de So Foot pre­ten­de ten­tar a aque­llos fran­ce­ses que no segui­rán al Mun­dial de Catar, pero que jamás osa­rían boi­co­tear una comi­da fue­ra de casa.

Bau­ti­za­do con el nom­bre de «So Food», el local, con­ce­bi­do por la agen­cia fran­ce­sa BETC París, ha abier­to sus puer­tas en la capi­tal fran­ce­sa. Y cada vez que la selec­ción gala dis­pu­te un par­ti­do en Catar, el res­tau­ran­te levan­ta­rá la per­sia­na duran­te 90 minu­tos. Duran­te esa hora y media un chef aga­sa­ja­rá a los clien­tes con cla­ses de coci­na gra­tis que esta­rán ins­pi­ra­das en la gas­tro­no­mía local de los riva­les de Fran­cia en la fase de gru­pos del Mun­dial: Aus­tra­lia, Dina­mar­ca y Túnez.

Cuan­do Fran­cia y Aus­tra­lia se vie­ron las caras hace unos días en Catar, los clien­tes de So Food apren­die­ron, por ejem­plo, a coci­nar rollos de sal­chi­cha, ensa­la­das de esca­ro­la, pollo par­me­sano y pavlo­va de fru­tas.

Todos los pla­tos pre­pa­ra­dos en So Food serán dona­dos a On Rem­plit Le Fri­go, una ONG que reco­ge y dis­tri­bu­ye cajas de ali­men­tos entre los estu­dian­tes nece­si­ta­dos.

Hace apro­xi­ma­da­men­te un mes la revis­ta esta­dou­ni­den­se How­ler deci­dió tam­bién boi­co­tear el Mun­dial de Catar median­te cua­tro can­cio­nes inter­pre­ta­das por la ban­da de trash metal Bee­kee­per, cuyas letras daban voz de mane­ra extra­or­di­na­ria­men­te estruen­do­sa a las pro­tes­tas naci­das al calor del tor­neo.