Son muchos los años, mejor dicho décadas, que me dedico al mundo de la comunicación y tengo que decir que he visto prácticamente de todo, a veces en un entorno de bonanza, otros de crisis y en algunos casos en tiempos de profunda recesión. Pero de todo ello se aprende y se avanza.
Solo una cosa y, solo una, es lo que me ha defraudado hasta la extenuación en mi profesión, y esto es el la estrategia de tierra quemada que siguen algunas agencias de relaciones públicas para medrar. El engaño contractual para perpetuarse pese a su incapacidad e inacción; for ever and ever comunicación.
Esta durísima afirmación, que no hace referencia a la vertiente jurídica, es real como la vida misma y he sido testigo de esta situación en múltiples ocasiones. Consiste, nada mas y nada menos, que en someter al cliente a una permanencia de uno o dos años con un contrato leonino, atado y bien atado, del que se encuentra preso de altos honorarios, sin garantía alguna de resultados y ROI negativo de varios ceros.
Es como comprar un electrodoméstico sin garantía, contratar un seguro con coberturas inferiores de lo que cuesta la prima o tirarse a una piscina sin saber si está llena. Como decía nuestro ilustre Quevedo, en su soneto burlesco A una nariz: “érase un elefante boca arriba”.
Pero ¿cómo puede ocurrir esto? ¿a los firmantes de estos contratos se les somete al tercer grado o alguna tortura? Pues simplemente no. Es que están abducidos por una marca de renombre internacional, de gran prestigio y formada por un elenco de profesionales, que hablan varios idiomas y que tienen constantes calls con diferentes partes del mundo.
Vayamos paso a paso de cómo se cocina esto. Primero invitan al cliente a tener una reunión en unas magníficas instalaciones, con salas repletas de empleados (la mayoría becarios), y en una soleada y maravillosa sala de reuniones, le hacen una presentación en la que gracias a las RRPP la empresa contratante va a ser líder en su sector, gracias al prestigio ganado por los múltiples artículos y reportajes publicados en los principales medios de comunicación.
Ante esta tesitura, el contratante vaticina un mundo de posibilidades que desembocará en mas ventas, mejores resultados, crecimiento de dos dígitos,… que, además, repercutirá en ascensos, bonus, protagonismo y reconocimiento profesional, dentro y fuera de la organización. Puede que hasta un headhunter se fije en él. No sólo eso ¿y si sale mal? Pues no hay problema, ha contratado al mejor. El mas caro, pero el mejor. Los de arriba, que siempre hay alguien arriba, no le puede reprender nada, porque no es culpa suya, debido a que es la multinacional líder de reconocido prestigio por su buenhacer y años de experiencia.
Es aquí donde el refranero español aparece una vez mas con su sabiduría popular: “burro grande, ande o no ande”. Y es que en realidad no anda, y pasan los meses desde la firma del contrato, y esa creatividad y últimas tendencias que vienen de EEUU o UK, no se plasman ni en el papel, ni en lo digital, y las entrevistas en los medios generalistas (ahora están incluidas en este grupo los diarios económicos) siempre son en el trimestre que viene. Bueno sí, aparece publicada alguna nota de prensa en medios, que el contratante (no puedo manchar a estas alturas la palabra cliente) no ha visto en su vida y además se entera que la agencia ha pagado unos cientos de euros por salir en esas publicaciones. ¡Menudo ROI! pago miles y con retorno de cientos. ¡Ah! no, que no he aplicado el famoso indice de credibilidad, que es multiplicar por tres o por nueve (según me venga en gana) las tarifas publicitarias, para justificar un trabajo profesional que no se ha realizado.
Pues ¡no! colegas de profesión, así no se hace el trabajo. El secreto del éxito en Comunicación o PR es estrategia y creatividad realista, constancia en la actualidad del día a día y profesionalidad periodística. Así si se obtienen resultados y no tienes que escuchar a potenciales clientes palabras como: “ya he tenido una muy mala experiencia (por no decir timo) y no quiero repetir”.
Estimado lector, ahora usted decide, “burro grande, ande o no ande”.
Por Simón de María Nolan, Director de Econtenidos