6 trucos que usan las apps para alimentar la adicción al smartphone de la Generación Z

6 trucos que usan las apps para alimentar la adicción al smartphone de la Generación Z

La adic­ción al smartpho­ne, tan expan­di­da hoy en día, es par­ti­cu­lar­men­te viru­len­ta entre los jóve­nes ads­cri­tos a la Gene­ra­ción Z. Y no es por casua­li­dad, sino que la fuer­te depen­den­cia de los cen­ten­nials al telé­fono inte­li­gen­te echa raí­ces en el deno­mi­na­do “dise­ño adic­ti­vo”, la biblia de los desa­rro­lla­do­res para crear apli­ca­cio­nes móvi­les con “gan­cho”.

A con­ti­nua­ción, y de la mano de Hori­zont, des­cu­bri­mos las prin­ci­pa­les tri­qui­ñue­las de las que se vale el “dise­ño adic­ti­vo” para que la Gene­ra­ción Z sea inca­paz de des­pe­gar­se del smartpho­ne:

1. Tru­co de la máqui­na tra­ga­pe­rras

Las máqui­nas tra­ga­pe­rras se guían por el prin­ci­pio de la impre­vi­si­bi­li­dad, es decir, nun­ca se sabe qué va a pasar. Y por eso pre­ci­sa­men­te son tan adic­ti­vas. Idén­ti­co prin­ci­pio es el que guía tam­bién el fun­cio­na­mien­to de muchas apps. De acuer­do con este prin­ci­pio, las accio­nes del usua­rios son con­ve­nien­te­men­te recom­pen­sa­das, pero de mane­ra impre­vi­si­ble. El usua­rio no sabe con exac­ti­tud cuán­do se topa­rá con una recom­pen­sa, solo es cons­cien­te de que la recom­pen­sa toma­rá for­ma en algún momen­to.

Por este prin­ci­pio se rigen, por ejem­plo, apli­ca­cio­nes como Face­book, Twit­ter, Lin­ke­dIn o Ins­ta­gram. A medi­da que hace­mos scroll la app se refres­ca y car­ga más con­te­ni­do y lo que vamos a ver a con­ti­nua­ción es una incóg­ni­ta. El usua­rio sabe que su mira­da se va a cla­var en algo nue­vo, que unas veces será bueno y otras no tan­to.

Este prin­ci­pio se uti­li­za se mane­ra aún más inten­sa en Tin­der, que ani­ma al usua­rio a hacer “swi­pe” de mane­ra cons­tan­te a la espe­ra de hacer “match”.

2. Scroll infi­ni­to

El scroll infi­ni­to, o el strea­ming sin nece­si­dad de hacer clic, fun­cio­na de mane­ra simi­lar al tru­co de la máqui­na tra­ga­pe­rras. El obje­ti­vo es que el usua­rio per­ma­nez­ca en la app el mayor tiem­po posi­ble.

Huér­fano de un final cla­ro en la app en la que deci­de incur­sio­nar, el usua­rio se zam­bu­lle lite­ral­men­te en ella y le cues­ta mucho salir de allí. Hacien­do scroll infi­ni­to el usua­rio es aga­sa­ja­do de vez en cuan­do con algo intere­san­te. Y sabe­dor de que hacien­do clic su expe­rien­cia será inte­rrum­pi­da, el usua­rio es capaz de tirar­se minu­tos y minu­tos hacien­do scroll en sus apps favo­ri­tas.

3. Auto­play

La fun­cio­na­li­dad auto­play, omni­pre­sen­te en las apps de vídeo en strea­ming, uti­li­za el mis­mo prin­ci­pio del scroll infi­ni­to. Esta téc­ni­ca repro­du­ce un nue­vo vídeo en una ven­ta­na más peque­ña antes de que el usua­rio ter­mi­ne de con­tem­plar el clip en el que está enfras­ca­do.

De cuan­do en cuan­do lle­gan a ojos del usua­rio vídeos que están ajus­ta­dos a sus gus­tos y pre­fe­ren­cias. El obje­ti­vo del auto­play es que el usua­rio se que­de engan­cha­do a la app.

4. Login all-in-one

Es fran­ca­men­te tedio­so tener que pen­sar en nue­vos nom­bres de usua­rio y con­tra­se­ñas en cada app recién des­car­ga­da. Pre­ci­sa­men­te por esta razón tan­tí­si­mas apps hacen posi­ble el regis­tro conec­tán­do­se auto­má­ti­ca­men­te a la cuen­ta del usua­rio en Goo­gle, Face­book o Lin­ke­dIn.

Median­te este sen­ci­llo tru­co las apps eli­mi­nan de un plu­ma­zo las pri­me­ras reti­cen­cias del usua­rio a la hora de conec­tar­se a ellas y uti­li­zar­las. ¿El pro­ble­ma? Que median­te esta prác­ti­ca aumen­ta tam­bién la depen­den­cia del usua­rio a sus cuen­tas en Goo­gle o Face­book, que son al fin y al cabo su lla­ve maes­tra para acce­der a un sin­fín de apli­ca­cio­nes.

5. Pul­ga­res hacia arri­ba

La fun­cio­na­li­dad pro­ba­ble­men­te más adic­ti­va que habi­ta en las entra­ñas de las apli­ca­cio­nes toma la for­ma de pul­ga­res levan­ta­dos hacia arri­ba, de cora­zo­nes y de retuits.

Muchos usua­rios uti­li­zan el núme­ro de likes como vara de medir de su pro­pia valía. Y cuan­do se sien­te solos, abu­rri­dos o inse­gu­ros, se dis­po­nen a apa­lan­car los ojos en su smartpho­ne. Bus­can así de mane­ra cons­tan­te “feed­back” social de carác­ter posi­ti­vo.

La Gene­ra­ción Z, que es par­ti­cu­lar­men­te vul­ne­ra­ble, bus­ca de mane­ra per­ma­nen­te la apro­ba­ción de los demás y esa apro­ba­ción ani­da en las apps de su telé­fono móvil, el arma secre­ta para aumen­tar su nivel de dopa­mi­na.

6. Noti­fi­ca­cio­nes push

De acuer­do con algu­nos estu­dios, las noti­fi­ca­cio­nes push de perio­di­ci­dad sema­nal se la inge­nian para mul­ti­pli­car por dos la reten­ción del usua­rio. El obje­ti­vo de las noti­fi­ca­cio­nes push es, no en vano, que el usua­rio regre­se a la apli­ca­ción en bus­ca de más con­te­ni­do, que a menu­do está espe­cial­men­te selec­cio­na­do para él.

Si bien muchas apps ofre­cen al usua­rio la posi­bi­li­dad de ajus­tar o res­trin­gir las noti­fi­ca­cio­nes push, su ajus­te sue­le estar reves­ti­do de tan­ta com­ple­ji­dad que el usua­rio even­tual­men­te desis­te y aca­ba acep­tan­do ser agui­jo­nea­do de mane­ra cons­tan­te con noti­fi­ca­cio­nes push que bus­can con­se­guir que esté per­ma­nen­te­men­te en modo “on”.