4 tácticas para evitar que tus clientes te cambien por la competencia

4 tácticas para evitar que tus clientes te cambien por la competencia

clifelEl mar­ke­ting está cons­tan­te­men­te rein­ven­tán­do­se. Las empre­sas bus­can desa­rro­llar­se, des­ta­car y tras­cen­der de cual­quier mane­ra. Esfuer­zos tra­du­ci­dos en estra­te­gias de redes socia­les, medios digi­ta­les, pla­ta­for­mas diver­sas, incen­ti­vos, neu­ro­cien­cias, cana­les diná­mi­cos y un millón de otras cosas inter­ac­túan y se espar­cen como anzue­los en ese gran océano lla­ma­do mer­ca­do, bus­can­do la mejor mane­ra de atraer clien­tes, todas ellas per­si­guien­do direc­ta o indi­rec­ta­men­te dos deno­mi­na­do­res comu­nes que siem­pre han exis­ti­do y que siguen sien­do las dos máxi­mas del mar­ke­ting, sin impor­tar cómo las que­ra­mos dis­fra­zar: la gene­ra­ción de valor y de satis­fac­ción.

Para las empre­sas, no hay mayor reali­dad que la que sus clien­tes per­ci­ben como su pun­to de vis­ta legí­ti­mo y real; y es que en los últi­mos años el esque­ma de hacer nego­cios ha cam­bia­do sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te. Con­cep­tos que se pre­go­na­ban como ver­da­des, mode­los exi­to­sos de nego­cio que impo­nían con­di­cio­nes a sus clien­tes e inclu­so indus­trias ente­ras se han pues­to en tela de jui­cio o más aún, son cosa del pasa­do.

En todo el mun­do, las empre­sas tie­nen una gama de pro­duc­tos y/o ser­vi­cios con los que supues­ta­men­te satis­fa­cen las nece­si­da­des de sus clien­tes. La habi­li­dad de enten­der­los para brin­dar­les mayor valor y satis­fa­cer­los defi­ne en bue­na medi­da la acción de com­pra y la rein­ci­den­cia de la mis­ma. Los clien­tes satis­fe­chos com­pran, vuel­ven a com­prar y hablan posi­ti­va­men­te de su expe­rien­cia, sien­do mucho menos pro­cli­ves a deser­tar, mien­tras que los insa­tis­fe­chos sue­len optar por pro­bar un pro­duc­to de la com­pe­ten­cia y hablan nega­ti­va­men­te de su expe­rien­cia.

Gene­ral­men­te, las empre­sas con buen mar­ke­ting se enfo­can cons­tan­te­men­te en man­te­ner satis­fe­chos a sus clien­tes más impor­tan­tes. Es bien sabi­do que un ele­va­do nivel de satis­fac­ción del con­su­mi­dor tien­de a gene­rar una mayor leal­tad y por con­si­guien­te un mejor ren­di­mien­to de la empre­sa.

clifel3Así pues, la satis­fac­ción se pue­de enten­der como la dife­ren­cia entre las expec­ta­ti­vas del clien­te acer­ca de un pro­duc­to o ser­vi­cio, con­tra el ren­di­mien­to per­ci­bi­do del mis­mo. A con­ti­nua­ción, resal­to 4 tác­ti­cas que pue­den ayu­dar a man­te­ner más con­ten­tos a nues­tros clien­tes:

  1. Abre el canal de comu­ni­ca­ción. Los clien­tes, a veces sólo desean que alguien los “escu­che”. Es impor­tan­te aten­der tan­to las que­jas como las suge­ren­cias o reco­no­ci­mien­tos. Todas son opor­tu­ni­da­des de acer­ca­mien­to con el clien­te. Hay que estar dis­po­ni­ble y hay que brin­dar res­pues­tas al clien­te en un lap­so razo­na­ble.
  2. Desa­rro­lla una rela­ción. Los con­su­mi­do­res valo­ran el tener una expe­rien­cia “huma­na” con una orga­ni­za­ción. No sólo impli­ca el tra­to direc­to con los clien­tes, sino que cada pun­to en el que se ten­ga con­tac­to con ellos debe refle­jar que fue pen­sa­do, rea­li­za­do y vali­da­do por alguien que con­si­de­ró al clien­te como per­so­na.
  3. Man­tén la inte­gri­dad. Es bási­co. Cum­ple tus pro­me­sas y pro­me­te sólo cosas que pue­das cum­plir. Impli­ca ser hones­to con el clien­te y cohe­ren­te entre lo que se pro­me­te y las moti­va­cio­nes reales detrás de la pro­me­sa. No olvi­de­mos que los clien­tes defrau­da­dos son los más difí­ci­les de recu­pe­rar. Sobre­pa­sar “ines­pe­ra­da­men­te” las expec­ta­ti­vas de un clien­te gene­ra­rá un efec­to posi­ti­vo en su nivel de satis­fac­ción y siem­pre será mejor que que­dar por deba­jo de lo que espe­ra­ba.
  4. Obtén retro­ali­men­ta­ción. Cono­ce lo que tu clien­te pien­sa de ti. Es obvio que pedi­rán más por menos, pero más allá de eso, pre­gun­tar­les su opi­nión pue­de brin­dar infor­ma­ción útil acer­ca de áreas de opor­tu­ni­dad no iden­ti­fi­ca­das. Es impor­tan­te medir cons­tan­te­men­te y vali­dar. Una vez que se iden­ti­fi­can las áreas de opor­tu­ni­dad, hay que aten­der­las.